Localizarme en mi cuerpo significa más que entender lo que ha significado para mí tener vulva y clítoris y útero y pechos. Significa reconocer esta piel blanca, los lugares a los que me ha llevado, los lugares a los que no. (Rich, 1929, traducción propia)
Ya pasó el #8m y según la bbc 5,3 millones de mujeres se han unido a la huelga, lo que el año pasado fue sorprendente este año ha sido aplastante. Pero, soy yo, ¿o hay algo que incomoda en esa afirmación? Hablando con compas feministas nos preguntábamos si el feminismo mainstream puede dar lugar a vaciar la palabra “feminismo” de reflexión política y teórica. Es cierto, que durante los dos/tres últimos años ha habido un auge del “feminismo” y podemos ver como el #GirlPower, la camapaña #MeToo y los slogans de #TheFutureIsFemale están por todos sitios: Camisetas, Twitter, Hashtags, Gifs, Facebook… lo que, así de primeras, se observa como un gran avance hacia el camino de la visibilización “feminista”. Aunque, ¿qué significa visibilización “feminista” a manos del capitalismo neoliberal? El mainstreaming feminista conlleva muchos riesgos, entre los cuales podemos encontrar la pérdida de radicalidad y crítica social. Sin ir mucho más lejos, tan solo detrás de los tres hashtags nombrados anteriormente encontramos cooptación, capitalismo salvaje, purplewashing (como bien apunta Brigitte Vasallo), consumismo, explotación, invisibilización…y un largo etcétera. Por ello, a parte de querer un #8m combativo y admirar el trabajo de mis compañeras, creo que ahora es el momento de reflexionar sobre lo que estamos haciendo mal. Como mujer, blanca, cis y bisexual, voy a intentar llevar a cabo una crítica constructiva y reflexiva sobre un tema delicado: nuestros privilegios.
Desde un feminismo situado, España será el contexto. Ya Nancy Fraser (2013) decía que “el feminismo” se había convertido en la mano de obra del capitalismo, pero a causa de aquella generalización de “el feminismo” Bhandar y Ferreira da Silva (2013) , a parte de puntualizar que el feminismo cooptado por la industria de la moda ha sido el blanco, también aprovecharon para señalar nuestro “White Feminist Fatigue Syndrome” (Síndrome de la fatiga blanca feminista), el cual padecemos las feministas blancas desde la primera ola y que, “sorprendentemente”, no ha habido forma de cambiar. Pero ¿Por qué? ¿Por qué mi colectivo es más blanco que la leche? ¿Por qué hay afrofeministas que no se unen a la huelga? ¿Por qué soy tan blanca? ¿qué hago con mis privilegios? En lugar de caer en el círculo de la #WhiteGuilt, lo que quiero decir con este artículo es que, compas, ¡algo estamos haciendo mal! Y por ello me voy a centrar en hacer un intento de llamamiento para remarcar la necesidad de trabajarnos, a nivel personal, político y desde nuestros colectivos (cis y blancos), en este caso particular, nuestra blancura. Aunque, sin olvidar que, a nivel general, tenemos que revisarnos la intersección existente entre nuestros privilegios y opresiones (clase, orientación sexual, cuerpo, raza, género…)
Así que, situándonos, tal vez podamos empezar por repensarnos la razón de por qué nuestras compañeras de Afroféminas no se han unido a la huelga “feminista” del #8m. Qué tipo de prácticas invisibilizadoras, exclusivas y racistas estamos llevando a cabo y por qué los mensajes transmitidos no abrazan a todos los diversos feminismos que existen en España. Sin ir más lejos, podemos encontrar una respuesta rápida en la revista VICE y su artículo las «feministas responden dudas sobre el feminismo». Cuando leemos el título, podemos pensar: Wow ¡existe un feminismo universal y una feministA universal y yo no me había enterado!, movidas por la curiosidad, tal vez, comenzamos a leer el artículo… es ahí cuando la cis-blancura de las “feministas” que representan a este “feminismo” te explotan en la cara y así, sin querer, se convierten en la imagen mainstream del mismo. Lo cual viene reforzado a través de respuestas como las de Carlota Cossials en las que señala que “el feminismo es un movimiento social que lucha por una injusticia y una desigualdad de derechos arraigada desde siempre” ¿una injusticia y una desigualdad? Con estas afirmaciones que carecen de reflexión crítica tanto propia como hacia el movimiento, estamos reforzando un muro de ladrillos (utilizando la metáfora de Sara Ahmed (2017)) que obstaculiza practicar una interseccionalidad real porque estamos empeñadas en no ver a aquellas/es/os que están siendo dañadas/es/os por el muro de ladrillos que estamos construyendo, un muro que seguimos reforzando debido a nuestra falta de reacción ante las consecuencias de nuestra cis-blancura (entre otros privilegios) feminista española. Como bien dice Sara Ahmed (2017) “what is the hardest for some does not even exist for others” (Lo más difícil para algunas personas ni si quiera existe para otras) (p.142), y que no exista para nosotras significa que somos responsables de los muros de ladrillos; muros que son una frontera para otres/as/os; muros que nuestros cuerpos sin diversidad funcional no experimentan como cis, blancas y occidentales; muros que para nosotras son aire (Ahmed, 2017). Por ello, es mi intención auto-invitarnos, feministas cis, blancas y occidentales, a empezar a luchar por una mayor conciencia social feminista y anti-capitalista práctica y real (prestando especial atención al purplewashing), recalcando la importancia de las prácticas feministas desde una perspectiva transnacional, trans-inclusiva, anti-racista, con cuerpos diversos e interseccional con todas aquellas opresiones y privilegios que, como puntúa Lucas Platero (2012), se encuentran en un “cruce de caminos”. Lo cual conlleva a hacernos responsables de nuestros privilegios cis-blancos y occidentales a través de actos conscientes, es decir, debemos estar dispuestas a reconocer nuestros privilegios, así como a perderlos (Bhandar and Ferreira da Silva, 2013).
Por ello, propongo este artículo como una acción promovida por el feminismo aguafiestas (feminists killjoys) de Sara Ahmed, lo que me lleva a animar a los diversos feminismos que se sientan aludidos a reflexionar sobre la creación de alianzas y espacios de escucha mutua, con la intención de aprender juntas/es a trabajar en unión, así como a responsabilizarnos de nuestras propias acciones. Especialmente, señalo al feminismo cis-blanco occidental español y, dentro de toda la incomodidad (necesaria) que ello pueda generar, a la urgente necesidad de comenzar a hacernos conscientes de nuestra opresora interna, así como de lo interiorizado y arraigado que seguimos teniendo el racismo en nuestra propia persona y entornos. Finalmente, como un acto de responsabilidad personal, social y feminista, quiero remarcar la importancia de desarrollar marcos conceptuales que aborden críticamente las desigualdades estructurales de las que son responsables los estados occidentales, cis, heteros y blancos, y de las cuales, como feministas cis, blancas y occidentales, también somos responsables. Con esta conclusión, espero que el presente artículo promueva una mayor reflexión, tanto interna como externa, sobre nuestros privilegios. Mi intención a través de estas palabras es crear una conversación bidireccional crítica y constructiva, especialmente enfocada en los movimientos feministas cis, blancos y occidentales (en los cuales me incluyo), con la esperanza de que se pueda dar lugar a una posterior reflexión que permita localizar y exponer los problemas que estamos generando y perpetuando a causa de nuestras acciones opresoras e invisibilizadoras (Ahmed, 2017).
Ana María García López, estudiante de primer año del máster GEMMA (Máster Erasmus Mundus en Estudios de las Mujeres y de Género), Utrecht-Polonia.
Bibliografía
Ahmed, Sara. (2017) Living a Feminist Life. Duke University Press.
Bhandar, Brenda and Denise Ferreira da Silva (October 21, 2013) “White Feminist
Fatigue Syndrome”. Critical Legal Thinking – Law and the Political, disponible en
http://criticallegalthinking.com/2013/10/21/white-feminist-fatigue-syndrome/
Cherríe Moraga (1983/2015), “La Güera.” en Cherríe Moraga and Gloria Anzaldúa (eds.), This Bridge Called My Back: Writings by Radical Women of Color, 4 edición (Albany, SUNY Press).
Donna Haraway (2015), “Anthropocene, Capitalocene, Plantationocene, Chtulucene: Making Kin.” Environmental Humanities 6: 159-165.
Fraser, Nancy (October 14, 2013) “How Feminism became capitalism’s handmaiden –
and how to reclaim it”. The Guardian, disponible en https://www.theguardian.com/commentisfree/2013/oct/14/feminism-capitalist-handmaiden-neoliberal
Platero, R. Lucas (2012), Intersecciones: Cuerpos y sexualidades en la encrucijada, Edicions Bellatera.
Rich, Adrienne (1929) Blood, bread and poetry: Selected prose 1979-1985. WW Norton
& Company.
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Me gustaría que entre las reflexiones sobre interseccionalidad se empiece a discutir también el vínculo entre feminismo, racismo, supremacismo, colonialismo y SIONISMO. Como feminista militante de la causa palestina, veo que en América Latina no se ha introducido este debate (que es muy rico en otras latitudes) y no se cuestiona para nada al sionismo como ideología y proyecto político colonial, supremacista y racista incompatible con el feminismo, al punto que muchas ven a Israel como un país normal, se creen los cuentos del pinkwashing (propaganda sionista para consumo LGBTIQ) y hay quienes si pueden hasta aprovechan viajes, becas o cursos que se les ofrezcan allí. Feministas como Angela Davis, Judith Butler, Nada Elia, Linda Sarsour y otras tantas están aportando mucho en esta dirección. Hay que empezar a escucharlas, y a introducir eso en la ecuación de análisis. Aprovecho a compartir al respecto mi aporte en el reciente Encuentro Internacional de Mujeres del Mundo con las Zapatistas, en el caracol de Morelia (Chiapas): https://mariaenpalestina.wordpress.com/2018/03/26/la-lucha-de-las-mujeres-palestinas-presente-en-chiapas/
No conocemos mucho el tema. Pero entiendo que también habrá feministas israelís. Incluso feminista israelís negras (descendientes de los falasas etíopes, que tienen sus problemas raciales en su país). Cual sería la situación ideal en cuanto al tema palestino?
Compañeras: el problema no es que sean israelíes, o judías. El problema es el sionismo. Lo malo es que el sionismo está inculcado en la sociedad israelí desde el jardín de infantes. Hay feministas israelíes que luchan contra el régimen y por los derechos palestinos (incluso están en el movimiento de boicot a Israel). Ellas tienen las cosas claras. Hay otras israelies que se dicen feministas pero son sionistas. Del mismo modo que en el mundo hay quienes no ven ninguna contradicción entre capitalismo y feminismo, o entre feminismo y militarismo (Hillary Clinton, por ejemplo), o que se dicen feministas pero explotan a mujeres pobres o de piel oscura… Esas contradicciones son las que tenemos que cuestionar desde una perspectiva de interseccionalidad.
Y las israelíes de origen africano, o incluso las de origen árabe (mizrahíes), por desgracia en su mayoría están cooptadas ideológicamente por el sionismo (a pesar de ser sumamente discriminadas). Quizás porque tuvieron que luchar mucho contra la discriminación en una sociedad racista y estratificada como es la israelí… y para ganarse un lugar, se asimilaron lo más posible a la cultura del grupo dominante.