Hemos leído el punto de vista de varias mujeres en su época de instituto hace unos años, también de padres que hablan de la experiencia de sus hijos, pero ahora yo quiero hablaros de mi presente y mi realidad como actual estudiante de instituto. ¿Las cosas realmente han cambiado?
Me llamo Sara, nací en España pero mi familia es de origen colombiano. A pesar de haber nacido aquí, descubrí que algo iba mal cuando escuché los primeros comentarios sobre mis rasgos, remontándonos a mis tiempos en primaria: que si era más morena, que si mi nariz era más chata, que si mis ojos eran más pequeños… Esto parecía inofensivo pero poco a poco mi autoestima fue bajando, hasta el punto de encontrarme en sexto de primaria deseando operarme la cara.
Al entrar en la época de instituto, todo fue a peor. Día tras día preguntándome que de donde era, y al instante de saberlo empezaron a humillarme hablando del narcotráfico en Colombia, que si en el morral traía cocaína, que mi madre seguramente era prostituta (según ellos, todas las mujeres colombianas lo son). Yo intentaba e intento pasar de comentarios así, pero es muy difícil de llevar.
Y no solo sufrí yo las consecuencias. Mi madre desde siempre se ha sentido excluida. Hemos tenido muchísimos problemas con la dirección escolar. Hace poco mi madre tuvo una reunión general y le pidió a la profesora que hablará español porque no entendía el catalán, y básicamente lo que le soltaron fue que estando aquí “era lo que había”.
¡No, no es lo que hay!
La realidad todavía es muy cruda. Aún quedan quedan muchas historias por contar y muchas que me quedan por vivir. Quiero ser tratada igual que mis compañeros blancos y poder disfrutar de mi época de estudios.
Estudiante de secundaria
La autora no quiere mostrar su rostro por si alguien de su instituto la pudiera reconocer.
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