
Soy hija de una pareja mixta. Mi madre es blanca y mi padre es negro. Nací y me crié en España, en una ciudad muy pequeña donde mis padres eran la única pareja de este tipo. Esto ya hacía que llamásemos la atención.
Recuerdo que un día, con 5 años, vi una película de la esclavitud. Me asusté y le pregunté a mi madre si se me iban a llevar y dar latigazos. Mi madre, sorprendida, me respondió: «tu eres blanca». Recuerdo ese día como si fuera hoy. Pensé que mi madre estaba loca, pues siempre estuve convencida de que yo era negra.
Sufrí burlas y todo tipo de discriminación de niña, de adolescente y ya de adulta. En el colegio, el instituto, entrevistas de trabajo, en el mismo trabajo, etc. Jamás le conté nada a mi madre. ¿Cómo se lo iba a decir si ella se engañaba a si misma queriendo creer que yo era blanca?
Tuve un noviazgo muy largo con un chico blanco. La gente de alrededor de mi novio le metía cosas en la cabeza y le decían cosas como: «cuidado todas las mulatas son putas», «son muy infieles», «te robará el dinero» Después de muchos años rompimos. Nunca nos casamos ni tuvimos hijos.
Entonces conocí al amor de mi vida y padre de mis hijos. El es negro.
Cuando se lo presenté a mi madre, por primera vez en mi vida me dijo: «Me gusta, está bien. Me parece bien con un blanco como con un negro, pues tu eres las dos cosas» Me puse muy contenta. Era un avance en la manera de pensar de mi madre que para mi tenía mucho valor.
Mi marido es trabajador, fiel y buen padre. No tenemos ningún problema, de pareja o familiar.
Pero mi lucha empieza porque la sociedad tanto blanca, mestizos y negros no entienden porque somos pareja. Muchos parecen no entender porque nos casamos.
Ya he dicho que siempre me sentí negra y nosotros nos vemos como una pareja negra. Pero la sociedad nos ve como una pareja mixta. Parece que para muchos es más aceptable blanco con negro que mixto con negro.
Yo vivía en un barrio de muchos dominicanos, y en muchas ocasiones cuando paseábamos por la calle con nuestros hijos eramos insultados y sufríamos burlas y risas. En este barrio nunca me pasó esto cuando tuve un novio blanco.
También he tenido que escuchar como algunas mujeres negras negras me ven como la blanca que les quita el marido. Luego algunos blancos nos miran con asombro (y mala educación) cuando vamos por la calle, como si no hubieran visto nunca algo parecido. Una vez incluso un hombre tuvo el atrevimiento de decirme: «Una negra tan bella como tu, ¿cómo es que está con un negro? ¿acaso eres racista?»
Nunca me imaginé que había tantos perjuicios y odio a que una una mujer mestiza se casara con un hombre negro. Parece que la sociedad solo viese normal blanquear. Rechaza lo negro de una manera visceral.
Hoy soy más sensible al tema de la negritud, pues veo que aún hay mucho racismo y prejuicio. Sobre todo siento mucha discriminación y rechazo a los mixtos como yo. Yo lo he recibido de blancos y negros, por ser las dos cosas.
Lucy
España
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«Mima, la burocracia de los norteamericanos es peor que la
nuestra, te lo juro, aunque por lo menos esta funciona. El papeleo
es tremendo y la cantidad de detallitos que hay que responder es
delirante. Con los cubanos la cosa no es tan complicada, aunque lo
parezca, al menos con la gente preparada como nosotros. Las planillas
que uno tiene que llenar son como un cuéntame tu vida: que
si tienes familia en los Estados Unidos, que si estuviste en el Partido
o que si tus padres o familiares cercanos han sido militantes; te
preguntan a la raza a la que perteneces y, por ejemplo, para que te
enteres, yo aquí no soy mulata, ni mestiza, ni «Hispana», aunque
hablemos español, ni nada de eso, sino «black», que quiere decir
negra. Y yo estoy segura que esa es una de las cosas por las cuales hemos
decidido irnos a resolver por nuestra cuenta fuera de la familia
de Javier, pues ya he notado, no en mi presencia, desde luego, pero
he podido darme cuenta de que no soy muy bien aceptada entre
ellos, y Jorge no quiere enfrentar la situación.
Aquí en San Agustín la gente que tiene más o menos mi tez
se debe al sol de la playa, porque por acá arriba hay muy poca gente
de color.
¡Pero te imaginas decir que yo soy negra! Cuando vieron en
mi planilla que en el cuadrito donde dice Origen Étnico puse que
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era cubana, con mayúscula me pidieron rápidamente que pusiera
lo que tenía que poner. Y para evitar complicaciones puse «mestiza
», y me pidieron que agregara a qué grupo indígena pertenecía,
entonces, sin entender muy bien al principio lo que querían que
pusiera, una muchacha cubana, muy simpática ella, que habla
el inglés como los norteamericanos y que trabaja voluntario en
la ubicación de los refugiados cubanos, me recomendó que pusiera
«Black Hispanic», que es como decir «Afroespañola», y así
todo el mundo quedó satisfecho, pero lo de «Cubana» lo puse
dos veces.
Por aquí no se usa eso de parejas de diferentes razas, como en
Cuba. Porque hasta en Europa eso está de moda. Es más, no he visto
a ninguna. Las pocas veces que hemos salido a pasear por la parte
vieja del pueblo que está cerquitica del «Castillo de la Fuerza»
de San Agustín —le decimos así porque el Morro de San Marcos,
como efectivamente se llama, tiene tremendo parecido con el que
está frente a la Plaza de Armas, en La Habana Vieja—, notamos
cómo la gente nos mira, o pensamos que nos mira, porque se nota
que no somos de por aquí, no sé si por la forma de vestir y de hablar,
y me he dado cuenta de que Javier y su mujer, que se han adaptado
muy bien a esta forma de vida de por aquí, no se sienten del todo
muy cómodos con nuestra presencia.»
Las Criadas de La Habana, fragmento. Pedro Pérez Sarduy