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jueves, marzo 28

Entendiendo el Afrofeminismo

Entendiendo el AfrofeminismoResumen: En el siguiente post, me gustaría discutir sobre la utilización del término mujer, el papel de la raza, qué le preocupa a la mujer negra y por último el papel del enfoque analítico y testimonial en el Feminismo Negro.

Cuando hacemos uso del término mujer traemos a colación  una serie de asuntos como la opresión patriarcal, la conciliación o la  violencia de género. Se da por sentado que el análisis de todas estas cuestiones son importantes para que el sujeto se empodere.

Llegada la conciliación de la vida laboral con la vida privada,  por ejemplo,  la mujer no tendrá que hacer malabares, podrá dedicar tiempo de calidad a lo que le interesa, y sobre todo no tendrá que escoger entre su vida profesional y eso que le interesa. Se podrá permitir decir que tiene un espacio para todo sin renuncias, sin dejar de ser ella.

La opresión patriarcal está muy relacionada con lo anterior. El desarrollo de la mujer en una sociedad como la nuestra no fluye todo lo que podría ser porque básicamente vivimos en un mundo diseñado para que el hombre triunfe profesionalmente y la mujer se sacrifique por la familia. De lo contrario no es normal por ejemplo que la baja de maternidad dure apenas 4 meses cuando es de conocimiento público que la lactancia como mínimo debe ser durante 6 meses y si es prolongada mejor y por otra parte el padre sólo tenga 15 días libres después del nacimiento. Estas cosas no se entienden e incluso se consideran nimiedades hasta que  se es padre o madre y nos damos cuenta del terrible error que se comete y el nivel de estrés al que se nos somete como mujeres a menos que decidas no trabajar con todo lo que eso implica en materia de independencia económica  y realización personal.

Todo esto desde mi punto de vista me parece loable y no podría hacer otra cosa que empatizar con estas luchas. Sin embargo si hablamos de mujer sólo en torno a estos aspectos, estaríamos limitando el debate,  porque efectivamente el feminismo ilustrado nació en el siglo XVIII  para reivindicar el rol que ocupaba la mujer occidental. En cambio, el feminismo negro no tiene nada que ver con esto.

El debate  patriarcal es  clave para entenderlo: si para hablar de nosotras, como mujeres negras, hacemos alusión  en primer lugar a nuestra relación con la opresión patriarcal, estamos abordando nuestras causas desde el lenguaje colonialista.  Estamos aplicando en definitiva experiencias ajenas a nuestra vida. Porque cuando el feminismo negro surgió, reivindicaba cosas muy diferentes. Cuestiones como la raza, el origen y sobre todo el reconocimiento de ellas como mujeres. El Feminismo Ilustrado entonces, no fue consecuente con sus luchas por la mujer  porque antepusieron la primacía de la raza y la clase antes que empatizar con las primeras feministas negras. Aún tenemos un problema con esto y debería ser motivo de análisis que comenzaría, desde mi punto de vista, con el institucional.

Me preocupa como actualmente instituciones relacionadas con la mujer aún a día de hoy me sigan considerando una No Mujer cuando me remiten directamente a oficinas relacionadas con la inmigración porque para ellas no soy una mujer sino una inmigrante. Esta es una reivindicación más del Feminismo Negro. Las instituciones aún actúan de manera muy similar a las feministas ilustradas del s XIX y ppios del XX.

La historia del pensamiento, los tratados filosóficos no son otra cosa que la reflexión a posteriori de experiencias concretas de sujetos concretos. La pregunta es cómo es posible que aún se hable de mujer desde el feminismo ilustrado; cómo sus experiencias han sido trasladadas a las mujeres negras o a las mujeres no occidentales. 

¿Qué le preocupa a la mujer negra?

En primer lugar le preocupa cómo es pensada, cómo se ha construído la idea sobre ella. Para esto como bien sabemos habría que remontarse a la esclavitud, es decir a aquella época en la que nuestros antepasados fueron considerados desalmados y por tanto menos humanos.

Las mujeres negras no eran mujeres, eran seres a los que se les podía violar «legítimamente». Dentro de esa sociedad patriarcal, no gozaban de ninguno de los privilegios que el hombre había decidido otorgar a la mujer. Por lo tanto si una cosa es injusta la otra es peor.

Estas construcciones  a lo largo del tiempo no han hecho otra cosa que ganar en sutilidad, pero ahí se mantienen.

Pongamos por caso la historia de muchos funcionarios afrodescendientes españoles,  a quienes aún a día de hoy se le sigue preguntando adónde van cuando entran en su centro de trabajo.  También nos preocupa  que a nuestros hijos, sencillamente españoles, se les consideren menos nativos y se les extranjerice porque a día de hoy no se entiende que los españoles negros existen.  Y si, eso preocupa porque entonces tienen que demostrar el doble todo el tiempo para aspirar a lo mismo que el resto.

También preocupa que una parte de esa gran comunidad quiera blanquearse, que no quiera seguir siendo negra y aún más cuando se justifica y se coloca al mismo nivel que la opción de ser rubia hoy y morena mañana; cuando sabemos perfectamente que este fenómeno está directamente relacionado con la percepción de la negritud que se ha creado en las sociedades occidentalizadas, es decir tanto en los países occidentales  como en los países que repiten ese modelo.

La mujer negra aún es percibida como servil, ignorante, con escasa formación cuando en realidad no era tan simple ni siquiera en los comienzos del feminismos negro. Si bien es cierto que las primeras feministas negras fueran ex-esclavas iletradas, eso no constituyó un impedimento para tener muy claro qué querían para ellas. Ya lo veis en el discurso de Sojourner Truth. Con un lenguaje sencillo reflexiona sobre el proceso de deshumanización al  se ha sometido a la mujer negra al punto de ser considerada la NO  MUJER  y de aquí viene, por ejemplo, que aunque mi abuela fue la que limpió para que mi madre fuese psicóloga y yo también fuese a la universidad, la sociedad sigue valorándome como si aún viviéramos en la época de mi abuela. Y  esta es otra reivindicación de las Afroféminas.

Hablar de mujer sin tener en cuenta estas consideraciones, es incurrir en el enfoque racista  desde el que está construido el término mujer. Y es que la cultura occidental es en su base excluyente. La Filosofía, al decir del profesor Ramón Grosfoguel de la Universidad de Berkeley, debería repensarse y descolonizarse. De lo contrario continuaremos aplicando las experiencias de unos pocos a una inmensa mayoría colocando así en una posición inferior y por ende carente de legitimidad al resto de formas de producción de conocimiento.

Por otra parte, por más que se repita que todas somos mujeres y todas somos iguales, esta afirmación no dejará de necesitar algunos matices. Lo primero es decir que no, no lo somos. Y no tenemos, a la vista está, la misma historia. Por lo tanto cuando hablamos de mujer y de sus debates no estamos hablando de lo mismo. Por ejemplo mientras que en las sociedades hegemónicas se consideraba el matriarcado una desviación y un motivo para catalogar a la mujer negra como abandonada, nuestros antepasados lo consideraban una forma de resistencia. Y no me extraña que fuese así: cuando los negros llegaron, encontraron una sociedad y un sistema de valores ya construido al cual se les pedía que se adaptaran a la vez que se les echaba a través del racismo institucional. Esto forma parte de la historia del feminismo negro. La raza y el género son inseparables cuando se trata de Afrofeminismo. Y no me refiero a la corriente Womanist sino al  Afrofeminismo donde interesa la raza, el origen y las identidades diaspóricas. Es preciso hablar de la mujer negra porque siempre lo ha tenido que hacer en la intimidad, en los espacios limitados.

La falsa igualdad es una de las causas que han llevado a la invisibilidad a la mujer negra. Tenemos preocupaciones muy específicas, muy particulares que nacen de nuestra experiencia vital y no de un sistema filosófico del siglo XVIII.   La raza nos condiciona y aunque vivimos en países donde cuesta sobremanera entablar debates sobre racismo dada  la incomodidad que produce a una inmensa mayoría, no creo que se deba silenciar porque aparte por razones obvias,  es muy importante para el empoderamiento de la mujer negra.

¿Cuándo una mujer negra se empodera?

Primero cuando puede hablar de lo que le interesa como persona, cuestiones como el tratamiento mediático de su belleza o la presencia de ellas desde el estereotipo. Cuando se sepa y se de cuenta que no es cierto todo lo que se le ha dicho hasta el momento sobre nuestra naturaleza: mujeres hipersexuales a quienes se les suele confundir repetidas veces con trabajadoras sexuales, con apenas un par de talentos, malhumoradas, poco inteligentes, con una belleza no a la altura de lo que se busca y otros insultos.

¿Cuál es la solución? Desde mi punto de vista se deberían facilitar los espacios para hablar de estas cosas, eventos dirigidos a todo el mundo porque hasta que estas cuestiones  no se discutan, no se debatan,   no creo que nadie esté en condiciones de empatizar con todas estas reivindicaciones y entender así los procesos de cosificación a los que se le somete a la mujer negra.

Para terminar tengo que decir que creo en los colectivos que agrupen mujeres afro pero también creo que es importante contar con los puntos de vistas de otros colectivos femeninos. El afrofeminismo como el llamado feminismo ilustrado no son El Feminismo, sólo representan segmentos del verdadero feminismo que me atrevo a denominar Feminismo Inclusivo.

Deberíamos trazar estrategias dialógicas, pero siempre de igual a igual, todas las mujeres, todos los puntos de vista y todas las formas de producción de conocimiento, el análisis pero también el testimonio y la experiencia vital de la mujer negra, estos dos últimos imprescindibles para que el feminismo negro no desaparezca o no se convierta en una parodia de sí mismo.

Es importante confluir insisto, pero hay que cambiar las lógicas de encuentro. No me interesa abrir debates donde aparezcan dos grupos: feministas y feministas multiculturales o étnicas porque esto significa que no hay una verdadera inclusión y que el feminismo ilustrado  aún se siente legitimado para encabezar los debates.

Por otra parte el presente discurso no sólo representa mi punto de vista sino el de tantísimas mujeres afrodescendientes que han querido compartir sus testimonios con  Afroféminas.

AntoinettetsCV_AfroféminasAutora: Antoinette Torres Soler

Directora de Afroféminas

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