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viernes, marzo 29

II Guerra mundial. Muerte, horror y negritud.

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Durante la I y la II G Mundial, las colonias africanas sirvieron para sostener las débiles economías de guerra europeas. El continente negro proveía a la metrópolis de materias primas útiles a muy bajo coste y, además, dotó de gran cantidad de hombres a las tropas que lucharon contra el fascismo.

Los británicos, por ejemplo, construyeron su ejército a base de la contribución de irlandeses, asiáticos, africanos y caribeños. No obstante, esta práctica no es exclusiva de la época colonial, puesto que los romanos también hicieron algo similar en su momento. Ellos usaban como soldados a las personas de las naciones conquistadas para anexionar más territorios en nombre del imperio.

 Inglaterra comenzó con esa práctica en el s.XIX, cuando envió caribeños a África para proteger sus intereses en el continente. A decir verdad, la Fuerza de la Frontera Africana Occidental, al servicio de los ingleses, fue una de las más vigorosas en la conquista de las colonias de África Occidental. Los soldados eran africanos y los oficiales, ingleses.

 Así, pues, los africanos tuvieron una triple función dentro del continente: Por un lado, aplacar los movimientos nacionalistas contrarios a la colonización europea; por otro, combatir al resto de potencias coloniales en África y, por último, ya fuera del continente, como tropa trasladada a cualquier campo de batalla en el que fuera necesaria. Paradigma claro de ello fueron la Primera y la Segunda Guerra Mundial. 

Los franceses fueron los que más provecho supieron sacar del contingente africano.

Desde 1912 comenzó el reclutamiento a gran escala. En la Gran Guerra, un total de 200.000 personas del África Occidental Francesa que padecieron unas condiciones de semi-esclavitud y que lucharon contra los alemanes en Togo, Camerún y en Europa, lugar en el que perdieron la vida, alrededor de 25.000. A esa aciaga cifra, habría que sumar la cantidad de lisiados que regresó del frente. En la II Guerra Mundial, la situación se repitió: Cuando la metrópolis capituló frente a Alemania, Felix Eboué, desde el África ecuatorial francófona, logró movilizar a sus compatriotas contra el fascismo, de hecho, proporcionaron la base para el contraataque que ayudó a De Gaulle a devolver a Francia (la europea), su libertad.

Sin embargo, esto no significó el final de la participación africana en contiendas ajenas. Prueba de ello fue Madagascar en 1948 o Indochina en 1954…

No hay demasiados estudios relativos al uso de tropas negras en los conflictos bélicos, con todo, los que hay reflejan un patrón similar de comportamiento, da igual la nación que encabezara tales tropas.

Los estadounidenses, no tenían colonias en África, pero sí una gran proporción de población negra en su propio país que no recibía un reconocimiento igual que el resto de sus compatriotas debido a la segregación que existía ahí. El conjunto de leyes del Jim Crow, condenaba a la minoría negra a una situación de inequidad por motivos raciales con respecto a los estadounidenses blancos.

Cuentan que una de las primeras experiencias de estructura cuasi horizontal y «daltónica» desde un punto de vista étnico fueron los brigadistas internacionales que combatieron del lado republicano en España en 1936. Sin embargo, parece que la Guerra Civil Española pudo suponer un paréntesis pero, de ninguna manera, el fin. De hecho hubo motines de los soldados negros hasta la Guerra de Vietnam (incluida).

Este trato desigual, también se dio en el Regimiento Africano Occidental, francés, al que se prohibió el uso de zapatos. Hechos como este motivaron que también se dieran amotinamientos en las campañas europeas.

Hubo parte de los soldados negros que fueron reclutados a la fuerza, otros en cambio, se alistaron de forma voluntaria. Y por qué, se estima que hubo dos motivos fundamentales para ello:

  1. Exhibición de orgullo y dignidad africana como personas capaces de luchar.
  2. Pensaban que, tal vez, así podrían obtener la libertad de las colonias por el agradecimiento que, entendían, tendrían que tener las metrópolis. Cosa que, por supuesto, jamás se hizo realidad. La descolonización no fue una recompensa sino el resultado de un movimiento independentista tenaz y, en algunos casos, de conflictos bélicos.

Las consecuencias del alistamiento voluntario o forzoso fueron, lógicamente, la muerte, la enfermedad y el encierro en los campos de concentración nazi. Y precisamente, en lo concerniente a los campos de exterminio hay que decir que, hubo más negros de los que la mayor parte creemos en esos lugares. Africanos, afroamericanos y también afroeuropeos..

Mientras que el papel de los afroamericanos y los africanos ya lo hemos analizado, el de los afroeuropeos no, de modo que lo desarrollaré sucintamente ahora.

La presencia de negros en Europa no es nueva. Desde el principio de los tiempos la población se ha trasladado de un punto a otro del planeta sin atender a fronteras. De modo que, es lógico que en todos los continentes hubiera elementos cuyo origen fuera foráneo. En el caso de Europa, hubo grandes olas, los fenicios, los norteafricanos, los africanos que llegaron con la esclavitud y de forma más reciente, si nos situamos en el entorno temporal de las Guerras Mundiales, las personas que fueron a estudiar o trabajar a sus metrópolis (muchos en el mundo del espectáculo).

Se calcula que, en Berlín, poco antes de la Gran Guerra había alrededor de 1800 afroalemanes. Pero quizá antes de proseguir, habría que detenerse en el asunto de los afroalemanes. Hitler habló de ellos en 1923 en su libro «Mi Lucha», decía que «los judíos habían llevado a los negros a la zona de Renania a fin de bastardizar la raza aria». Para el führer y gran parte de alemanes imbuidos de su pensamiento era una terrible humillación el haber perdido la guerra contra una Francia negra. Les llamaban «soldados de chocolate», y como muchos se quedaron en los territorios del Rhin (en disputa entre Francia y Alemania), volcaban contra ellos sus frustraciones. Gran parte de la sociedad les llamaba «la vergüenza negra», temían por sus mujeres, y por la mezcla que podría derivarse (y que ya se estaba produciendo) del contacto entre ambas comunidades. El fruto de tales contactos, los mestizos, eran juzgados como impuros, tanto es así que Hans Macco, un médico alemán, habló de la posibilidad de esterilizarlos para evitar el crecimiento de la «mancha negra». En esta época ya había unos 24.000 africanos en toda Alemania. El panorama era muy hostil para ellos. Los negros americanos que residían ahí podían regresar a sus países, los africanos igual, pero ¿qué había de los que eran de allí?. Alemania era su país, la única realidad que conocían, la suya, pero estaban señalados, amenazados y hostigados.

Se ha hablado mucho de las Leyes de Nüremberg y los judíos, pero poco de su relación con los negros. Se promulgaron en 1935. El artículo 13 decía que «la tierra sólo pertenece al que tiene sangre alemana o lo aparenta. No es de sangre alemana aquel que por sus ancestros, de lado paterno o materno, tenga una fracción de sangre judía o negra». Desde su entrada en vigor, los afroalemanes, automáticamente perdieron su ciudadanía, su derecho a ir a la escuela, a entrar en las juventudes hitlerianas… Hitler, incluso prohibió que se radiara el jazz porque dado que era música negra entendía que se trataba de un estilo degenerado.

La mitad de los afroalemanes que se quedaron en el país fueron enviados a campos de concentración, la otra mitad fueron esterilizados. Esterilización que, por cierto, se llevaba a cabo sin anestesia.

No obstante, la mayor parte de los negros que ingresaron en los campos de concentración nazi, lo hicieron por su filiación a partidos de izquierdas, por su lucha en las resistencias antifascistas a lo largo y ancho del continente, y no por su color. Eso sí, en el interior de los campos les separaban del resto de compatriotas y les confinaban en módulos separados, de negros íntegramente.

Uno de los negros que tuvo la desgracia de pasar 4 años de su vida en ese infierno nazi fue José Carlos Grey Molay. En su ficha de entrada ponía que era voluntario español rojo originario de Cataluña. Era negro. En realidad venía de Guinea Ecuatorial, antigua colonia española. Fue a España a estudiar medicina, en Cataluña aprendió el idioma y se integró en el movimiento de defensa de la república. El avance franquista provocó que, como tantos otros, se desplazara a Francia, lugar en el que se integró en la resistencia contra el movimiento de Petain. En 1941 le capturaron y le llevaron a Mauthaussen.

En breve, sabréis más de él…


Bibliografía:

«De cómo Europa subdesarrolló África» de  Walter Rodney

«Negros en los campos de concentración nazi» de Serge Bilé


Lucía Mbomío

Periodista, actualmente en “Aquí la Tierra” en TVE
Twitter @luciambomio 
Istagram: luciambomio


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