sábado, diciembre 13

Endorracismo latente. ¿Hasta cuando?

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Días atrás salí rumbo a casa de un amigo. Usé el sistema público de transporte de la ciudad.  En algún momento del viaje dos mujeres una con facciones indígena y otra negra abordaron la ruta y se sentaron junto a mí y al estar tan cerca no podía evitar escuchar la conversación que sostenían. La mujer negra hablaba de su proyecto de negocio: montar una barbería en el centro de la ciudad.

La conversación fue tomando su curso hasta llegar a tema del uso del cabello natural y afro.  A ella, desde su perspectiva de negocio, le resultaba inentendible que ahora las mujeres ya no quieran cepillar su cabello porque prefieren llevarlo suelto y “desorganizado”, y mucho menos concebía que muchas mujeres negras ya no contemplaban con el mismo furor de años atrás el uso de cremas alisadoras y las planchas: “…no sé, ahora quieren usar el cabello con esos afros desordenados, espelucados pudiendo llevarlo cepillado y arreglado…”Yo, sentada a su lado con dreadlocks en el cabello, pensé en la cantidad de mujeres negras que siguen reproduciendo este pensamiento de forma consciente o inconsciente ante el mundo.

Confieso que la sangre me hirvió, me tocó las fibras de mi ser e inmediatamente me dije: debo hablar, debo expresar mi punto de vista, pues de nada sirve manejar un discurso en eventos de reivindicación y dentro del movimiento negro y al salir a las calles no reaccionamos ante estos episodios de racismo y discriminación. Estos discursos y construcciones mentales son los que desde la colonización han servido para mantener a los y las esclavas divididas y evitar un plan de fuga o de sublevación. El colonizador sembraba el odio y la rencilla entre los esclavos y muchos los siguen reproduciendo hoy.

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Entonces tomé la palabra y respetuosamente les dije: “no pude evitar escuchar lo que hablan, y me refiero al punto de vista sobre el uso del cabello natural y afro. Las narrativas actuales de las y los negros reivindican el uso del cabello afro y natural, pues hemos comprendido la riqueza ancestral que traen consigo”.

La señora se sintió un poco apenada y la otra sonrío apenada también. De inmediato sin dejarme terminar me dijo: “entiendo, pero igual las blancas también ya no quieren cepillarse el cabello, prefieren tenerlo suelto y desarreglado”. Finalmente no pudimos concluir pues habíamos llegado a nuestro destino.

Esa tarde no dejé de pensar en ese episodio y me pregunté varias cosas: ¿cuántas mujeres negras siguen multiplicando ese pensamiento, y cuántas siguen creyéndolo y asumiéndolo? ¿Cómo llegar a todas esas mujeres negras que no son académicas ni activistas y que desconocen la trascendencia histórica de nuestros peinados?

Celebro cada evento que se hace alrededor de nuestro legado ancestral pero a partir del episodio de aquella tarde entendí que compartir toda nuestra historia con la gente de siempre no transciende el momento de pensar en mayores alcances de empoderamiento.

Reflexioné: ¿y si esta mujer negra en vez de una barbería monta un salón para cuidados del cabello afro, sabiendo que es ahora una constante en las mujeres que le rodean o que ve en las calles? Ella está convencida que montar una barbería que será visitada en su mayoría por hombres es una excelente idea de negocio. No intento juzgarla, me planteo otras posibles visiones o alternativas.

Es por esto que vivir la ciudad y su movilidad implica encontrarse con la máxima expresión de la diversidad y la pluralidad, personas de todas partes del país, de todos los colores y procedencias. La presencia de afrodescendientes, afrocolombianos, negros en la ciudad de Santiago de Cali alcanza un porcentaje aproximado al 60% según un reciente estudio de la Consejería de Asuntos Afrocolombianos de la Alcaldía (Fuente: Diario el País). Esto implica una cantidad considerable de afros circulando por las calles, en universidades, colegios, sistema de transporte, plazas, empresas, etc. Somos muchos y a pesar de esto, el racismo sigue latente incluso entre nosotras mismas.

Sin duda el trabajo es arduo e identificar estos momentos nos ayuda a comprender el contexto de nuestra ciudad y en definitiva, el trabajo colectivo es vital para lograr la eliminación de las desigualdades y todas las formas conexas de discriminación.

1982366_1487497091463976_1125772697168920352_nMILI PARDO (directora Afroféminas Colombia): estudiante de sociología, con experiencia en trabajo comunitario con comunidades negras del departamento del Cesar y con intereses investigativos en afrofeminismo.

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15 comentarios

  • meli

    Es muy cierto el mayor problema lo tenemos entre nuestros propios compatriotas o personas negras, mestizas……pero hay esperanza muchas peluqueras de las que conozco y no te hablo de una gran ciudad, están dejando su pelo natural y acesorabdo a sus clientas que dejen los productos químicos aunque sigan estilizado su pelo para llevarlo liso y en este camino muchas han llegado a amar su pelo.
    Solo puedo añadir que estamos en el caminó y que en poco tiempo hemos conseguido mucho. Además debemos ser tolerantes porque al menos en mi caso fue un paso duro, me sentí fea, poco femenina y desareglada.

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