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jueves, marzo 28

Hebras de identidad


Cada parte que conforma el cuerpo humano cumple una función vital en nuestra vida y además una social, la cual se desarrolla muchas veces de forma inconsciente, pero cambia las dinámicas de relación que establecemos con los demás. Por ejemplo, nuestro cabello puede representar parte importante de nuestra ideología y contar a grandes rasgos características que definen lo que somos y queremos. Al igual que la ropa, el cabello es una muestra de lo que nos gusta, la música que escuchamos, actividades de preferencia y el tipo de gente que nos rodea. 

El cabello, según cada cultura y época está asociado a la fertilidad, la fuerza, el poder y la libertad. Éste, trae consigo un legado ancestral que resiste en la medida en que hacemos uso de él. En la antigüedad, las comunidades afro, tejían las trenzas para plasmar allí las rutas que debían seguir los esclavos para alcanzar la libertad: las mujeres se reunían en el patio para peinar a las más pequeñas, y gracias a la observación del monte, diseñaban en sus cabezas un mapa lleno de caminitos y salidas de escape, en el que ubicaban montes, ríos y árboles más altos. Los hombres al verlas sabían que rutas tomar(1).

Este tejido tan popular en la actualidad, en su época no solo permitía la libertad, sino que empleaba el cabello para escribir la identidad y la historia, dejando un legado cultural que hoy es empleado como parte del ser afro, y sigue creando resistencia a través de la memoria, del no olvido, aunque hoy por hoy, su significado es distinto.

Nuestro pelo es sinónimo de identidad y a través de él, establecemos una comunicación íntima con nosotros mismos. En el instante en que lo peinamos, lavamos, teñimos y adornamos, lo preparamos para presentarlo a los demás. Como en el maquillaje y en el vestir, al peinarnos establecemos un ritual de preparación al mundo exterior, ya sea con el propósito de que los demás conozcan quien somos, de imponer una idea, de mostrar nuestro desacuerdo con algo o para visibilizar algo o a alguien.

Así, el pelo más que una extensión del cuerpo, es una herramienta visual que sirve para comunicarnos, y aunque lo hagamos de forma indirecta, éste es un medio idóneo para lograr la diferencia en medio de tanta masividad y visibilizar costumbres perdidas en el mundo de consumo.

Llévalo como quieras, crespo, trenzado, liso, afro, con rastas, rapado, teñido… Pero LÚCELO, tu cabello es un contenedor de batallas, historia, caminos transitados, resistencia, memoria y presencia. Por eso es diferente, por eso sus fibras son gruesas y difíciles de romper, por eso es áspero, denso e impermeable. Por eso es como es, porque no olvida, porque desde lo que es reconstruye el pasado y construye el futuro.

Que no te avergüence, MUÉSTRALO.

Nota

(1) MENDIVELSO, Nelly (2004): “Mapa de fuga y otros secretos afro”. Revista Unimedios, Universidad Nacional, Bogotá.


Ana María López

Socióloga

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