Reflexión acerca que nuestra imagen, y de lo que es bello para nosotras las mujeres negras, a la vez del concepto de belleza que reflejamos.
Ocasionalmente con el día a día y la costumbre veo muy tonto el reflexionar acerca de la estética de nosotras las negras, pero al ir desglosando por pedacitos la cotidianidad, veo claramente el bombardeo de imágenes ajenas de belleza con la que regimos nuestras vidas, asumiéndolas tan nuestras y tan inmutables.
Desde la tierna infancia, donde todo se observa y se imita, pasando por la adolescencia y llegando a la adultez, fuimos, somos y seremos bombardeadas constantemente y en desventaja con imágenes donde no encajamos o lo hacemos a medias a punta de dinero y duro sacrificio.
Imágenes de mujeres negras que son «feas», mujeres negras trabajando duro para blanquear sus facciones y mujeres que nacieron negras pero que parecen blancas, son los modelos que ampliamente son mostrados en los medios, quedando pequeños espacios para las mujeres que son, se ven y sienten negras, reducidos a clichés de mujeres radicales, rebeldes, conflictivas o artistas.
Al reflexionar acerca de este hecho de la manera más coherente, observamos a mujeres negras que cambian su cabello, sus facciones, y hasta su color de piel, evidenciando un conflicto de algún tipo. Y más cuando este hecho es totalmente normal y asumido con tal naturalidad que llega a formar parte fundamental de la vida de una comunidad, como es el caso de la comunidad afrofemenina.
Quizá suene exagerado, pero detallen y vean que no estoy errada; calculen cuántas mujeres negras dentro de su círculo familiar, de amistad y laboral, llevan algún tipo de desriz, extensiones, esconden su cabello natural, se han operado la nariz, o de alguna manera por más sencilla que sea, han modificado su aspecto para verse «más blancas». En retrospectiva recuerden si cuando niñas pensaron que de adultas llevarían su cabello natural, y si existían modelos cercanos de mujeres negras con cabello afro, sin químicos y postizos.
Ahora veamos lo que muestran los medios, los de aquí y los de afuera; las publicidades, los reality shows, las novelas, las películas, en fin. Aquí en Venezuela, de un tiempito para acá vemos con más frecuencia imágenes de gente NORMAL en televisión, principalmente en canales del estado o comunitarios, vemos publicidades con mujeres y hombres afrodescendientes.
Pero no hace mucho, veíamos a una Gledys Ibarra y a un Franklin Virguez que parecían ser los únicos negros que sabían actuar, o a una Dayra Lambis que a pesar de ser la «Primera Miss Venezuela Negra» es tan lacia y perfilada como Irene Saenz.
Los cambios que vemos han sido impulsados por el hecho de vivir una revolución, que busca la reivindicación del pueblo, de los pobres, de los excluidos de siempre. Y a pesar de que no sean cambios suficientes, afuera de nuestras fronteras pareciera estar la cosa peor, basta ver un rato de televisión por cable, para no ver ni un negro, o verlo haciendo de payaso o delincuente.
Claro, los EE.UU. muestra en sus pantallas a un Presidente negro y a una Primera Dama del mismo color, a Opra Winfrey, a Beyoncé y a Tyra Banks, y así, contadas personalidades que se muestran en televisión por cable, que a pesar de haber nacido negros, se muestran tan blancos, alisados y perfilados como el más rubio. Evidentemente existen excepciones, pero no casualmente los modelos a seguir son los amoldados.
Así que llegamos a una realidad que nos obliga a no reconocernos, a avergonzarnos de nuestro aspecto, y a gastar no casualmente, mucho dinero y esfuerzo en vernos «mejor», más «delicadas», más BLANCAS. Pero basta con vernos bellas a través del velo impuesto, basta con darnos cuenta que como somos, somos hermosas, y que la belleza de la mujer negra reside en eso, en ser NEGRAS, con nuestra sonrisa, nuestro brillo, nuestras facciones, nuestro cabello, en fin.
Celebremos y enorgullezcámonos de nuestra herencia y de lo que representa nuestro aspecto, nuestro color, nuestra negritud.

Jessica Cueto

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Muy bueno el artículo, sin embargo, pienso que más haya de discutir si nos alisamos, ponemos extensiones, usamos afro o un turbante, se debe plantear un problema a nivel educativo que es el que mantiene a la mujer negra en nuestros países como el último eslabón en la pirámide social, en donde se presentan los mayores índices de analfabetismo, donde las oportunidades laborales son mínimas, Donde mayor hay problemas de salud. Por lo tanto que más da como nos veamos sin conocimiento. Personalmente pienso que cada cual debe escoger como se quiere ver, aunque pienso que el blanqueamiento de piel presenta un alto problema de autoestima. Yo me aliso y me alisare y con esto no pretendo ser blanca, no creo que las blancas que se hacen trenzas pretendan ser negras, sólo es cuestión de como se quiere lucir.
Te doy la razón amiga, los grandes problemas en la comunidad afro son de desigualdad social. Pero el autoreconocimiento es un paso adelante en el autoestima de un colectivo, mas en el caso del nuestro, que por siglos ha sido objeto de exclusión. Personalmente creo, por experiencia propia, además, que la estética en nuestro caso ha sido una herramienta para el maltrato, para hacernos sentir menos, y el rescate de esta es una muestra de resistencia y de amor propio. No juzgo a quien se resricé, yo lo hice en la primera oportunidad que tuve, siguiendo estándares, reglas tácitas, no fue realmente mi elección, fue el deber ser, y al dejar de hacerlo me enfrente a una sociedad que me juzgó por atreverme a llevar el cabello con que nací.