Cuando vi la fotografía de Saartjie o la Venus hotentote, me fijé especialmente en la tristeza de su mirada. Una mirada tan triste que una vez conocida su historia está completamente justificada.
La vida de Saartjie o la Venus hotentote, como acabaría conociéndosela, es una de las historias más lacerantes e increíbles que conocemos. Su aventura habla de la esclavitud, el racismo y un cúmulo de horrores cometidos contra la raza negra, el pueblo africano y al final toda la humanidad.
Sara, es quizá el caso más flagrante de ser humano cosificado. Lo vivido por Sara merece ser recordado y explica muchas cosas de nuestro presente sobre cómo nos vemos, nos sentimos y cómo debemos reivindicarnos. La vida de Sara fue llevada al cine en 2010 y su historia es la que sigue:
Sara Saartjie Baartman nació en 1789 en el río Gamtoos, que hoy es conocido como el Cabo Oriental. Pertenecía a la tribu khoikhoi. Sara se crió en una granja colonial donde su familia probablemente trabajó sirviendo. Su madre murió cuando ella tenía dos años de edad y su padre, que era un arriero de ganado, murió cuando ella llegó a la adolescencia.
Cuando Sara tenía dieciséis años su novio fue asesinado por los colonos holandeses. Poco después, fue vendida como esclava a un comerciante llamado Pieter Willem Cezar, que se la llevó a Ciudad del Cabo, donde se convirtió en esclavizada cumpliendo labores domésticas. Fue durante este tiempo que se le dio el nombre de «Saartjie», un diminutivo holandés para Sara.
Las grandes nalgas de Sara Baartman la hicieron objeto de fascinación por los europeos coloniales.
El 29 de octubre de 1810, Sara supuestamente habría «firmado» un contrato con un cirujano, que viajaba en un buque Inglés llamado William Dunlop, amigo de su amo y patrón Cezar y de su hermano Hendrik. Al parecer, los términos de su «contrato» eran que iba a viajar con Hendrik Cezar y Dunlop a Inglaterra e Irlanda para trabajar como empleada doméstica, pero además seria exhibida para fines de entretenimiento. Ella iba a recibir un «porcentaje de las ganancias» de sus exposiciones y se le permitiría regresar a Sudáfrica después de cinco años.
Dos razones hacen dudar de la firma de dicho “contrato”. La primera es que ella era analfabeta y provenía de una tradición cultural que no poseía escritura, sino que se basaban en la oralidades para mantener su historia y registros. En segundo lugar, las familias Cezar atravesaban una profunda crisis financiera y se sospecha que usaron la venta de Sara para ganar dinero.
Las grandes nalgas de Sara Baartman propias de su etnia y coloración inusual la hicieron objeto de fascinación por los europeos coloniales, los que presumían que eran racialmente superiores. Dunlop quería llevar a Sara a Londres y convertirla en una rareza para la exhibición.
Sara es llevada a Londres, donde fue exhibida en el edificio en Piccadilly, una calle que estaba llena de diversas rarezas como «el non plus ultra de la fealdad» y «la mayor deformidad en el mundo».
Los ingleses tanto hombres como mujeres pagaron para ver medio cuerpo desnudo de Sara, la que aparecía en una jaula que estaba cerca de un metro y medio de altura. Ella se convirtió en una atracción para la gente de diversas partes de Europa.
Durante su tiempo siendo humillada y explotada por Dunlop y Hendrik Cezar, la campaña contra la esclavitud en Gran Bretaña estaba en pleno apogeo y, como resultado, el tratamiento de Baartman fue motivo de protestas y cuestionamiento. Sus «empleadores» fueron llevados a juicio, pero dicho juicio no tuvo consecuencias reales exonerando a los mismos. En dicho juicio, ellos presentaron un documento que supuestamente había sido firmado por Sara Baartman y oyeron el propio testimonio de la misma la que afirmaba que no estaba siendo maltratada. Su «contrato» fue, sin embargo, modificado y se “mejoro” otorgando a Sara el derecho de «mejores condiciones de trabajo», y una mayor participación de los beneficios y ropa de abrigo. Esto no se cumplió.
Después de cuatro años en Londres, en septiembre de 1814, fue trasladada desde Inglaterra a Francia, siendo vendida a un tal Reaux, propietario de un circo. Él la exhibía en los alrededores de París, con lo que cosechó beneficios financieros, que le dejaba el pago de los espectadores fascinados con el cuerpo de Sara.
Sara se utilizó para ayudar a enfatizar el estereotipo racista de que los africanos eran una raza inferior.
Reux la comienza a exponer en una jaula junto a un bebé rinoceronte. Al igual que se hacía con los animales salvajes, su «entrenador» la ordenaba sentarse o estar de pie de una manera similar a la que lo hacía con los animales de circo. A veces Baartman era mostrada casi completamente desnuda, con apenas un taparrabos marrón, ya que Sara solicito insistentemente cubrir la zona genital que le era culturalmente sagrada.
Desde aquí ella toma el nombre de «Venus Hotentote».
Su constante exhibición atrajo la atención del naturalista George Cuvier, quien la vio en uno de los actos del circo de Reaux. Cuvier, pide a Reaux, poder estudiar a Sara y exhibirla en una muestra científica a la que Reaux accede. A partir de marzo 1815 Sara será estudiada por anatomistas franceses, zoólogos y fisiólogos. Cuvier llegó a la conclusión de que era un vínculo entre los animales y los seres humanos. Por lo tanto, Sara se utilizó para ayudar a enfatizar el estereotipo racista de que los africanos eran una raza inferior.
Sara Baartman murió en 1816 a la edad de 26 años. No se sabe si murió de alcoholismo, la viruela o la neumonía. Cuvier obtiene sus restos de la policía local y disecciona su cuerpo. Él hizo un molde de yeso de su cuerpo, su cerebro y los genitales los colocó en frascos que fueron puestos en exhibición en el Musée de l’Homme (Museo del Hombre) hasta 1974.
La historia de Sara Baartman resurgió en 1981 cuando Stephen Jay Gould, paleontólogo escribió sobre su historia en su libro La falsa medida del hombre, donde criticó la ciencia racial.
Después de la victoria del Congreso Nacional Africano (ANC) en las elecciones de Sudáfrica, el electo presidente Nelson Mandela pidió que el gobierno francés devolviera los restos de Sara Baartman para que pudiera ser enterrado. El proceso tardó ocho años, ya que los franceses tuvieron que redactar un proyecto de ley cuidadosamente redactada, para que otros países también reclamaran en el futuro, tesoros tomadas por los franceses. Finalmente el seis de marzo de 2002, Sara Baartman fue llevada de vuelta a casa a su tierra, a Sudáfrica, donde fue enterrada.
El 9 de agosto de 2002, Día de la Mujer, un día festivo en Sudáfrica, Sara fue enterrada en Hankey en la Provincia Oriental de Ciudad del Cabo.
Ayomide Zuri
Inconformista, luchadora, africana y mujer negra. ayomidezuri@gmail.com
Descubre más desde Afroféminas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Menuda gentuza , pobrecita .