viernes, diciembre 5

Dar nombre al dolor, educar en la conciencia

Este domingo participé, junto a una plataforma de profesoras y profesores de Zaragoza, en una lectura pública de los nombres de las víctimas más jóvenes de la masacre en Palestina. La cita fue en las escalinatas del Paraninfo. Allí, al aire libre y ante muchas personas, escuchamos listas interminables de niños y niñas asesinados. Nombres de bebés de dos, tres años. Vidas que apenas empezaban y que ya habían sido arrebatadas.

Una cosa es escuchar cifras en la distancia, y otra muy distinta es prestar tu voz para leer esos nombres uno tras otro. Es en ese momento cuando la conciencia pesa: no son números, son vidas que ya no están. Participar como familia me dio un sentido de compromiso profundo, una forma de no permanecer indiferente.

Pero lo más conmovedor fue ver a mi hija, de 13 años, decidir espontáneamente subir a la tribuna y leer también. En un tiempo en el que parte de la juventud encuentra “vanguardia” en discursos reaccionarios y de ultraderecha, verla tomar el micrófono para dar voz a niños asesinados me llenó de orgullo. No porque recitara una lista, sino porque eligió estar ahí, exponer su voz y su cuerpo al servicio de la memoria.

Creo firmemente que la mejor educación no está solo en los libros ni en los museos —aunque esos espacios sean necesarios—, sino en la presencia. Estar con nuestras hijas e hijos, acompañarles, darles experiencias que los conecten con la dignidad, la justicia y la empatía. Esa mañana mi hija vivió una experiencia que probablemente no olvidará nunca. Y yo también.

Antoinette Torres Soler

Directora y Fundadora de Afroféminas
Lic. Filosofía. Máster en Comunicación de Empresa y Publicidad.
Cubana y española


Descubre más desde Afroféminas

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Descubre más desde Afroféminas

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo

Verificado por MonsterInsights