viernes, diciembre 5

¿Un mundo sin cárceles? Angela Davis demuestra que es posible

Angela Davis vuelve con “Abolición. Políticas, prácticas y promesas», libro que recopila sus reflexiones sobre el abolicionismo penal, la vigencia del racismo estructural en las instituciones y el papel crucial de las mujeres para imaginar un mundo sin prisiones. Editado en castellano y catalán por Bellaterra edicions, la escritora nos muestra cómo el sistema penitenciario actual sirve para perpetuar desigualdades, pero nos señala el camino para que podamos reemplazarlo por modelos de justicia más equitativos.

La cuestión que Davis plantea es si podemos imaginar un mundo sin cárceles. Para la mayoría de nosotras, la idea de eliminar las prisiones parece una quimera, ya que nos han educado en que son la única forma viable de castigo y control social. Sin embargo, la autora desmonta este dogma social al demostrar que el sistema carcelario es, en gran medida, una extensión de la esclavitud y de opresión racial histórica. Davis nos recuerda que las prisiones no solucionan el problema de la delincuencia, sino que castigan de manera desproporcionada a las personas racializadas y a las comunidades más pobres, perpetuando así la desigualdad social y el statu quo capitalista.

Una de los temas centrales del libro es su análisis del sistema industrial carcelario, una red de intereses económicos que se benefician del encarcelamiento masivo. Entidades privadas, políticas y gubernamentales han convertido las cárceles en un negocio rentable, defendiendo su expansión bajo el paraguas de una supuesta seguridad pública, azuzando el miedo al otro, al diferente, al migrante. Según Davis, la construcción de más prisiones es una estrategia para mantener a ciertos grupos de la población bajo control y no el resultado de un aumento de la delincuencia. Davis demuestra que el vínculo entre capitalismo y el castigo sólo puede evitarse con el abolicionismo, por una una cuestión de justicia penal, económica y social.

Davis también dedica un espacio importante del libro al impacto del encarcelamiento en las mujeres, especialmente en las mujeres negras y latinas. Históricamente, las prisiones han sido diseñadas pensando en los hombres, sin considerar las necesidades específicas de las mujeres presas, como el acceso a la salud reproductiva o la separación de sus hijos. Además, las mujeres encarceladas sufren altos niveles de violencia, abusos sexuales y castigos adicionales dentro de las instituciones penitenciarias. Por lo tanto para Davis cualquier lucha por la abolición de las prisiones debe incluir una perspectiva de género, ya que la justicia no puede ser totalmente plena si dejamos atrás a las mujeres y a las personas LGBTQ+.

La obra también pone el foco en el rol de la policía y la violencia que ejerce. Davis sostiene que las fuerzas del orden no han servido para proteger a toda la población de manera equitativa, sino para preservar el statu quo en beneficio de las élites. Para la autora, la creciente militarización de los cuerpos policiales y la persecución sistemática de las comunidades racializadas, en particular negras e inmigrantes, demuestran que la brutalidad policial es una prolongación del sistema penitenciario. Desde su perspectiva, no son útiles las reformas superficiales en los cuerpos policiales. Su propuesta es replantear por completo los modelos de justicia y seguridad, apostando por estrategias de prevención y redes de apoyo comunitario.


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La obra también lanza una crítica feroz contra la detención de migrantes y las políticas fronterizas, que han dado lugar a un sistema carcelario diseñado para castigar a quienes buscan una vida mejor. Estas prisiones para inmigrantes forman parte del mismo engranaje represivo que mantiene encarceladas a millones de personas racializadas en todo el mundo. Así pues, para Angela, el abolicionismo no puede limitarse únicamente al sistema penal de Estados Unidos, sino que debe abarcar todas las formas de reclusión y marginación impuestas a nivel global.

A lo largo de «Abolición», Davis presenta propuestas y ejemplos y alternativas, sin centrarse únicamente en la crítica. La justicia restaurativa, los modelos de seguridad basados en la comunidad y las redes de apoyo mutuo son algunas de las estrategias que ya están funcionando en diferentes partes del mundo. A través de estas propuestas, la autora nos desafía a replantearnos la idea absurda de que el castigo es la única solución a los conflictos sociales y nos anima a imaginar modelos de justicia que no perpetúen la violencia ni la desigualdad.

Redacción Afroféminas



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