
Litera Meat, una industria que se beneficia del esfuerzo diario de estas personas, no es un caso aislado: es el retrato de una realidad sistémica en la que los empleos más duros y precarizados son ocupados, de forma casi exclusiva, por personas migrantes, muchas de ellas racializadas, que enfrentan jornadas laborales agotadoras, vulneración de derechos, explotación y cuestionamiento de su dignidad como personas. Estas personas, provenientes de contextos de vulnerabilidad, son relegadas a trabajos que la población autóctona rechaza, no porque no sean necesarios, sino porque las condiciones en las que se realizan son salvajes.
¿Qué dice de nuestra sociedad que estos trabajos sean relegados, casi de forma automática, a quienes llegan de otros países buscando un futuro mejor? ¿Por qué esta precariedad se ha convertido en la norma para quienes cargan con el peso de industrias más extractivas, contaminantes y peligrosas?
Lxs trabajadorxs de Litera Meat protestan contra la explotación que sufren a diario: jornadas interminables, la imposibilidad de acceder a algo tan básico como el baño y condiciones de trabajo inseguras. Sin embargo, lo que exigen es evidente y debería garantizarse en cualquier lugar de trabajo. Eso pone de manifiesto el nivel de explotación de los trabajadores, especialmente los migrantes, en industrias cárnicas, granjas y la agricultura.
Además de las condiciones físicas en el trabajo, los empleados y empleadas de Litera Meat señalan problemas estructurales. «No podemos ni ir al baño cuando lo necesitamos»
Este tipo de explotación no es un error del sistema; es el sistema. Es la consecuencia directa de un modelo que asocia la migración con disponibilidad infinita, trabajo barato y silencio ante los abusos. Porque, en muchos casos, ¿quién los escucha? ¿Qué voz tienen estas personas cuando la amenaza de perder su sustento o ser deportadas pende constantemente sobre sus cabezas? Esta precariedad, sostenida por políticas migratorias restrictivas y una narrativa pública que deshumaniza a las personas migrantes, crea un ambiente de miedo constante que las obliga a aceptar condiciones laborales inaceptables. El sistema no solo se aprovecha de su necesidad de trabajar, sino que además les niega los mecanismos para defenderse, perpetuando un círculo de explotación en el que las víctimas tienen todo que perder si levantan la voz.

Además de las condiciones físicas en el trabajo, los empleados y empleadas de Litera Meat señalan problemas estructurales. «No podemos ni ir al baño cuando lo necesitamos, y muchos accidentes laborales se deben a cuchillos desafilados y material de protección inadecuado. Esto no solo pone en riesgo nuestra salud, sino que demuestra el desprecio de la empresa por nuestras vidas», añade otra trabajadora.
En este contexto, la amenaza de represalias —ya sea en forma de despidos, sanciones o deportaciones— actúa como un arma silenciosa pero efectiva, diseñada para mantener el control sobre quienes, por su condición de vulnerabilidad, son percibidos como fáciles de explotar. La pregunta, entonces, no es solo quién los escucha, sino quién está dispuesto a actuar para cambiar esta realidad.
En este contexto de explotación laboral, los trabajadores y trabajadoras de Litera Meat han dado un paso adelante con un pliego de reclamaciones que evidencia la crudeza de sus condiciones
El respaldo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) ha sido fundamental en este proceso, ya que pone de manifiesto la importancia del sindicalismo combativo y de base en la lucha por los derechos laborales. A diferencia de otras instancias más institucionalizadas, la CNT ha adoptado una postura de acompañamiento activo, estando presente junto a los trabajadores en sus reclamaciones y denunciando las prácticas abusivas de la empresa.
En este contexto de explotación laboral, los trabajadores y trabajadoras de Litera Meat han dado un paso adelante con un pliego de reclamaciones que evidencia la crudeza de sus condiciones. Entre sus demandas se incluyen la reducción del ritmo en la cadena de producción, acceso libre a los baños durante la jornada laboral y equipos de trabajo adecuados, desde cuchillos afilados hasta material de protección en buen estado. También exigen la revocación de sanciones y la readmisión de compañeros y compañeras despedidos, en una clara muestra de unidad frente a las tácticas intimidatorias.
Mario Pini, al frente de Litera Meat, ha sido señalado como el principal responsable de priorizar beneficios económicos sobre el bienestar de su plantilla. Sin embargo, los trabajadores no están dispuestos a callar: «Somos nosotros quienes movemos esta empresa, quienes hacemos que funcione. No pedimos lujos, pedimos respeto y justicia», afirman.
Esta lucha no se queda en Litera Meat; es una denuncia que se extiende por todo el mundo contra el sistema económico que explota a los más débiles mientras les calla la voz
Apoyados por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de Huesca, los empleados han convocado una reunión de conciliación para el próximo 5 de diciembre en el Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje (SAMA). Allí, buscarán una solución que evite una huelga que es sin duda una medida contundente para paralizar la producción del macro matadero más grande de Europa. «La huelga es nuestra herramienta y no dudaremos en usarla si no se atienden nuestras demandas», han advertido desde el Comité de Empresa, a sabiendas de que esta medida de presión tiene un coste enorme entre los trabajadores, mayoritariamente de origen migrante, sin redes familiares de apoyo y con vidas muy humildes.
Esta lucha no se queda en Litera Meat; es una denuncia que se extiende por todo el mundo contra el sistema económico que explota a los más débiles mientras les calla la voz. Es una verdad incómoda de que cada producto barato en el televisor es la punta de un iceberg de sacrificio e injusticia que no se puede obviar. La conciliación será necesaria, pero lo que está en juego más allá de las negociaciones es la dignidad de los que sostienen literalmente a esta industria con sus manos.
Los trabajadores han hablado, y su mensaje es claro: si no se les escucha, lucharán con todas las herramientas a su alcance. Porque este no es solo un conflicto laboral; es una batalla por justicia y humanidad en un sistema que demasiadas veces los abandona.
Afroféminas

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