Lucy Parsons no se identificó públicamente como negra. Incluso, buscando crear confusión sobre su auténtico origen, afirmó que había nacido de un padre mexicano, para después decir que su padre era un nativo americano. La auténtica verdad es que era hija de una mujer negra y de un esclavista.
Parsons tuvo tanto éxito al plantear preguntas sobre su raza que muchas biografías de ella en Internet afirman esa verdad alternativa que era de su invención. Pero hay evidencia reciente de que Parsons había tratado de ocultar su negritud.
Esta actitud probablemente se deba al trauma que experimentó en sus primeros años, un trauma que pudo haberla llevado a negar su ascendencia negra y posiblemente influyó directamente en las causas que decidió tomar como activista.
Lo que si se sabe a ciencia cierta de Lucy Parsons es que fue una mujer que desafiaría todas las limitaciones sociales impuestas y que nunca encajaría del todo en ningún cliché en el que intentaran ubicarla.
Lucy Parsons nació como Lucia en Virginia en 1851 de una mujer esclavizada llamada Charlotte. Su padre biológico probablemente fue su esclavizador, Thomas J. Taliaferro. Hacia el final de la Guerra Civil, Taliaferro trasladó a las personas esclavizadas de su plantación al oeste de Texas en un arduo viaje de meses. Una vez allí, es probable que Charlotte y su familia huyeran mientras Taliaferro estaba de viaje.
Charlotte mudó a su familia a Waco, Texas, una ciudad que aparentemente prometía para los negros liberados. Se piensa que Lucy, Charlotte y su familia habrían sido parte de una comunidad negra en crecimiento.
Hubo una población significativa de afroamericanos que se mudaron a Waco después de la Guerra Civil debido a las oportunidades de trabajo fuera de la plantación. También se sabe que surgieron instituciones negras como escuelas e iglesias. También estaba el Partido Republicano, que en esa época los afroamericanos dominan en gran medida, ya que están obteniendo derechos en el Sur.
Pero Lucia [Lucy Parsons] no estaba libre de las expectativas puestas en las mujeres negras en ese momento. Se casó, posiblemente no legalmente, con un hombre negro mayor liberado llamado Oliver Benton, que era unos 20 años mayor que ella y pagó su educación. Tuvo un bebé, probablemente con Benton, que murió en la infancia.
Poco después, conoció a Albert Parsons, un editor de periódico blanco y exsoldado confederado que quería conseguir un puesto en el partido republicano. Parsons quería un trabajo en política y probablemente pensó que sería fácil hacerlo como republicano y buscando el apoyo de los negros recién liberados que pensó que votarían por él. Pero, cuando los demócratas obtuvieron el control de la legislatura de Texas en 1873, esas aspiraciones se volvieron inútiles. Así que puso su mirada en Chicago.
Albert y Lucia pudieron casarse legalmente dentro del pequeño lapso de tiempo en 1872 cuando el matrimonio interracial era legal y ambos vieron a Chicago como un lugar de oportunidades, uno donde Albert Parsons podía buscar oportunidades políticas y donde Lucia podía hacer más de lo que veía como mano de obra de servicio, costurera y cocinera para los blancos. Era un lugar que Albert había visitado antes con un grupo de periodistas, y estaba asombrado de la ciudad. En el camino, Lucía se despojó de su nombre y de su vida pasada y se convirtió en Lucy Parsons.
Según sus biógrafos ella quería escapar de lo que significaba ser una mujer negra en ese momento. Las estructuras que se imponían a las mujeres negras, las limitaciones de lo que podían aspirar a ser.
La fama trae de vuelta su pasado
Los Parsons se mudaron a Chicago en 1873 y se establecieron en una comunidad de inmigrantes germano-estadounidenses y rápidamente se involucraron en el movimiento obrero socialista de la época.
El 14 de julio de 1877, los trabajadores ferroviarios de Virginia Occidental se declararon en huelga contra los recortes salariales. Esta protesta inspiró a los trabajadores de otras ciudades a defender mejores condiciones de trabajo. El 23 de julio, más de 30.000 trabajadores de Chicago se unieron a la huelga. Se produjeron peleas entre los manifestantes y la policía. En la agitación, los policías mataron a 30 personas.
Albert y Lucy estaban horrorizados por los hechos que presenciaron durante la huelga. Sus creencias se volvieron cada vez más firmes y finalmente se convirtieron en anarquistas. Creían que no era posible formar una sociedad mejor dentro del sistema político actual, que debería ser abolido por completo.
Albert Parsons, con sus dotes de oratoria, se convirtió en un rostro destacado del movimiento laboral, mientras que Lucy Parsons trabajaba tras bambalinas en la estrategia.
En 1879, Lucy dio a luz a un hijo, Albert Jr. Su hija, Lulu, nació en 1881. Una familia en crecimiento no detuvo su trabajo como propietaria de un negocio o como activista. Varios meses después de dar a luz a Lulu, Lucy se unió a los Caballeros del Trabajo, donde ayudó a organizarse para lograr mejores condiciones de trabajo. También continuó una carrera cada vez más exitosa como escritora de revistas socialistas y activistas, además de expandir su negocio de costura a una pequeña fábrica.
No fue hasta que Albert Parsons fue procesado, condenado y ejecutado por el caso Haymarket que Lucy Parsons se convirtió en una figura más prominente en el movimiento laboral. El 4 de mayo de 1886, luego de una serie de protestas y huelgas para exigir la jornada laboral de 8 horas, una persona no identificada arrojó una bomba a la policía, se produjo un motín y como resultado ocho personas murieron. Albert y Lucy Parsons estaban en un bar cercano cuando ocurrió el atentado, pero Albert Parsons, que había hablado con una multitud pacífica ese mismo día, era uno de los hombres acusados de un delito.
Lucy Parsons había estado trabajando en un segundo plano hasta entonces, ganando dinero para la familia con un próspero negocio como costurera, pero comenzó a abogar públicamente por él durante el juicio y fue entonces cuando comenzó a llamar la atención.
Gran parte de su fama giraba en torno al hecho de que, sí, ella era la esposa de Albert Parsons y luego su viuda. Pero también por su cuenta, realmente se labró una reputación impresionante como oradora y agitadora.
También ese fue el momento en que la gente comenzó a hacer preguntas sobre Lucy Parsons y el pasado que había tratado de dejar atrás. Las características y el color de la piel de Parsons la hacían parecer racialmente ambigua. Algunos reporteros describirían su piel como un «tono caoba», mientras que otros dirían que era «un tono de cobre», y la gente asumía que tenía una nariz «negra», tenía «sangre azteca» o era una «Cleoptra moderna».
Después del caso Haymarket, hubo mucha gente interesada en saber quién era Albert Parsons, y hubo reporteros en Chicago que regresaron a Waco y comenzaron a preguntar por ellos dos. Y fue entonces cuando su pasado los alcanzó.
Los reporteros fueron a Waco y entrevistaron a personas que conocían a Lucy Parsons como Lucía, incluido su primer esposo, Oliver Benton. Pero cuando los Parsons se enfrentaron a esta información, tanto Lucy Parsons como Albert Parsons (mientras estaban en la cárcel) negaron las afirmaciones de su ascendencia negra y dijeron, nuevamente, que su madre era mexicana y su padre indígena. La única información que Lucy Parsons proporcionó a los reporteros, y muy pocas veces lo hizo, fue que quedó huérfana a los 3 años y creció con el hermano de su madre en una parte diferente de Texas, lejos de Waco, y en algún momento asumió “González” como su segundo nombre o de soltera.
Después de la muerte de su esposo, Lucy Parsons continuó su trabajo con los socialistas blancos, convirtiéndose en una de las voces más reconocidas del movimiento laboral y fundadora de Industrial Workers of the World, Y mientras seguía negando ser negra, su activismo se centró en la lucha de clases, en lugar de cualquier problema laboral específico que tuviera que ver con la injusticia racial.
Mujer contradictoria
A medida que aumentaba su popularidad, Lucy Parsons seguía siendo una mujer de contradicciones, no solo por su identidad racial sino también como mujer activista. Su retórica ardiente era todo menos propia de una dama. Es lo que llevó al Departamento de Policía de Chicago a calificarla como “más peligrosa que 1000 alborotadores”.
Solía decir cosas como que le encantaría hacer funcionar la guillotina para cortar las cabezas de los «barones ladrones capitalistas». Tenía una retórica muy extrema que amaban sus seguidores. Era carismática esa imagen de dama recatada y elegante con un lenguaje realmente crudo sobre la lucha de los trabajadores contra el capitalismo.
Parsons también chocó con otras mujeres activistas de la época. se dice que estaba en contra del sufragio femenino y tenía puntos de vista muy tradicionales sobre los roles de género. A pesar de tener una vida personal y sexual muy activa, se presentó como una esposa de un mártir de la causa y madre victoriana muy remilgada. Llegó incluso a desafiar a otras anarquistas como Emma Goldman que defendía una expresión mucho más libre de la sexualidad de lo que Lucy Parsons jamás admitiría públicamente.
Cuando se trataba de derechos civiles y problemas que afectaban específicamente a las comunidades negras de Chicago, Parsons siempre se mantuvo al margen.
A pesar de que la población negra de la ciudad creció, Lucy Parsons, junto con los radicales blancos, ignoraron la difícil situación de los negros. No querían apoyarlos, pero también pensaban que los trabajadores negros no deberían romper las huelgas e ir a trabajar a estas fábricas. Y el rechazo de Parsons a los problemas de los negros es probablemente una de las razones por las que no la conocemos tan bien como conocemos a otros activistas famosos de la época.
Había una comunidad negra en Chicago, pero su atención estaba enfocada en las clases trabajadoras blancas. Así que eso la convierte, nuevamente, en una especie de enigma. No luchó por los derechos de los negros, por lo tanto no debemos colocarla junto a luchadores de los derechos civiles ni de la lucha antirracista. Sería un absurdo.
Una revolucionaria
Aunque Lucy Parsons no encajaba fácilmente en ninguna clasificación, su existencia misma fue revolucionaria. Parsons todavía formaba parte de una generación muy esencial de mujeres negras que eran escritoras, oradoras y organizadoras. La diferencia con esas otras mujeres como Tubman o Ida B. Wells, es que ellas abrazaban con orgullo su identidad racial, y lucharon contra la opresión basada en la raza, así como contra la opresión de género y la opresión de clase.
Hoy podemos juzgarla desde la distancia y la seguridad que nos dan las conquistas que hemos hecho. Pero Parsons, como otras mujeres negras poderosas de la época, siempre defendió lo que creía, lo hizo con sus propias reglas y lo hizo para conquistar derechos.
Es cierto que Lucy Parsons negó ser negra. Pero pensad que las mujeres esclavizadas antes de Lucy Parsons no tenían la oportunidad de decidir quiénes querían ser. Y solo ese desafío de salir de ese lugar para acabar siendo una líder sindical y anarquista, es algo que merece la pena resaltar.
Redacción Afroféminas
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