lunes, diciembre 2

Reflexiones sobre la comunicación feminista en este #8M


Me reconozco como obrera de las comunicaciones, porque vivo de producir ideas para otros. Pero lo hago desde una perspectiva de género, porque esa es la especialidad en la que me eduqué. En este contexto, me permito compartir estas reflexiones que me planteé en torno a dos preguntas. 

¿A qué le estamos llamando comunicación feminista?

Esta pregunta la voy a responder en dos partes: En la primera, mi respuesta estará relacionada a lo que el campo laboral y las instituciones educativas me ofrecen; y la segunda, tiene que ver con lo que yo creo que debería ser la comunicación feminista o, mejor dicho, lo que yo quiero hacer con la comunicación como feminista.

Desde el 2016, trabajo ejerciendo las comunicaciones en instituciones que me demandan una perspectiva de género, lo que ha sido una bendición -frente a otros espacios laborales en donde me ha tocado trabajar- pero que también me ha llevado a enfrentarme con lo que yo espero de los espacios feministas y sus límites en el mundo que habito. 

Lo que une todas mis experiencias laborales -que son muchas- es el trabajo con mujeres: mujeres en distintos contextos, de distintas edades, impactadas por distintas problemáticas; pero para fines prácticos, personas que se identifican como mujeres. En mi experiencia como periodista, como especialista en género en ONGs y como  consultora de comunicaciones; se me requiere principalmente para trabajar con mujeres, por mujeres (con todo lo problemático que esto puede llegar a ser) y sobre mujeres. Lo que me lleva a pensar en los límites que tiene el ejercicio de nuestra profesión. Aunque tiene sentido, porque en los espacios académicos donde se enseña teoría de género, al menos en los legitimados por la academia, son muy pocas las horas que se dedican al análisis de otras categorías sociales que no sean la de género, y en su interpretación más básica de hombre y mujer.

Las veces que he dado alguna entrevista sobre periodismo feminista, por ejemplo, las preguntas se centran en la cobertura de la violencia machista, algunas pocas pueden llegar a plantear el tema de la representación y los espacios laborales para las trabajadoras. Pero, generalmente, no se ve a esta especialidad como una herramienta para analizar la complejidad de la sociedad. Se confunde el periodismo o la comunicación feminista con lo que yo entendería como, un periodismo no sexista. Es decir un periodismo que no busca cuestionar el sistema, sino que se enfoca en la no reproducción de estereotipos de género.

Se repite mucho que en los espacios laborales en los que se nos requiere a las especialistas de género, se trabaje desde el binarismo hombre-mujer. Aunque ahora mismo, la interseccionalidad y la diversidad sean conceptos demandados y usados frecuentemente en el mercado; en la práctica este trabajo no representa un riesgo real para el poder patriarcal dentro de las empresas (incluyendo las ONGs). Muchas veces terminamos replicando lo mismo pero con lenguaje inclusivo y con representación femenina diversa.



Sin embargo, es cierto que cada vez hay más espacios comunitarios, colectivos y solidarios que recogen las voces de mujeres y personas queer, y con esto quiero hablar sobre lo que para mí significa la comunicación siendo feminista. 

Desde hace ya algún tiempo vengo cuestionando el concepto de comunicación feminista, porque creo que la comunicación sigue siendo el mismo proceso que nos enseñan en la academia, no hacemos nada nuevo ahí. Lo distinto es el uso de nuestras herramientas para analizar la realidad sobre la que hablamos. En mi caso, esa herramienta es la perspectiva feminista decolonial, y con ella hablo desde mi experiencia de ser mujer, pero también de ser una obrera precarizada y migrante sudaca. Hablo y ejerzo las comunicaciones desde el cuestionamiento al orden colonial, capitalista y patriarcal, y su impacto en nuestros cuerpos y en nuestros territorios. Así que la comunicación para mí no es feminista, mi mirada al mundo lo es, y lo que salga de mí será consecuencia de eso.

¿Hacia dónde apuntar?

Hace no mucho, en una clase de comedia en un espacio feminista, a las asistentes se nos planteó un ejercicio de identificación de recursos para escribir nuestro guion de stand up. Este consistía en que nos paremos en medio del salón a escuchar lo primero que las demás veían en nosotras. Así de traumático. La primera en salir fue una compañera gorda, y ninguna de las asistentes nos atrevimos a decir lo que sí dijo la profesora: eres gorda. Ese hecho, se quedó por mucho tiempo en mi cabeza, porque sentí que debimos evitar que pasara. Para mí, fue evidente que la compañera no se sintió bien al ser leída así, en frente de todas. Luego de darle muchas vueltas al asunto, y de escuchar a más comediantes (en particular al peruano Job Mansilla); entendí que la comedia radica en el poder: una se ríe de las cosas sobre las que tiene poder. Por eso, reírte de ti misma es quitarle poder al resto sobre quién eres. Pero ese día, con ese ejercicio planteado por la profesora, no identificamos el poder para derribarlo a través de la comedia, lo que hicimos fue reafirmarlo sobre mi compañera.

Esta anécdota me pareció ideal para hablar sobre lo que yo considero que nos toca como feministas ejerciendo las comunicaciones: cuestionar y derribar el poder. No replicarlo. Creo que esta premisa puede ayudar más que cualquier manual de comunicación no sexista o de lenguaje inclusivo. Porque sí que el lenguaje transforma, pero su alcance es limitado frente a las estructuras de poder. El objetivo es traerse abajo el sistema, y no lo vamos a hacer con las mismas formas que usa para asentarse. 

En resumen, la comunicación que a mí me importa y a la que me quiero dedicar es a la que cuestiona el poder, se etiquete o no como feminista, puede ser comunitaria, puede ser antirracista, puede ser barrial. Nos toca abrir y apoyar a esos espacios de resistencia, de acuerpamiento, de escucha al conocimiento que viene del dolor, de la angustia y de la rabia. Y para eso, se necesita mucho más que especialistas en género.


Suiry Sobrino

Periodista peruana viviendo en Barcelona, maestrante en Género y Comunicación en la Universidad Autónoma de Barcelona, impulsora de la Red de comunicadoras feministas del Perú y activista por una comunicación feminista decolonial y antirracista.



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