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sábado, julio 27

Un estudio revela que las mujeres afrodescendientes reciben menor atención en los servicios de urgencias


Una investigación realizada por un equipo francés ha revelado hasta qué punto el sexismo y el racismo se reflejan en los diagnósticos realizados por el personal médico en los servicios de urgencias de Francia, Bélgica, Suiza y Mónaco. Los resultados muestran que los pacientes afrodescendientes se toman menos en serio y tienen menos probabilidades de recibir tratamiento de urgencia en el hospital.

«Lo intuíamos, pero nos sorprendió la magnitud del efecto», afirma el profesor Xavier Bobbia, jefe del servicio de urgencias del Hospital Universitario de Montpellier y coordinador de un estudio publicado en diciembre en la revista internacional European Journal of Emergency Medicine. El estudio revela el peso de los prejuicios sexistas y racistas en los diagnósticos de los pacientes atendidos en los servicios de urgencias. 

Para realizar este experimento, durante el verano de 2023, el profesor Bobbia y su equipo enviaron un cuestionario a unos 1.500 profesionales sanitarios (médicos y enfermeros) de 159 ciudades de Francia y países vecinos: Bélgica, Suiza y Mónaco. Ante un síntoma idéntico -dolor torácico que podría ser signo de un infarto- se les pidió que dieran su opinión sobre la gravedad de los casos de los pacientes. 

Se suministró una foto de los pacientes, todos ellos de 50 años, y el diseñador de la prueba, que usó inteligencia artificial, concibió ocho perfiles diferentes de sexo y apariencia étnica. «En Francia tenemos un marco legislativo que hace que en la práctica no podamos trabajar con estos temas (estadísticas étnicas). En nuestro caso, fue posible porque no se trata de pacientes, ni de seres humanos a los que se pone una etiqueta, sino de imágenes generadas por inteligencia artificial», explica el profesor Bobbia. 

La investigación dio resultados edificantes, ya que revela por primera vez, con cifras, que los hombres son tomados más en serio (en el 62% de los casos) que las mujeres (49%), y que el caso se juzga menos grave cuando la persona es afrodescendiente: el 47% de los pacientes afros fueron juzgados en situación de urgencia vital, frente al 58% de los blancos.

Cruzando los datos, el 63% de los hombres blancos fueron puestos en situación de urgencia vital, frente a solo el 42% de las mujeres afros, con los mismos síntomas. En comparación con un paciente hombres blanco, las pacientes mujeres afros tienen, por tanto, menos probabilidades de recibir tratamiento de urgencia. 

Se trata de una «enorme variación», según el profesor Bobbia, que califica los resultados de «interesantes y preocupantes al mismo tiempo». Había observado esta tendencia en su trabajo cotidiano, y por eso quiso lanzar esta investigación, pero no esperaba tales discrepancias. Se refiere a «clichés inconscientes» que dan lugar a un pensamiento médico «sexista y racista».

Un estudio sobre el sexo del personal médico interrogado para esta investigación revela que hombres y mujeres perpetúan los mismos prejuicios. 

El profesor Bobbia cree que estos resultados son un reflejo de prejuicios más extendidos: «Los profesionales de salud no son máquinas, viven en medio de una sociedad, y están contaminados por los mismos prejuicios. Creo que nuestra sociedad en su conjunto tiene prejuicios racistas y sexistas». Por eso, el jefe del servicio de urgencias del Hospital Universitario de Montpellier recomienda someter a este tipo de pruebas a otras profesiones de diversos ámbitos.   

Para la socióloga de la salud Laure Pitti, «la subordinación y la historia colonial de Francia desempeñan un papel clave» para explicar estos prejuicios. A la profesora en la Universidad de París 8,no le sorprenden las conclusiones del equipo de Bobbia. 



«Otros estudios, realizados por profesionales de la salud, sobre todo en Canadá, o por sociólogos, que utilizan un método cualitativo -con una serie de observaciones suficientemente numerosas y recurrentes ser consideradas cuantitativas-, han demostrado que se toma menos en serio a las mujeres, sobre todo en los casos de dolor torácico», explica. 

Además, en Estados Unidos, donde las estadísticas étnicas están autorizadas, numerosos estudios han revelado diferencias en el tratamiento de los pacientes en función de su color de piel y, en particular, «la infravaloración sistemática del dolor que experimentan los pacientes estadounidenses de color de piel negra en comparación con los pacientes estadounidenses de raza blanca». En 2016, una investigación demostró que los profesionales de salud se basaban en prejuicios racistas, «asumiendo a priori que las personas afros sienten menos dolor que las blancas».

En Francia, los errores de apreciación revelados por el estudio del equipo de Montpellier pueden tener graves consecuencias para los pacientes discriminados. «Como mínimo, una pérdida de oportunidades. Pero puede llevar incluso a la muerte», subraya Laure Pitti, recordando el caso de unas mujeres afros que murieron porque el sistema sanitario no les proporcionó tratamiento. 

En 2018, un grupo de asociaciones publicó un estudio que revelaba casos de discriminación en toda la cadena de servicios de urgencias francesas. Esta iniciativa se tomó tras la muerte en diciembre de 2017 de Naomi Musenga, una joven de 22 años de Estrasburgo de origen congolés. La joven madre había llamado a las urgencias por fuertes dolores, pero sus interlocutores no la tomaron en serio. Murió de un paro cardíaco menos de tres horas después. El operador que se burló de Naomi Musenga fue acusado el 12 de enero de «omisión de asistencia a una persona en peligro».

Una de las hipótesis que barajan las asociaciones y varias investigaciones periodísticas podría ser el estereotipo racista del «síndrome mediterráneo». Se trata de la creencia generalizada de que los pacientes de países mediterráneos exageran su dolor gritando. 

«En Francia, los estudios han demostrado que existe una deslegitimación recurrente del dolor de las personas ‘percibidas como otras’ y, por tanto, ‘alteradas’, ya procedan del norte de África, del África subsahariana o de los llamados ‘gitanos'», confirma Laure Pitti. «A veces lo llamamos síndrome mediterráneo, es decir, la idea de que los pacientes de la ribera sur del Mediterráneo exageran sus síntomas. Esto hace que se descalifiquen sus dolencias, lo que a su vez provoca retrasos en el tratamiento y hace que se pierdan oportunidades» de salud.

Tener un acento o no hablar bien francés es también una de las principales razones para rechazar la atención, sobre todo cuando se pide cita por teléfono, según las investigaciones realizadas sobre la discriminación en la atención sanitaria en Francia por encargo del Defensor de los Derechos.

Xavier Bobbia espera que tomar conciencia de los prejuicios y medirlos permita informar al personal sanitario y a los estudiantes de medicina, porque «reconocer los prejuicios no significa tolerarlos». Para solucionarlo, el investigador y su equipo proponen otras soluciones, entre ellas el uso sistemático de «guías de evaluación objetiva» en los servicios de urgencias, como ya recomienda la Sociedad Francesa de Medicina de Urgencias, pero que no siempre se aplican. 

Estas guías de evaluación, basadas en la frecuencia cardiaca, la tensión arterial y otros criterios objetivos, se utilizan para juzgar el nivel de prioridad y gravedad de los pacientes recibidos en los servicios de urgencias. Según el equipo de investigación del Hospital Universitario de Montpellier, la inteligencia artificial también puede contribuir a aportar una visión objetiva.

En cuanto al personal médico, «nos han hecho comentarios muy constructivos sobre el estudio. La mayoría dice que es bueno ser consciente (de los prejuicios) para poder trabajar sobre ellos», explica el profesor Bobbia.

Las recomendaciones del profesor Bobbia también fueron acogidas favorablemente por Laure Pitti, quien, no obstante, se muestra preocupada por la evolución del contexto político. Con la reforma de la ayuda médica estatal (reservada a los extranjeros sin papeles), uno de los puntos de la ley de inmigración aprobada por el Parlamento francés en diciembre, la socióloga lamenta un clima político «nocivo» que corre el riesgo de afectar a la lucha contra la discriminación. «No es cuando se suprime la ayuda médica del Estado, es decir, cuando se considera que los extranjeros están vaciando el sistema de salud francés, que se van a crear los reflejos contrarios entre el personal sanitario».

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