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sábado, julio 27

Eugenia Cuaresma: «Las mujeres negras luchamos mucho desde muy pequeñas, y está bien que nos demos el lugar para descansar»


La acabamos de ver con un papel muy divertido en la serie de TNT «No me gusta conducir» junto a Juan Diego Botto, Lucía Caraballo, David Lorente, Leonor Watling y Carlos Areces, pero quizás ya la conocías de «La Cocinera de Castamar». Es una de esas actrices afroespañolas que comienza a despuntar en un mundo tan complicado como el de la interpretación, mucho más si eres una mujer negra. De momento en papeles secundarios en la ficción televisiva y el cine, hace mucho teatro, un refugio desde que se decidió a comenzar en esto cuando tenía 23 años.

Eugenia nos ha concedido una entrevista y hemos aprovechado para abordar con ella algunos de los temas que más nos preocupan sobre los problemas, sentires y vivencias personales y los que encaran las actrices y actores afrodescendientes en este país. Además, por supuesto, le hemos preguntado sobre sus próximos proyectos.

-La serie de «No me gusta conducir» es hasta ahora tú más importante trabajo. Teniendo en cuenta que llevas poco tiempo en esto, ¿cómo ha sido la experiencia de trabajar al lado de actores como Juan Diego Botto? 

Me ha encantado. No era la primera vez que estaba en una producción tan grande, ya en ‘La cocinera de Castamar’ pude observar los ritmos, que son rápidos y también lo que se espera de un personaje pequeñito: obviamente, que seas resolutiva, ante todo. Esta vez, al tener un poco más de presencia en la historia, sentí más presión y mayor nivel de exigencia (la que una se pone), no conté con esos nervios de más. De pronto, un día, te toca rodar con Juan Diego Botto, cara a cara y…. sabes de qué va el tema; el peso que tiene su presencia, la entereza en su mirada, la seguridad… Me encantó. No tengo ninguna escena con ellos, pero hablando con Leonor y con David, podría decir lo mismo de ellos. Aprendí muchísimo: de mí, de mis nervios, del propio ámbito y de la exigencia que una tiene que tener para estar orgullosa de su trabajo. Los nervios siempre van a estar y hay que saber cómo gestionarlos, que no eliminarlos, ellos son la vida. 


Eugenia con on Juan Diego Botto y Lucía Caraballo «No me gusta conducir»


He de confesarte que lo que me gustó mucho de tu personaje es que es de las poquísimas veces que no había una excusa que explicases que fueses negra. Me explico: casi siempre, con los actores y actrices negras se tiende a explicar su presencia con el estereotipo. Es decir, es migrante, prostituta migrante, trabajadora de una embajada, etc Lo que realmente me gustó es que hacías de chica joven española sin más, sin que tu negritud tuviese que explicarse. ¿Qué opinas de esto?

Creo que tienes mucha razón. Justo hace unas semanas me reuní con mi representante y lo hablamos. Obviamente tengo un perfil, tengo unas características físicas, pero él me representa porque le gusta mi trabajo como actriz, así que por lo mismo, también me presenta a los castings en los que piden perfiles con una determinada energía. Por ejemplo: “chica simpática y alegre”. Que le hagan caso, ya es otra cosa. Creo que las personas que escriben las historias que vemos en la tele, en el cine o en el teatro, están cambiando. Cada vez hay más espacios para otro tipo de relatos y, por lo tanto, otro tipo de perspectivas. De pronto, hay gente que escribe guiones en los que es posible que una chica mestiza sea la mejor amiga de una universitaria, por lo mismo, pienso que también estarán escribiendo historias donde haya una mujer de cualquier color donde lo importante sea su capacidad para contar la historia del personaje, como actriz creadora, y su compromiso con el mismo, sin importar su físico. Los seres humanos tenemos la virtud de sentir toda la paleta de emociones y eso es lo que nos conecta con el espectador y viceversa. ¿Hasta dónde nos conocemos los actores? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a explorar unas reacciones distintas a las propias? ¿Otras palabras? ¿Otro contexto, otra suerte? Y creerlo de verdad; este debería ser el perfil a demandar en los castings. ¿Utopía? Puede ser, pero hemos venido a jugar. 

-¿Por qué una chica afrodescendiente decide meterse a actriz, sabiendo, como seguro veías en televisión, la poca presencia que tenemos en los medios españoles?

¡Ay los referentes!… ¡Qué necesarios son! Sobre todo para atrevernos, para saber que es posible. 

Siempre, desde muy pequeña, quise ser actriz, pero no lo dije en voz alta hasta mis 23 años. Mis padres no me hubieran impedido estudiar arte dramático pero yo sí me lo prohibí. Siempre pensé que esa voz que me hablaba era una flipada que no tenía ni idea de lo que estaba proponiéndome. 

En cuanto lo reconocí, como una adicta reconoce al fin su vicio, me mudé a Madrid y me apunté a la escuela. No recuerdo tener referentes sólidos. Me preguntaron por ellos durante mi primer año de formación y no pude decir ninguno con completa seguridad. Tenía en mente a diferentes actrices a las que admiraba muchísimo, pero no las sentía cercanas, no modificaban mi mundo como solo un referente hace, por lo menos a mí.



Recuerdo ver, sobre todo en comedias americanas, actrices negras, pero no creo que me sintiera identificada con ellas. Lo cierto es que cuando era pequeña, todo lo relacionado con la negritud estaba “apagado”. Sentí y sufrí muchas cosas de las que solo ahora soy consciente, porque entonces no había nombre para ellas, o quizás no encontré a las personas adecuadas para hablarlo. Yo no era negra, yo era “yo” hasta que alguien me señaló y me identificó como negra. Y es en ese momento, que te separan y formas parte del “ellos”, cuando buscas a esas personas (esos»ellos» que se convierten en el «nosotros») haciendo las cosas que a ti te gustaría hacer. Recuerdo bien cuando encontré a mi gran referente. Me golpeó bien fuerte cuando apareció, cuando la vi: la grandísima Viola Davis, aunque americana, sé reconocer la fuerza que me dio para avanzar, para tomar decisiones y para visualizarme en determinados lugares. Con ella empecé marcarme objetivos sin menospreciar mi ambición. Creo que de haberla encontrado antes, esa voz flipada que me decía que quería ser actriz, se hubiera pronunciado mucho antes de los 23.

¿Por qué actriz? La actuación es ese espacio donde se expresa todo lo que una siente y, sea lo que sea que te ocurra, se acepta. ¿En cuántos lugares puedes gritar, llorar, reír como loca sin que se te juzgue? O, simplemente, ¿tener la oportunidad de usar las palabras exactas para expresar cualquier cosa? Para dirigirte al amor de tu vida, a tus familiares, a aquellos que te han herido… Es ese lugar donde te brindan la oportunidad de hacerlo, y hacerlo de verdad. Es una catarsis en toda regla. No hay nada que me pueda parecer más excitante, arriesgado y placentero que vivir esa posibilidad siempre que se me presente.

-¿Has sentido que se te rechazaba en papeles por ser negra?

En esta profesión el rechazo es el gran pilar a soportar, pero nunca, nunca debemos hacerlo personal. Como he dicho antes, creo que los escritores de las historias que veíamos, se están renovando o, quizás, se está abriendo o ampliado el cupo de personas responsables y, con ellas, sus más variopintas perspectivas. Sin estos nuevos relatos no me hubieran llamado para ninguna audición y mi carrera como actriz habría acabado antes de empezar. El imaginario está cambiando y eso me da esperanza pero, sobre todo, me hace pensar que yo también puedo formar parte de él. Hay muchos artistas únicamente interesados en el trabajo, la disciplina, la profesionalidad y el amor al arte, y esas son las personas de las que quiero rodearme. Si hay ojos que ven otra cosa que no sea eso, bueno, quizás nuestros caminos se crucen, quizás no. 

-Somos conscientes desde Afroféminas que hemos avanzado mucho desde que aparecimos allá por 2014. ¿Cómo describirías la situación actual en la interpretación para los actores/actrices afrodescendientes?

Igual me repito un poco pero la profesión, ya de por sí, es muy complicada para cualquiera que se quiera dedicar a esto. Si no tienes un padrino o una madrina, alguien que ya tenga presencia en el ámbito, es todavía más difícil. Quizás para los afrodescendientes, o personas no blancas (si hablamos de colores), es un poco más complicado porque directamente no entramos en el imaginario de la mayoría de directores, escritores o productores. Todo es cuestión de que nos imaginen ahí, para aparecer más. Creo que todo artista tiene que estar muy bien preparado para que cuando la oportunidad llame a tu puerta, te pille con el traje puesto. Ya tengas más o menos oportunidades, tan solo hace falta una para demostrar lo que sabes hacer y hacerlo y, por supuesto, que la persona que tengas enfrente sea capaz de verlo. 

Aún queda mucho por hacer, pero me entusiasma el rumbo que comienza a tomar la ficción en España tanto en el audiovisual como en el teatro, aunque en menos ocasiones. De pronto, se abren espacios donde es posible una Sirenita diferente, o películas y series de época donde hay todo tipo de cuerpos y colores. Me gusta mucho que se creen espacios donde alguien no blanco puede aparecer sin tener que contar por qué no lo es; simplemente existe, como lo hacemos todos, y es una persona con contradicciones, pasiones y deseos. 

-Y a nivel personal más allá del audiovisual, ¿crees que esta sociedad ha cambiado desde que Eugenia era una niña?

Por supuesto. Solo hace falta ver las conversaciones que hay ahora mismo sobre la mesa. Tengo dos hermanos pequeños de edades durante las cuales yo todavía no sabía nombrar muchas de las cosas que ellos enfrentan con elegancia, no sin conflicto, también he de decir. Son reivindicativos con su sola presencia y, fíjate que yo he sido bastante revolucionaria dentro del grupo familiar y de amigos. Creo que eso ocurre gracias a esas conversaciones: a los festivales que nos reúnen y nos hacen conocernos y transmitirnos, como el Afroconciencia, (que se hace en Madrid todos los años) a los libros, como el de ‘Americanah’ de Chimamanda Ngozi, por decir uno entre miles, e incluso las redes sociales, como esta cuenta de Instagram, Afroféminas o la de Asaari Bibang, entre otras muchísimas; gracias a toda esta infinidad de accesos y puentes entre nosotras que antes no había o, si existían, eran de muy difícil acceso, he podido comprender a muchas de las personas y muchos sentimientos que me han acompañado toda la vida y, en consecuencia, comenzar a tratarme con más cariño y amor. Eso te da la vida. Dejas de verlo todo como una lucha. Las mujeres negras luchamos mucho desde muy pequeñas, o esa es la visión que tengo de las afrodescendientes que hay a mi alrededor, y está bien que nos demos el lugar para descansar.



-¿Qué consejo le darías a otra Eugenia niña o adolescente que te hubiera gustado recibir?

Sé que da pereza, pero busca referentes. Busca hasta que encuentres algo que te llame la atención, algo que te enganche y te de fuerza para hacer lo que sea que te apetezca hacer, por muy tonto o imposible que te parezca. La vida da muchas vueltas y el tiempo es ilimitado. Sí, es ilimitado porque nunca vamos a tener más tiempo que el que tenemos, es lo único que vamos a conocer, esta es nuestra eternidad. Tenemos esta idea de que hay que hacer las cosas “ya” porque existen momentos concretos para hacer las cosas, sobre todo en las mujeres. Hay que hacer lo que una quiera, de eso se trata ¿no? Yo ahora mismo no quiero estar en otro lugar que no sea este y hay muchísimos otros lugares a los que me gustaría ir, o muchísimas otras cosas que me gustaría hacer, pero si las hiciera, estaría pensando en este camino que estoy recorriendo, que me satisface, por lo tanto, estoy donde tengo que estar. Creo que no existe el error, en cuanto a las decisiones se refiere, sino vivencias que te llevan a otras. 

Deja muchísimo espacio para la comprensión. Para ti misma, en cantidades industriales pero, sobre todo, para los demás. Con la comprensión una vive más tranquila y el mundo pesa la mitad.

Qué proyectos tienes, algo por estrenar. ¿Hacia dónde se encamina tu carrera?

Pues ahora mismo estoy con ensayos. Una obra que estrenamos en marzo, dirigida por una directora muy potente y prometedora, Margo García. Y algunos proyectos personales para los que voy rescatando tiempo. No hay nada audiovisual a la vista, pero me encantaría seguir creciendo y aprendiendo en ese aspecto. 


Elvira Swartch Lorenzo

Colaboradora.



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