Jamás los grupos que ostentan un privilegio lo reconocen. Es más, en muchas ocasiones ni siquiera son conscientes de que lo tienen. Cuando se les muestra esta realidad es normal que se ofendan, ya que no conocen con exactitud de lo que se está hablando y el concepto de privilegio suele ser fuente de numerosos equívocos y malentendidos.
Cuando tratamos el tema de la supremacía blanca, muchas personas no llevan bien cuando se habla de sus privilegios. Es habitual que la discusión acabe con la frase de «eso es racismo al revés». Hay demasiada desinformación.
Hay que tener muy claro que cuando se habla de privilegio no se está acusando a nadie de nada, ni se está valorando su calidad moral, ni su capacidad, ni sus méritos, ni siquiera la cantidad de sufrimiento que ha tenido en su vida. No va de esto.
Los aliadxs deben tener en cuenta una cosa cuando tratan evitar el debate sobre los privilegios: es un tema incómodo, y a veces es difícil de aceptar. Todxs debemos estar preparadxs para aceptar la crítica, porque si no es para enfrentarte a estos privilegios, ¿para que se viene a espacios mixtos?
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Todxs nosotrxs, incluidas nosotras Afroféminas, tenemos una identidad que se beneficia de la explotación de otro grupo, por lo que negarse a enfrentar nuestro privilegio, ayuda a mantenerlo.
El privilegio no trata sobre individuos que son malas personas, trata sobre sistemas que favorecen a unos grupos sobre otros. El racismo, el clasismo, el capacitismo, etc. son la base del sistema en que vivimos y afectan a nuestras vidas. Están incrustados en la política, la economía, los medios de comunicación, etc. Eso es el mundo en que habitamos y el que nos enseñan que debe ser.
Por eso, descubrir que tu privilegio te da una ventaja para lograr algunas cosas, parece que pone en cuestión el mundo tal y como siempre nos lo han mostrado. Desde ese punto de vista es normal que no siempre hayas tenido conocimiento de tu privilegio.
Cuando alguien te pone frente a tus privilegios no está atacándote a ti personalmente. Es duro, incómodo, posiblemente te revuelvas en la silla y te sientas mal, ya que acabas de descubrir una realidad poco agradable. Pero debes tener en cuenta que esa persona no te odia, solo combate los privilegios que la mantienen oprimida.
Elvira Swartch Lorenzo
Colaboradora SIEMPRE en Afroféminas.
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Estoy en ese proceso de darme cuenta de mis privilegios, pero pasé por mucho tiempo por la fase de «¿Qué hago? Me da vergüenza vivir». Sobretodo que me di cuenta viviendo en México : una extranjera, blanca cis hetero. Acumulaba los privilegios. Y si no fuera suficiente, era profesora de francés, del lado del opresor trabajando con opresores. Había muy poco de oprimidos. La verdad que me regresé a mi país como «odio ser la blanca, me odio, me odio, me odio.». Además vivía con mi novio mexicano, que como decían muchos, tenía el fenotipo que se espera de lo que es ser mexicano.a desde Europa. Mi vida en México me abrió los ojos sobre lo racista, clasista que era yo. Gracias por su artículo, gracias por su trabajo.