Hola desde la ciudad de Nueva York. Mi nombre es Sandra McClean Montoya, tengo 40 años y desde hace 4 vivo en Brooklyn con mi hija de 8, mi hijo 6 y mi marido. Nací en Valencia, dentro de esa oscura España en pleno inicio de la transición. Hija de madre blanca valenciana y padre negro panameño. Mi padre, un joven y apuesto estudiante de medicina afro-caribeño, emigró a España desde su Panamá natal para alcanzar su sueño de convertirse en médico y con la idea de regresar a las Américas para ejercer su profesión. Sin embargo, pero en medio del camino, el amor, ese que no entiende de razas ni etiquetas apareció, conoció a mi madre y acabó quedándose en Valencia para el resto de su vida. A pesar de las muchas dificultades e injusticias perpetradas desde las altas esferas a los estudiantes extranjeros y de que, mi hermana y yo llegamos a este mundo un poco antes de lo previsto, mi padre consiguió convertirse en doctor, con el apoyo incondicional y desmedido de mi madre quien trabajó durante días y noches enteras para que mi padre pudiera estudiar, mientras luchaba con uñas y dientes contra las garras del racismo y el machismo más despiadados de la España post franquista. Cuando pienso en esas generaciones, se me presenta la imposibilidad de medir en términos de amor, confianza, ilusión y esperanza todo el esfuerzo ejecutado… y en mitad de toda esa hecatombe, nací yo…
Como he comentado al principio, hace 4 años que vivimos en Nueva York, donde trabajo como profesora de español, literatura española y culturas hispanas en un instituto de educación especial de Manhattan, y asisto a clases de interpretación como proyecto personal y secreto. Desde que estoy aquí una nueva relación conmigo misma como mujer negra ha comenzado. Os pongo en situación… El pasado viernes comenzó la celebración del Black History Month, Mes de la Historia de las personas negras. Durante todo febrero y tras el cumpleaños del reverendo Dr. Matin Luther King Jr., en gran parte del país se celebra el mes de la historia de las personas afroamericanas. A lo largo de todo el mes, múltiples instituciones de la ciudad de NY ofrecen infinidad de eventos históricos, artísticos, culturales, sociales y reivindicativos donde se pueden aprender cosas muy interesantes y reconocer el papel de las personas negras de este país. Yo, a día de hoy me siento muy bien diciendo que soy una mujer negra en proceso de identificación (más vale tarde que nunca), proceso intrínseco complejo y para toda la vida, ya que, a pesar de haber vivido siempre a la sombra de ese racismo que, de forma solapada, nos rondaba a mi familia y a mi, nací de una madre blanca, fui criada entre blancxs, sin graves problemas económicos y con bien pocos referentes negros aparte de mi padre hasta que me mudé a NY. De pequeña/joven, creo que nunca entendí (ni quizá acepté) muy bien mi realidad como persona afrodescendiente. Simplemente integré las bromas, los comentarios estereotipados acerca de mi cuerpo, mi pelo, mi acento o mi sexualidad. Normalicé las miradas de extrañeza ante ciertas situaciones, tales como hablar mi propia lengua. Di por hecho que los intentos indiscriminados por tocar mi pelo sin venir a cuento e incluso el acoso perpetrado por ciertos hombres, y el subsiguiente sentimiento de culpa, solo por el hecho de ser mulata lo cual, al parecer conlleva un morbo añadido, eran de lo más lógicos… al fin y al cabo, no se hacen con maldad… Acepté que la gente respondiera con preocupante sorpresa ante el hecho de que mi negro padre fuera médico y no vendedor ambulante o albañil. Incluso reaccioné con abrumadora normalidad ante aberraciones tales como “bueno, tu padre tampoco es tan negro, es médico”. Pasé de parecer la hija adoptiva de mi propia madre a parecer la cuidadora inmigrante de mis propios hijos.
Convertí todas estas situaciones para mi tan cotidianas, en algo normal en mi día a día y viví con ello, como pude, como mujer negra en España, extranjera eterna en mi propia tierra. Pues bien, el hecho de venir aquí, y toparme de bruces con la más cruel de las realidades, segregación vs. gentrificación, la gran brecha social y económica aún existente y la incomodidad de la población americana a la hora de tocar los temas raciales pero sin embargo siempre tan presentes (alucinante tener que rellenar cuestionarios sobre tu propia raza hasta para abrirte una cuenta de teléfono…), me abrió los ojos ante la necesidad de abrazar mi propia negritud y dejar de normalizar lo que no es normal. Por eso y por mucho más, he decidido realizar varios proyectos de investigación con mis estudiantes de la escuela a nivel de aula. Con unos de mis grupos vamos a llevar a cabo un proceso en el que compararemos y contrastaremos similitudes y diferencias entre las migraciones de personas negras desde África hacia América, y las migraciones desde África hacia Europa históricamente. Este proyecto que me ilusiona tanto, lo realizaré de forma coordinada junto a la profesora de inglés y literatura inglesa, gran profesional y con quien me entiendo muy bien. Con otros de los grupos, sin embargo, vamos estudiar el origen, identidad y realidad de las personas Afro Latinas en toda América, y uno de los puntos centrales será el análisis de una de las experiencias que experimentas las personas Afro Latinas en los Estados Unidos a la hora de desarrollar su identidad, las constantes etiquetas desde ambos frentes, una por el color de la piel y la otra por su lengua/costumbres.
Para introducir este tema (Afro Latinos en los States) encontré un video que me gusta bastante porque representa muy bien la realidad de las personas negras de origen hispano en este país. Y cual fue mi sorpresa al descubrir en él el concepto «Adelantar la raza». Esta expresión hace referencia al hecho de dar «una nueva oportunidad» a tus hijxs para ser menos negrxs, es decir, buscar parejas blancas y/o más claras que unx mismx para poder tener descendencia con rasgos físicos más cercanos a la raza blanca que a la negra. ¿El amor? eso no es tan importante, simplemente intenta que tus hijos se parezcan más a Beyoncé que a Nina Simone, sobre todo, por supuesto, si son mujeres…
Así que en estas me encuentro… analizando el hecho de que mi madre retrasó su raza mientras que mi padre la adelantó… y que yo, personalmente, creo que sumando a mis dos hijos (una por piel y ojos claros y el otro por tener «pelo bueno») ya casi me encuentro en puertas de meta. Con lo monos que son los bebes morenitos… si al final no se tuerce la cosa tendré nietos nórdicos… En fin…
Mientras integro todo esto, seguiré mis lecturas de las grandes Audre Lorde y a Pat Parker, entre otras… que me están ayudando mucho a entender mi realidad y forjar mi identidad como mujer negra, hispana, feminista y eterna extranjera.
Sandra McClean Montoya
Psicóloga-sexóloga. Máster en Género y Desarrollo en la UB de Barcelona. Presidenta de la Asociación Pro Derechos Sexuales.Actualmente trabaja como profesora de Español, Literatura Española y Culturas Hispanas en el instituto educación especial Aaron School, en Manhattan, NY. Instagram @sandrolamc
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