viernes, noviembre 22

¡El Feminismo Negro importa! ¡No más Chocolate Remix!

¡El Feminismo Negro importa! No más Chocolate Remix.
Foto The independent

Texto publicado originalmente en Negra cubana tenía que ser

Han pasado casi dos semanas desde que se reabrió el debate en las redes sociales sobre apropiación cultural y racismo. Esta vez el detonante fue la acción política contrahegemónica llevada a cabo por activistas afrofranceses feministas cuir y trans. Lo anterior condujo a la cancelación del concierto de la argentina Romina Bernardo alias “Chocolate Remix”, el pasado 26 de abril en “La Mutinerie”, París, Francia.

Un numeroso grupo de personas: negras, afrodescendientes, cuir, trans, lesbianas, migrantes, afrodiaspóricas, caribeñas, latinoamericanas, músicas independientes, sanadoras, santeras, intelectuales, artistas, escritoras, periodistas, académicas, artivistas, activistas, estudiantes, productoras, científicas, entre otras profesiones y quehaceres, hemos decidido -con este documento- dar a conocer nuestro análisis político interseccional contra el racismo y la apropiación cultural en el movimiento feminista.

Durante los días de intercambio, hemos constatado una vez más la gravedad del asunto, que va más allá del uso de su cuestionable alias y de su posicionamiento como pionera del reggaeton lésbico. El debate con Romina Bernardo ha estado marcado por la ignorancia, la prepotencia, el pretexto del contexto argentino y la nula disposición al análisis crítico. Lo más peligroso es la reproducción acrítica de la ideología blanco-supremacista que ella representa y defiende.

Por otra parte, mientras feministas negras y personas aliadas han estado compartiendo generosamente conocimientos, experiencias y bibliografía con la voluntad de dialogar, Bernardo y sus fanes blanco-mestizos han estado respondiendo con descrédito, amenazas, patologización, acoso, intimidación, entre otras formas de violencia.

Luego de 10 jornadas de debate en las redes sociales, el pasado 7 de mayo, Bernardo publicó una declaración que es desacertada e inaceptable donde resume sus reflexiones acerca de lo sucedido.

Si bien es cierto que en algunas partes de la misiva, Bernardo pretende reconocer su privilegio blanco (a veces disque mestizo), consideramos que el resto constituye una retórica racista plena de justificaciones vacuas.

Nace entonces la necesidad política de articular colectivamente este manifiesto. Para comenzar, Bernardo deposita la responsabilidad en quienes según ella ‘‘se sintieron heridas”, al mismo tiempo que se confirma su decisión de continuar ofreciendo conciertos, haciendo caso omiso a las críticas que se le han hecho.

Desde el feminismo que dice representar, hubiese sido coherente y necesario decir: “A todas las personas a las cuales hiero, daño, violento y ofendo”, en lugar de “pedir disculpas a todas aquellas personas que se hayan sentido ofendidas”, lo que deslegitima el sentir de las mujeres negras.

Romina Bernardo parece no comprender el insistente cuestionamiento de su nombre “Chocolate”, cuando justifica y confirma, diez días después del debate inicial, su intención en continuar utilizándolo. Queremos volver a insistir en que ese alias estigmatiza, cosifica, fetichiza, re-traumatiza y oprimea las personas negras en general, no importa en qué lugar del planeta.

«Soñé que Romina aka Chocolate
entendió
comprendió
empatizó sobre el uso de su nombre artístico
que es como el acto pernicioso del blackface
como ser blanca y pintarse de negra el rostro
para entretener o ganar dinero
para burlar o para aprovecharse»1

Vale recordar que Argentina sobresale por sus políticas de blanqueamiento, silenciamiento y exterminio de poblaciones indígenas y negras, así como refugio histórico de nazis y regímenes fascistas.

Según Bernardo, su intención es reivindicar las luchas lesbofeministas y antirracistas. Sin embargo, participa activamente del blanqueamiento de un género musical que se basa en la hipersexualización, deshumanización, invisibilización, explotación y mercantilización de las mujeres negras, quienes hasta el momento no viviendo los daños que la capitalización del reguetón genera en nuestras vidas, familias y comunidades.

Bernardo se comporta de manera similar al sistema patriarcal al conquistar, suplantar, oprimir, subordinar y apropiarse de lo ajeno; ante lo cual círculos anarquistas feministas lésbicos cuir antirracistas amplían las voces, luchas y perspectivas de las mujeres negras e indígenas.

Respondiendo a una de las principales críticas, la autora refiere que cambiará la letra de “Como me gusta a mí’’. No obstante, dicha lírica ya ha quedado escrita en piedra para siempre, e insistimos que no se trata de la sensibilidad de quienes la escuchan, sino del lugar de enunciación, que corresponde al privilegio de una mujer cisgénero blanca:

“Me gustan cumbiancheras, me gustan reggaetoneras,
me gustan las nenas que mueven su cadera,
me gustan negras, me gustan fuleras,
me gustan tramposas, me gustan bandoleras”2

El uso del término “negra” en dicha lírica, para referirse según dijo Bernardo a mujeres de clases populares, evidencia el clasismo, la misoginia, la inferiorización y la discriminación de las personas empobrecidas, perpetuando de este modo la relación funcional y estigmatizante de la negritud con el empobrecimiento y la criminalización.

De manera que no basta con cambiar la letra. No se trata solo de esta canción, sino de la apropiación culturalinherente a su proyecto, del despojo de saberes ancestrales, del beneficio económicoproducto de esa apropiación, del privilegio blancoy del uso amañadoque le da a una cultura, al tiempo que se nombra antirracista.

Por demás, el vídeo homónimo, aún visible en las plataformas digitales, recrea estereotipos más comunes sobre las mujeres negras. Al adentrarnos un poco en él, es posible advertir el juego simbólico re-marginalizante, en donde las negras, las oscuras, las disidentes, sólo pueden habitar la clandestinidad a la que el sistema les ha condenado, mientras las blancas presionan contra nosotras los privilegios de la supremacía, esa posición de ama blanca en casa grande y mujeres negras en senzala.

Componer una canción, cuando se pretende ser revolucionaria, supone un ejercicio de cuestionamiento, investigación de los antecedentes de la música y el elección intencional del mensaje. Esta es la única manera efectiva de no caer en actitudes racistas, clasistas, misóginas, etc.

Una parte importante de los comentarios en el debate argumenta que en Argentina no hay población negra. El negacionismo más que ignorancia constituye una práctica social genocida.

Tampoco es necesario que Romina Bernardo nos cuente la historia de Argentina, como una manera de invalidar las críticas que se le han hecho. Su paternalismo también es racista. La lucha feminista antirracista precisa suficiente formación política. No somos ingenuas.

Como feministas negras vivimos cada día la negrofobia y nos formamos consecuentemente en el activismo antirracista. Han sido muchos años de lucha, la cual ha empezado por nuestros propios cuerpos, mentes, emociones, entornos, familias, etc. ¿Quién nos va a dar lecciones de la realidad que no viven en su propia piel? ¿Quién se cree con el derecho a decirnos cómo, cuándo y dónde defender nuestra negritud?

Otra precisión terminológica totalmente necesaria: no hay los “contextos de marginalidad”, existen contextos marginalizados. Estos son históricos y nada casuales, e incluyen poblaciones enteras que han sido lanzadas a la periferia de la sociedad, sacadas del circuito del poder por el heteropatriarcado blanco-supremacista.

Queremos recalcar además que quienes firman esta carta y quienes promovieron la cancelación del concierto de Bernardo no son personas racializadas sino personas negras, afros o afrodescendientes, feministas, trans, y cuirs. Como dijo una de las comentaristas en Francia, donde tuvo lugar la cancelación del concierto, es muy diferente ser una persona negra que una blanco-mestiza, aun cuando ambas sean racializadas socialmente.

Es frustrante y doloroso no poder encontrar una relación lógica entre la anécdota que hace Bernardo del asesinato de chico de 12 años (Igbae!) y lo que se discute en cuestión. El planteamiento de ese suceso nos parece una burda manipulación y una muestra de violencia psicológica.

Por otra parte, hacer alusión al “mestizaje” es usar nuevamente uno de los conceptos más racistas y colonialistas que se ha utilizado con el fin de deslegitimar la lucha contra el racismo y la discriminación racial. No vale entonces tomar de rehén al porcentaje minoritario de esos genes que marcan la pretendida mezcla con personas indígenas o negras, si actitudes y sus acciones revelan una procedencia blanco-europea.

Bernardo también cuestionó por qué las personas que denunciaron su concierto no asistieron al debate. Nos permitimos preguntarle a ella: ¿En verdad consideras posible establecer una discusión seria y equilibrada cuando a una de las dos partes se le pretende exponer nuevamente a una retraumatización y a una labor emocional ante el cuestionamiento?

Decididamente dichas personas no tenían nada que ir a buscar a ese lugar. Ellas no fueron quienes plantearon realizar una discusión. Esa nunca fue su intención y tampoco su responsabilidad. Ellas sencillamente se resistieron, una vez más, al neocolonialismo y a la apropiación cultural.

El feminismo lésbico tendrá que ser antirracista o no será. En cuestión de dignidad humana tenemos que ir, por justicia histórica, al origen de la problemática. Esta es, sin dudas, estructural y se fundamenta en la opresión de unas personas por parte de otras, atendiendo al color de la piel y otros atributos fenotípicos.

Autodefinirse feminista debería incluir no recurrir a comparaciones improcedentes. El mejor ejemplo es la pregunta de Bernardo acerca de por qué no se han criticado otros proyectos por apropiación cultural, ¿Acaso no debemos ejercer la crítica ante algo porque otras tantas cosas no han sido aún cuestionadas?

El feminismo negro nace de los sectores empobrecidos y marginalizados.Allí las poblaciones negras, y en especial las mujeres, han sido base y soporte fundamental del desarrollo comunitario, mucho antes de que naciera lo que hoy conocemos como movimiento feminista.

Por otro lado, en Latinoamérica ha sido recurrente criminalizar a personas negras e indígenas-recordaremos a Machi Francisca Linconao-, por intentar recuperar lo que ancestralmente les ha pertenecido y que ha sido robado por la supremacía blanca-mestiza.¿Cuándo y cómo serán juzgados quienes se apropian de lo más sagrado que tenemos, o sea, nuestra cultura?

Aunque los apropiadores latinoamericanos digan lo contrario, ni los pueblos indígenas ni los pueblos afrodescendientes han desaparecido en este continente, a pesar de que los blanco-mestizos criollos en el poder hegemónico, hacen todo para acelerar nuestra extinción. Es por ello que, cuando apropiadoras culturales como Romina Bernardo reclaman la producción negra o la producción indígena como suya, se convierten activamente en genocidas culturales de nuestros pueblos.

La ideología genocida del mestizaje blanco latinoamericano, de la cual Romina Bernardo es parte, crece explotando y despojando a Afroamérica, a la América-Negra y Afrocaribeña hasta en el feminismo.

Las vidas negras importan.
Las vidas negras lesbianas importan.
Las vidas negras queers importan.
Las vidas negras trans importan.

¡No más Chocolate Remix! ¡El Feminismo Negro importa!

Ile-Iwe/La Escuela
Mayo, 2018


FIRMANTES: 

Brígida Noblet
Jazmín Reyes Paredes
Rossih Amira
Alejandra Londoño
Eliza Pflucker Herrera
Odaymar Cuesta
Sandra Abd´Allah-Álvarez Ramírez
Ximena Mandinga
Barbara  R. Noblet
Yadira La Real
La Reyna
La Cerda Punk
Olivix Kruda Prendes
Lisandra Carbó
Wanda Cuesta
Vivi Zurita
Ana Bolena Rodríguez Obregón
O de la Caridad Riverón
Karelia Riverón
Juan Martínez
Aleida Rodríguez
Orlando Soza
Lyndon Gill
Jess Castaño
Zulma Olivera
Yolanda Arroyo Pizarro
Ateba Kamal
Sandra Chagas (Grupo-Territorio Matamba)
Dulce María Reyes Bonilla
Yuset Candebat
Eshe Lewis
Sha Gonzales
Carmen Espinoza
Colectivo Presencia y Palabra: Mujeres Afroperuanas
Grupo Afrocubanas
Sofía Carrillo Zegarra
Brenda Carpio Martínez
Fares Montaño
Mc Mustaj
Martha Liliana Rivas Orobio
Edna Carolina González Barona
Eréndira Achati Keriti
Aura Cumes
Negra Saphica
Helen Rodríguez Martínez
Natalia Natalia
Briyana C. Clarel
Faith Anderson
Nancy Cepero
Diarenis Calderón
Linda Serna
Mirla Hernández Nuñez
Claritza Portocarrero
Yurizam Dla Chark
Natalia Santiesteban Mosquera
Doytcheva
Anne-Lise
Tito
Phily Madrid
Beatriz Ramírez
Niolvis Izquierdo

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Gracias por tu apoyo


Yolanda Arroyo Pizarro: ¡Soñé!, publicado en Afroféminas. Consultado el 10 de mayo del 2018.

Romina Bernardo: Como me gusta a mí. Consultado el 26 de abril del 2018.

 


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