Pensé que la lógica tumbaría el discurso contrario al respeto, pero en vista de que el paso de los días no demuestra que vaya a ser así, quería unir mi voz a la de otras personas, asociaciones, medios y colectivos que dicen no al insulto, así que… ahí va:
¿Imaginan que les dieran una paliza y el que les agrede les dijera que eso no duele, que Ud es un ignorante y que no le puede doler? Pues… esto es lo que estoy viendo/leyendo/ escuchando en los últimos días con el tema de la Cabalgata.
Conozco Alcoy, he ido varias veces por mi trabajo y siempre he estado bien. SIEMPRE.
Precisamente por eso, me apena tanto lo que está sucediendo.
Apelar a la tradición para no iniciar siquiera un debate es como usar un “porque sí” inválido y vacío cuando un/a niño/a interroga acerca de alguna cuestión.
Las tradiciones, los usos y las costumbres se modifican con el paso del tiempo, con la transformación de las mentalidades y de las sensibilidades y eso es algo tan natural como el propio hecho de tener tradiciones.
Desoír, minimizar o decidir qué es racismo o qué no lo es, desde la parte no agraviada, es tan poco acertado como racista, porque implica desautorizar no ya sólo una opinión sino también un sentimiento compartido por muchas personas, que se basan en sus experiencias, en sus recuerdos e, importante, sus conocimientos (ya que también se han aportado datos por parte de, entre otrxs, Antumi Toasijé, historiador) asumiendo que lo que han vivido, lo que recuerdan, lo que sienten o lo que saben, vale menos que lo que ídem el privilegiado que desoye.
Responder a las quejas con insultos, como viene sucediendo, es pueril y simplón, además de cero empático. Contarnos que no están caricaturizando a las personas negras es primero una mentira (els negrets) ; segundo, un insulto a la inteligencia y por último una asunción de desmemoria de las personas negras que han nacido/crecido o/y vivido en España y que han visto a Baltasares abyectos que manchaban, cubiertos de betún y con carmín rojo desde la nariz hasta la barbilla para representar unos labios sobredimensionados cada 5 de Enero. Por favor, no digan que son seres mágicos porque magia sería que nos lo tragáramos y tampoco hagan mención a ese señor negro al que conocen que les ha dicho que no le molesta (si es que existe), puesto que otros cientos les dicen que sí y, es más, por esa absurda regla de tres, yo también les comento que tengo amigxs blancxs a los que les parece mal.
España es un país curioso, que sufre con los cambios, aunque sean para bien, que reacciona furioso cuando las exigencias derivadas del avance implican que lo que es ya no sea para convertirse en otra cosa que nace de lo anterior. Siempre presenta resistencias y cualquier tiempo pasado nos parece mejor. Luego, el futuro se instala y nos convertimos en punta de lanza de algunos derechos civiles.
Pienso en el matrimonio homosexual, por ejemplo, que provocó un sinnúmero de manifestaciones en contra y, en la actualidad, incluso varones del partido que se oponía de manera rotunda a que se celebraran se casan y, pese a que aún queda muchísimo por hacer, formamos parte de una vanguardia que debe seguir revisándose.
Ojalá pase lo mismo con el racismo, no obstante, lograr que eso suceda no parece posible sin el compromiso de los medios de comunicación, para que visibilicen con respeto y rigor las reivindicaciones del grueso de la población, pero también de lxs políticxs, con el fin de que legislen pensando en todxs y no únicamente de la diputada negra, puesto que no sólo la votamos a ella.
Lucía Mbomío
Periodista, actualmente en “Aquí la Tierra” en TVE
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Estoy totalmente de acuerdo. Gracias Lucía por expresarlo así de claro