La palabra nunca me ha atraído. Quiero decir el feminismo. Y si es el feminismo blanco y / o el feminismo interseccional, no me fastidies con él.
Muchas mujeres (especialmente las mujeres blancas que dicen ser feministas interseccionales) se frustran mucho cuando les digo que no soy una feminista. Y me preguntan por qué yo no soy parte del movimiento, incluso, me ofrecen bien versados razonamientos académicos y sociales del porque debería ser y se debe ser feminista.
Algunos puntos que utilizan en sus argumentos de por qué necesito, o más bien, ¿por qué el mundo necesita el feminismo?
Por ejemplo que las mujeres todavía ganan menos dinero que los hombres con el mismo nivel de educación. Que las mujeres siguen siendo objeto de escrutinio sobre lo que están autorizadas a hacer con sus cuerpos. Que a violencia contra las mujeres es una epidemia mundial. O que las normas culturales y sociales prohíben que las mujeres que avancen en varios caminos de la vida, y la discriminación de género está muy extendida entre los distintos países y credos.
Todo esto lo conozco, lo se, lo creo y lo padezco multiplicado. Soy una mujer negra.
Sin embargo, cuando menciono la raza, el racismo, a las mujeresnegras-cis, a las mujeres trans negras, a las mujeres negras en la comunidad LGBTiQ, o las mujeres negras en la diáspora y la forma en que hemos estado siempre segregadas y discriminadas. Cuando menciono la forma en que hemos sido física, emocional y verbalmente abusadas dentro y fuera del movimiento feminista, muchas feministas blancas y las feministas blancas interseccionales callan sobre estos temas. Sin embargo, se unen detrás de la idea de que las mujeres, todas las mujeres, deben unirse para «levantar la voz y cantar», «Kumbuyah, mi Señor» para conseguir los derechos (de algunas) de las mujeres.
Pero ellas no quieren hablar de cómo hay una violencia estatal racializada, además de la violencia basada en el género, por lo que las mujeres negras sufrimos doblemente. O de cómo las mujeres negras y de otras etnias u orígenes ganan menos que los hombres blancos y mujeres blancas. O que las niñas negras e inmigrantes son suspendidas más que las niñas blancas debido a un problema evidente de integración. O que las mujeres de las comunidades negras o las inmigrantes tienen más probabilidades de experimentar la violencia doméstica / violencia de pareja que las mujeres blancas.
Mientras yo quiero la igualdad para todas las mujeres, todos los hombres y todas las personas de todas las razas, como una mujer negra, no puedo alinearme con un movimiento centrado en la mujer blanca que se niega a ser incluyente de las desigualdades raciales y las desigualdades de género. Estoy cansada, y ya no voy a abogar por mi inclusión en un espacio blanco-femenino donde yo, y un sinnúmero de otras mujeres negras, he sido rechazada constantemente. Al igual que Sojourner declaró en su discurso de 1851, «¿Es que acaso no soy una mujer?» Me niego a ser parte de una ideología que, históricamente, deshumaniza y margina a la mujer negra. Además que fagocita a través de la apropiación cultural nuestros estilos y costumbres, con el fin de avanzar en sus eurocentrados programas.
Ya no me ocuparé en tratar de enseñar a las feministas blancas la importancia de los cruces raciales y de género, porque algunas continuarán haciendo caso omiso de la importancia de las mujeres negras en el movimiento feminista, no importa la cantidad de mujeres negras que traten de educarlas. Aunque el feminismo interseccional fue creado para distinguirse del feminismo blanco como un medio para ser inclusivo con las mujeres de otras etnias, todavía tiene la palabra feminismo en su nombre. Prefiero disociarme del feminismo por completo para estar en paz en un espacio Womanista que fue creado para mi piel oscura y mi condición de mujer, que abogar por un paradigma blanco, feminista, que es tan penetrante que la interseccionalidad es venerada como una ocurrencia tardía.
Ahora, más que nunca, es el momento de que las mujeres negras nos definamos por nuestros propios términos y nos unamos a los espacios que se crean para nosotras y por nosotras. Del mismo modo que Clenora Hudson-Weems, autora de Africana womanism: La recuperación de nosotras mismas, hablaba de defenderse, mediante la definición de nosotras mismas en nuestros términos, las mujeres negras pueden compartir exclusivamente espacios seguros donde se veneran los estados culturales, mentales, emocionales, físicos e incluso espirituales de la condición de mujer negra.
Mientras que algunas feministas blancas / feministas interseccionales gritarán que esto es separatismo y segregación después de leer este artículo, por favor, disfrutad y educaros a vosotras mismas en la hipocresía y las contradicciones del movimiento feminista en lo que respecta a las mujeres negras. Gracias.
Dentro de un espacio Womanista, puedo elevar a las mujeres negras y a otras mujeres de otras culturas porque en este paradigma, se me reconoce. Soy reconocida como parte de esto por mi piel oscura y mi condición de mujer. Yo, como mujer negra, puedo prosperar en un espacio donde mi vitalidad, no se pasa por alto, es ignorada y se desecha.
Con mi propia autovalidación, no necesito el feminismo (interseccional o no) para definir mi participación, o mi valor, o el valor de las otras mujeres en la lucha por la igualdad racial y la equidad de género.
En pocas palabras, no me jodáis con el feminismo. Yo no tengo que ser como vosotras para abogar por los derechos de las mujeres y sus posibilidades.
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