viernes, diciembre 6

A todo aquel que NO le interese…

Foto 1

La realidad de la autoestima afrofémenina ecuatoriana camina cada día hacia una mayor decadencia.

Mi nombre es Kimberly, soy una joven afro de veinte años que como muchas de nosotras tiene una serie de preocupaciones fuera del general de la población, además de cierta necesidad de un revolucionario cambio social.

Pero dichas preocupaciones han sido el resultado de un proceso, un testimonio que me decidí a contar:
Todo empezó cuando niña. Pasaba horas de  verdadera tortura para peinarme en medio de los comentarios: “Póngale algo” “No le haga doler” “Déjese deschambar”; de tal forma que llegué a odiar hacerlo, en otras palabras y como decía mi abuelita: “He sido una peleada con la peinilla”, y así fue como creció  mi delirio por el cabello sintético, las extensiones…

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Quería fervientemente lograr esa imagen que todos aceptarían y con la cual me sentiría bonita, y al llegar a la educación media el problema se complicó aún más. Con la falta de educación acerca de mis raíces afro en la educación formal, y el canon de belleza femenina occidental y esa moda sin fin de las cremas alisadoras del cabello, caí, digo caí porque maltraté mi cabello de la misma forma que cada día maltrataba mi personalidad. El alisar mi cabello significaba en apariencia la belleza que buscaba, belleza que por supuesto no encontré.

Mi cabello, fuertemente resentido empezó a caer, por lo que me sometí a múltiples tratamientos que me permitieron que creciera nuevamente. No conforme con ello, tras unos años, volví a alisar mi cabello, sin entender la lección. Para cuando cumplí la mayoría de edad usaba con frecuencia la plancha, diversas extensiones con la finalidad de lucir como me gustaba: como una negra norteamericana, y así lo prolongué hasta llegar al uso de pelucas. Las consideraba el accesorio que hacía de mí una joven bella, llegando incluso a no querer salir de casa sin ellas.

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En el camino, conocí algunas personas que encantadas por la imagen se acercaban con interés, y al notar aquello empecé a entender el trasfondo de la situación: Yo no me aceptaba como era, y transmitía esa imagen. Imagen que agradaba a muchos, pero me llenaba de vacío.

 La reflexión y la duda me llevaron a cuestionarme acerca de ¿cómo y quién era yo realmente? Y al acercarme a mis raíces ancestrales me descubrí. Mi familia seguía con sus comentarios acerca del cabello y de la importancia de mantenerlo largo, de tal forma que la idea que en mi nacía no iba a resultar agradable.

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La serie de batallas que libraba con mi cabello, era una lucha totalmente personal y al mismo tiempo una lucha social. Por ello tomé una drástica y hasta ahora considero la mejor decisión que he tomado: me rapé y llevo mi cabello naturalmente afro como resultado de mi lucha vivencial y de mi proceso de reconocimiento y reenamoramiento de mi afroidentidad.

Foto 8

El paso que he dado ha inspirado a grandes mujeres a dialogar acerca del tema de nuestra autoestima y de los actos auto-discriminatorios. El trabajo es amplio y seguiremos en el proceso, por ello y para finalizar me permito invitar a cada mujer afro ecuatoriana, afrodescendiente, afro a nivel mundial a enamorarse de su ancestralidad y de lo que estos hermosos rizos representan.

autora: Kimberly Minda

kimylove@hotmail.com

Decidí dejar de luchar con mi cabello y luchar por algo que sí vale la pena: nuestra identidad.

Fotos: autora


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13 comentarios

  • Caja de Brillo

    No te conozco personalmente, compañera, pero estoy orgullosísima de tu lucha y de tu conquista de tu cuerpo y de tu identidad. Sigamos adelante.

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