Mónica Ndongo Okenve es española, estudió comunicación audiovisual, Historia y Ciencias de la Música y etnomusicología. Su tesina versó sobre música y mujeres en la etnia fang de Guinea Ecuatorial y, para ella, supuso un redescubrimiento de su cultura de origen con sus partes buenas y malas.
Forma parte de un nutrido número de españoles negros que reside en Londres y nos cuenta las diferencias que existen, en cuanto a diversidad se refiere, entre esa ciudad y Madrid. Sus palabras nos sirven para desmontar algunos de los mitos que tenemos sobre la supuesta tolerancia londinense.
En la actualidad ejerce como consultora de música en el departamento de música clásica de Warner Music UK y, desde ahí,nos manda sus letras y una banda sonora para nuestra web: ¡El gran Fela Kuti!
Afroféminas- Tu profesión es atípica, ¿en qué consiste exactamente?
Mónica.: Me encargo de registrar y optimizar diversos datos de los lanzamientos discográficos en el sistema, bien sea de nuevos productos o de catálogo. Hasta hace poco, estaba al cargo sólo del producto digital, pero debido a algunos recortes de personal, ahora también me ocupo del producto físico. Los datos son muy variados: desde el tipo de producto (CD, digital, multipack, DVD,..) hasta datos de copyright. Para los productos digitales, los datos más importantes son los relativos a la grabación en sí: intérpretes, fecha, lugar, nombre correcto de la obra, porque son los datos visibles para el consumidor. Otros muchos datos son de uso interno, por ejemplo para asegurar el pago de royalties. El negocio digital ha aumentado y sigue aumentando considerablemente, – la música clásica no es ninguna excepción- y para los grandes sellos discográficos esa forma de explotación es muy rentable, porque los costes de producción se reducen muchísimo.
–¿Cómo llegaste hasta ahí?
M.: Yo me licencié en Comunicación Audiovisual, es mi vocación, sin embargo, la música es mi pasión, y decidí licenciarme en Historia y Ciencias de la Música, que es una licenciatura de segundo ciclo. Te hablo de licenciaturas y no de grados porque es lo que conozco, jaja. Estudiaba por el mero placer de aprender y no tanto por tener un título, aunque luego en algunos exámenes me arrepentía muchísimo. Yo había estudiado algo de solfeo y piano de pequeña pero lo dejé y nunca fui a conservatorio. Y aunque luego retomé piano ya pasados los 20 años, sentarme frente a pentagramas y que la notación musical me pareciera un lenguaje más, como al resto de mis compañeros de carrera, pues simplemente no sucedía. Durante la carrera me fascinó y quedé enamorada de la asignatura de Etnomusicología, una mezcla de antropología y musicología. De ahí, supe de un Master de Etnomusicología que se impartía en el centro SOAS, de la Universidad de Londres, el cual me interesó muchísimo. Después de dos años y un intento fallido para aprobar el inglés que requerían para la matrícula, pude cursarlo y sumergirme en un mundo que jamás había imaginado. Lo hice a tiempo parcial. Un día durante el segundo curso, vi el anuncio de mi actual puesto de trabajo en la web del tablón de ofertas laborables de la universidad. No tardé más de cinco minutos en enviar mi CV, me llamaron para concertar una entrevista, la cual hice con un inglés pésimo pero con mucho entusiasmo, simpatía y ganas. Mi jefe dice que le impresionó mi CV, pero yo estoy convencida de que le caí en gracia, jaja. A la semana me dijeron que el puesto era mío.
–Háblanos de tu tesis de fin de carrera.
M.: Es sobre la música y las mujeres Fang de Guinea Ecuatorial. Lo que hago es explorar cómo se manifiesta la ideología de género de la cultura fang en la música tradicional. Es una investigación para la que no tuve que hacer trabajo de campo, me bastó con lo que me contaban mis tías, mis primas, mi madre, documentos audiovisuales disponibles on-line y poco más. Primero, hago una introducción sobre la etnografía, quiénes son los fang en Guinea Ecuatorial, después expongo la ideología de género en la cultura Fang, mediante la definición y explicación de varios conceptos que giran en torno a lo mismo: el rol y la representación de la mujer en la sociedad. Luego hago una clasificación de las canciones tradicionales que interpretan las mujeres según la temática, y doy ejemplos de canciones. Casi fue al revés, me serví de los ejemplos para crear la clasificación, pero el resultado es el mismo, jeje. Y por último saco una conclusión que mucho me temo, sólo entiendo yo, jajaja.
– Al margen de la parte ligada a la investigación, ¿qué supuso para ti estudiar en profundidad la tradición de tus padres?
M.: De primeras, me encontré, como suele ocurrir, con muchos tabúes de frente. En mi opinión, un investigador, y más en la rama de Humanidades y Ciencias Sociales, es un individuo que ha de tener una mente lo bastante abierta para observar, estudiar y explicar sin juzgar. Sin embargo, en ciertos momentos se hace difícil, hubo momentos en que sentí pudor por relatar determinadas cosas porque pensaba en el juicio de valor que pudiera hacer quien las leyera. Yo en particular, investigaba desde el máximo respeto y amor por mi cultura de origen, en un afán por darla a conocer, en cierto modo por darla un estatus, aquel que la hace merecedora de un estudio académico porque es lo suficientemente interesante.
-¿Qué repercusión ha tenido tu estudio?
M.:A nivel académico ninguno, es una tesina que no se ha publicado en ningún sitio. Sin embargo a nivel personal, me hizo comprender que indudablemente mi identidad cultural es doble y por ello compleja. Supe que los investigadores que tienen una identidad cultural doble ya están encasillados, se les agrupa bajo la denominación de «insiders» y se espera que sus investigaciones sean más «auténticas» que las de los «outsiders», que aporten más, y por lo tanto se valoran altamente en la comunidad académica. En lo que se refiere al tema de estudio, me di cuenta cuán ignorante soy en cuanto a mi cultura de origen, y en qué grado puedo integrar y conciliar todo el conocimiento adquirido en mi identidad y personalidad.
-¿Cuáles son tus objetivos profesionales de futuro?
M.: Me gustaría que mi empresa me contratara para dejar de pagar mis impuestos, que es una sangría, jaja. Aparte, me gustaría trabajar de forma independiente en el sector cultural. Cuando disponga de tiempo y recursos me gustaría traer la exposición de Instrumentos Musicales de Guinea Ecuatorial de Isabela de Aranzadi a Londres. Es algo que ya hablé con ella no hace mucho, pero requiere tiempo y dedicación.
-Tú formas parte de un nutrido grupo de españoles negros que ha fijado su residencia en Londres. ¿Cuál fue el motivo que impulsó tu marcha para allá?
M.:La verdad es que no sé si la he fijado aún! Llevo 5 años aquí, pero me registré como residente en la embajada hace escasamente un año. Vine a estudiar, y me quedé porque aquí conocí a mi pareja, que no es británico pero llevaba media vida aquí.
–¿Observas diferencias en cuanto a la concepción de la diversidad se refiere entre España y Reino Unido?
M.: No, pero sí entre Londres y la mayor parte de España.
-¿Cuáles?
M.: La diversidad es la norma en Londres. Por lo general, los extranjeros que se establecen no ven barreras en conservar su cultura de origen, y a no ser que tengan complejos, la conservarán. El grado de integración, luego, varía de individuo a individuo. Pero, a mi juicio, en conjunto no es tanta como se presume. En Londres hay ghettos, y hay un tufillo a segregación incluso en zonas que no son ghettos. No hablo de segregación a lo Rosa Parks sino separatismo y mucho desconocimiento del otro, del diferente, no sólo de los blancos hacia las minorías sino entre las mismas minorías.
El clasismo de la cultura británica tampoco ayuda. Existe tolerancia, en cierta medida impuesta, pero no hay ni se fomenta el interés por conocer al otro. Otra cuestión es la race card, una cosa espantosa, yo lo considero como el victimismo de raza. Atribuir cualquier hecho o suceso en el cual sales perjudicado a la discriminación racial, y apelar a la justicia con tu carta de raza. Esto ha creado mucho miedo, desconfianza y resentimiento entre la población blanca que ya no se atreve a hablar de raza, porque no saben qué puede ser ofensivo, y por tanto denunciable, y qué no. La tiranía y la sumisión son bastante comunes aquí, en las relaciones interpersonales también.
En España, la diversidad es la excepción, aunque cada vez menos, como observo en mis recientes viajes. Aún hay gente que le gusta incomodar con la mirada, o hacerte sentir excluido con comentarios o chistes, unos intencionadamente y otros sin ninguna intención. El racismo está moralmente aceptado. No existe ni se trabaja el concepto de diversidad cultural ni desde las instituciones ni por la propia sociedad, que bucea en la ignorancia en estos temas. Están más interesados y pendientes de impulsar y defender la diversidad sexual y de género que la racial o cultural. Yo creo que todo cabe, pero es cierto que España en ese aspecto está muy retrasada porque carece de una historia de inmigración, El problema es que ese retraso sea perenne. En España se habla sin tapujos, nadie se siente coartado, pero eso implica que también hable la voz de la ignorancia, y muchas veces sólo grite y por desgracia sea la que más se oye. A día de hoy, los medios de comunicación, y un grupo televisivo en particular, son los responsables de propagar la ignorancia, el racismo y la discriminación. Debido a esa ignorancia, no hay un marco legal que proteja y ampare a un individuo sujeto de discriminación racial, desgraciadamente.
-¿Qué te llevarías de Madrid a Londres? Y de Londres a Madrid?
M.: De Madrid a Londres me llevaría casi todo, empezando por el clima. Me llevaría el carácter de los madrileños, que es básicamente el mío, muy directos, muy honestos, espontáneos y bastante osados, (que se confunde con chulos!) y la amabilidad natural, no hipócrita. De Londres a Madrid…jajaja, ¡lo tengo que pensar mucho! Quizá esa mentalidad que normaliza la diversidad, en el ámbito laboral, la forma de valorar al trabajador por sus capacidades y por supuesto toda la oferta cultural y de ocio que es infinita y para todos los gustos.
–¿Tú misma has cambiado tu percepción sobre ti, como afrodescendiente, por el hecho de vivir ahí?
M.: Es curioso porque ahora me doy cuenta que la identidad cambia según el contexto. En España soy afrodescendiente y, en lo peor, para algunos una extranjera, sin embargo aquí soy española para un británico blanco, y yo paso la mayor parte del tiempo entre hombres blancos y de avanzada edad en mi trabajo. A los ojos de un extranjero negro, soy africana sin ninguna duda, pero si es un negro británico no sabe lo que soy, le descuadro, jajaja. La base no cambia: soy negra. Una negra que no es africana, afroamericana, o a lo sumo francesa o portuguesa, no pertenece a ningún estereotipo y, para algunos, eso es sumamente desconcertante. No es que mi identidad sea una proyección de la percepción que otros tienen sobre mí, pero sí es cierto que aquí han pesado más mis diferencias culturales que otra cosa, y mi cultura dominante es la española. Para sentirme orgullosa de ella no necesito renegar de mis orígenes, eso siempre lo he tenido claro y siempre ha sido mi planteamiento. La cultura enriquece, nunca resta al individuo.
–Teniendo en cuenta que eres etnomusicóloga… ¿qué música le pondrías a nuestra web Afroféminas?
M.: Sin duda, le pega un tema afro beat, uno de esos temas de 12 minutos del gran Fela Kuti.
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Muy interesante la entrevista. Rico enterarse de como nos perciben en otros contextos. Muy preparada, y objetiva Mónica. Es un orgullo y un reto ver que a pesar de las dificultades es posible superarse, así si las condiciones sociales diferentes.
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