viernes, diciembre 5

Este racismo nuestro

Betsayda Machado, cantante afrovenezolana.

Como mujer negra no me escapo del análisis a lo interno y externo de nuestra posición en esta sociedad capitalista, patriarcal y racista, como es la venezolana. Intentaré explicar entonces, la sensación de ser negra y mujer en esta sociedad que niega ser racista y patriarcal, y que bajo la cara del racismo, endorracismo y misoginia no ha dudado en dejar claro mi lugar en ésta.

Entendiendo que el racismo es externo al grupo, mientras que el endoracismo es la internalización del racismo por el pueblo sometido, aceptando su autonegación; identificándose así, el colonizado con el colonizador.

Un racismo, frontal, y profundamente  hiriente lo experimenté a los 5 años, cuando otra niña, blanca, aclaró firmemente y sin tuteos que no jugaría conmigo por negra; eso me hizo tocar piso, y entender rápido que mi lugar como negra era distinto al de los blancos. Este no fue el primer episodio de racismo, ya en preescolar recuerdo, no tan traumáticamente, el que al jugar se me emparentaba casi inmediatamente con otro niño negro para hacer las veces de sirvientes, nunca los papás o los hijos.

Aclaro que mi lugar de crianza no fue en los Andes, o en el este del este de Caracas donde cuesta encontrar caras prietas, sino en el estado Vargas, costa litoralense, llena de negros, negras, morenos y un sin fin de mestizos.

Ya desde mi círculo familiar, a pesar de mostrar un marcado orgullo por la negritud de nuestra herencia, se mostraban rasgos endoracistas reservados a otros negros al que se les quisiera denigrar o «ubicar». Comentarios como, «negro y feo», «negrestín», «fondo ‘e paila», «pelo malo», y aclaratorias con respecto a la estética, donde lo negro es feo, ordinario y pobre, convivían a la vez con un discurso de orgullo y resistencia afro.

Por otra parte están los negros que se asumen claramente menos por su condición étnica-cultural, buscando siempre hacia esa herencia blanca remanente en el mestizaje. La nariz fina, los labios no tan gruesos, el cabello «bueno», la piel clara, como también el deslinde de sus tradiciones originarias.

La síntesis de esto, desde mi perspectiva es más abundante y agresiva; es el chiste que no termina de asumirse racista/endoracista, en cambio se ofende si se le enfrenta, quedando el ofendido como acomplejado. Y no se limita al negro, va también para el indígena, el pobre y para la mujer. Esta en apariencia no agrede al discriminado, sino que asume una posición implícita de menosprecio por la condición discriminada. Se dice tolerante, que no le importa el color de piel, cultura o género, pero no duda en desmeritar por estas condiciones.

Un ejemplo que para mí lo resume, me ocurrió con unos conductores andinos con los que viajé desde Caracas al estado Mérida. En este recorrido pasamos por un reductor de velocidad donde estaba una chica morena, claramente de origen humilde, vendiendo café, a lo que a manera de chiste el conductor comentó con otros pasajeros -Diga un número, y se la gana-. Esto parecerá no ser necesariamente racista, clasista y misógino, pero algo se sentía en el tono «chistoso», además del hecho de que yo, mujer negra, nunca deje de ser para el chofer al momento de dirigirse hacia mí, «negrita», a diferencia del resto de los pasajeros que siendo blancos nunca fueron llamados «blanquitos». El conglomerado en su conversación nunca tuvo una actitud frontalmente racista, pero entre risas y chistes (de mal gusto), mostraban el menosprecio de lo negro, indígena y femenino.

Y este para mi es el mayor problema, porque qué difícil es reclamar un derecho cuando no se ve violentado, y en cambio es ridiculizado.

Diariamente observo y vivo prejuicios que dejan en mal puesto la negritud, considerándola menos, intelectual, cultural, económica y estéticamente.

Consideraciones sin enfrentamiento donde una persona es fea por sus rasgos negros o indígenas, pero es considerada bella, por sus facciones blancas; presunciones de la condición delictiva de una persona por su color de piel y aspecto humilde; el asombro colectivo en la presencia de intelectualidades de etnia no blanca; las aseveraciones ciegas de flojera y suciedad, atribuidas a etnias indígenas y comunidades afrodescendientes; exotización de la cultura afro e indígena, haciéndola ajena y rara; reconocimiento por características negativas a comunidades afro e indígenas; preferencia por supuesta decisión personal, desligada del racismo, la socialización con personas blancas; divulgación a modo de chiste, clichés racistas, clasistas y misóginos.

Existen otras muchas formas de este racismo/endoracismo disfrazado, pero son en ocasiones tan sutiles, que el reclamo es más difícil que la complicidad. Debe haber una legitimación de la denuncia ante este tipo de hechos, que no por ser sutiles, son menos ofensivos.

Venezuela es un país pluricultural y multiétnico, lleno de culturas diversas, lo que detrás del título de mestizo ha sido utilizado para invisibilizarlas, quedando tácitamente resuelto la supremacía de lo blanco sobre lo negro e indígena, lo que ha quedando grabado en nuestra conciencia colectiva.


Jessica Cueto


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8 comentarios

  • negraymustelier

    Hola. escribo desde Cuba y realmente no puedo estar más de acuerdo con este escrito, literalmente, es un camino que he andado durante muchos años, discriminación desde pequeña, incluida. Me llama mucho la atención que tocaras el tema del autoracismo, y a raíz de eso, me gustaría compartir con los blogueros algo que me sucedió con un humorista cubano muy conocido, y negro hace un par de meses.
    Humor…. incoloro?
    Hace unos días tuve la oportunidad en mi centro de trabajo de presenciar la actuación del popular humorista cubano Kike Quiñones. Hace ya unos cinco años, fui testigo del bochornoso espectáculo de ver como este llamado artista se denigraba a sí mismo y a toda nuestra raza mediante un monólogo de su propia “inspiración” conocido como El negro pega con todo. En la mencionada actividad de mi trabajo, de la cual disfrutaba como el resto de mis compañeros, tuve el dudoso honor de ser el centro del espectáculo ofrecido por el compañero Quiñones. El humorista, de una manera en mi opinión lamentable y que denota una alarmante falta de ética y profesionalismo, me hizo objeto central de su denigrante actuación por la sencilla razón de que yo era la única persona de raza negra identificada por él en el auditorio. Fui interpelada acerca de mi formación académica (presuntamente para establecer mi bajo nivel cultural o académico en comparación con mis compañeros de “tez clara”, tal como apuntó en una ocasión el propio Quiñones). Con orgullo, manifesté mi formación académica, graduada de licenciada en Ciencias Farmacéuticas por la Universidad de la Habana, sin embargo, más allá de este o aquel título que proclame mi profesión o conocimientos, me siento y me he sentido siempre profundamente orgullosa de mi herencia africana, de mis raíces, de mi raza, en pocas palabras de quien soy. Mi identidad racial me define, y es algo que proclamo con orgullo, ajena a pretendidos cánones de belleza que plantean que sin “facciones finas”, no hay belleza posible. Ante hechos semejantes a esta deleznable actuación, lo que prima, más que el enojo, es la profunda perplejidad porque la piedra angular del espectáculo de un humorista, cubano, formado en la sociedad revolucionaria, y negro, sea un espectáculo tan profundamente denigrante para su propia identidad. En un momento del espectáculo en que cuestioné su “ausencia “de racismo, el compañero me respondió que él era un artista y que los artistas no tenían color. Y yo me pregunto: qué convicciones puede albergar una persona que reniega abiertamente de su raza, de su identidad y de su condición? Qué habla de su calidad como artista, como ser humano? , pero, lo que encuentro aún más alarmante es el hecho de que con este monólogo inaceptable y deplorable haya medrado en el ámbito humorístico de nuestra sociedad hasta el punto en que Kike… es conocido, fundamentalmente, por esta “actuación”. Qué hacer? Ser víctimas inermes de la discriminación? Quedarnos con el sabor amargo de haber sido puestos en la picota pública por el solo color de nuestra piel? Cruzarnos de brazos ante el terrible flagelo del racismo que nos azota en todas partes? Creo que la respuesta es no, hay que hacer lo que sea preciso, hablar donde sea necesario, alzar la voz y no tolerar en ningún ámbito ni de ninguna manera este humor… de otro color

    Yaíma Sánchez Mustelier

    • Yaima en nombre de Afroféminas, un millón de gracias por este comentario. No será la primera vez que he sido cuestionada por cubanos cuando he hablado de racismo en Cuba y se me ha dicho la tan con la conocida frase «a mi nunca me ha pasado» y eso parece que tiene que valer para todo el mundo y peor que si se nos ocurre decirlo somos nosotros los acomplejados, somos nosotros los que estamos mal y no quién hace estas cosas como las que describes aquí.
      Te habla Antoinette, que como sabes, soy cubana igual. Conozco al humorista. No conocía de este monólogo del que hablas y me he quedado perpleja al leerte. Que pena de artista, que lástima de persona.
      Agradezco además que separes tu amor por Cuba, que nada tiene que ver con esto y tu deseo de decir y denunciar claramente lo que no te gusta y te afecta como persona. Un abrazo muy fuerte de todas las Afroféminas que escriben en este espacio!!! Y saludos nostálgicos a mi tierra 🙂

      • negraymustelier

        Gracias a ti, Antoninette, y a Afroféminas en general por este sitio tan maravilloso, amo profundamente a mi país, pero el fenómeno del racismo en Cuba es algo realmente alarmante, porque tiene tantas facetas que ya la gente se ha adaptado a él y ni siquiera lo ve, y es entonces cuando viene el consabido «nunca me ha pasado», el amor no puede cegarnos, desgraciadamente manifestaciones como la que te relaté no son aisladas ni infrecuentes, sin embargo, paradójicamente, quien ha hecho del racismo su estandarte para hacer humor es este humorista, lamentable, de verdad, y lo que es peor, lleva años haciéndolo. Nos queda luchar como podamos y hacer oir nuestra voz en todos los lugares posibles, como este sitio en el que tanto disfruto de mi orgullosa herencia africana. Un abrazo bien grande para ti y para todas las afroféminas donde quiera que estén.

    • en CUBA hay rasismo, y me da estupor que los cubanos lo nieguen, me ha pasado que uando lo expuse abiertamente, me dijo una cubana que estaba mintiendo, lo que mas me molestò, fuè ver, como esa mujer, dice que miento delante de otras latinas. Pero no hay peor ciego, que aquel que no quiere ver. El negro en Cuba, sufre desde que nace, en la escuela, trabajo, en todos los sectores, y ahora, en pleno 2017,. se està destapando el clasismo, algo bien peligroso, solo nos queda levantarnos con dignidad, y demostrar, que ninguno de los estereotipos con que hemos sido identificados, nos representa. Gracias por este articulo, y el testimonio de Yaima

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