
Cuando Iñaki Williams fue nombrado capitán del Athletic Club de Bilbao, el gesto fue más que deportivo. Fue mucho más que la elección obvia de un jugador veterano y querido. Fue un gesto cargado de un simbolismo profundo. Por primera vez en los 126 años del club vasco, un jugador negro llevaba el brazalete de capitán. Iñaki, nacido en Bilbao e hijo de migrantes ghaneses, además de aumir la capitanía de un club muy especial porr su idiosincrasia, .estaba rompiendo un techo de cristal que durante décadas se reforzó con prejuicios, silencios institucionales y narrativas racistas.
Iñaki no se quedó solo con la imagen. Su discurso fue cristalino:
“Parece que está de moda la ultraderecha… pero nosotros, los que tenemos voz, vamos a seguir callando bocas y tirando barreras”.
Con esa frase, el delantero dejó claro que su capitanía representa también un acto político antirracista. No hay nada neutral en que un hombre negro y vasco lidere uno de los clubes más tradicionales del fútbol español.
Su historia es la de miles de personas racializadas en España. Nacieron aquí, aún se les exige demostrar su pertenencia. Ciudadanos de pleno derecho siguen viendo su color de piel poner en duda su legitimidad para ocupar espacios de poder y representación. En ese contexto, ver a Iñaki al frente del Athletic Club es una imagen poderosa, una bofetada a quienes sueñan con una Euskadi o una España homogénea y excluyente.
La historia de Iñaki tiene el coraje como una de sus marcas. Su madre, embarazada de él, saltó la valla de Melilla para llegar a España.
“Si ella no hubiera tenido ese coraje, ni yo ni mi hermano Nico estaríamos aquí”.
Él no lo cuenta desde la victimización, lo hace desde la dignidad. Visibiliza una realidad que muchos prefieren esconder, la de familias migrantes empujadas sistemáticamente a los márgenes, atravesadas por muros físicos y simbólicos.

Iñaki no renuncia a ninguna de sus raíces. Afronta su identidad con la misma naturalidad con la que encara a los defensas en el campo, sin miedo. Él es negro, vasco e hijo de migrantes. En esa confluencia de identidades encuentra una fuerza política enorme. Frente al intento de invisibilizar lo diverso, él toma la palabra. Frente al blanqueamiento cultural, él se mantiene firme. Frente a los que quieren excluir, él representa.
Él no está solo. Su hermano, Nico Williams, también estrella del Athletic y de la selección española, ha sido objetivo de ataques, sutiles y no tan sutiles. Críticas por su acento, rumores de traspaso sospechosos, un mural vandalizado, su coche dañado. Esto son claras expresiones de un racismo estructural que no tolera ver cuerpos negros triunfando, liderando y rompiendo moldes. Iñaki lo habló con franqueza: “Ha habido presiones injustas, y eso hay que decirlo”.
Ese “decirlo” tiene un valor inmenso. El racismo se sostiene en el silencio, en la normalización de conductas excluyentes, en la complicidad de los que miran para otro lado. Iñaki se niega a callar. Al hacerlo, se vuelve un referente para la afición y para miles de jóvenes racializados que crecemos sabiendo que el relato oficial no nos incluye. Para ellos, Iñaki demuestra que no hay conflicto en ser negro y vasco y ghanés. No hay que elegir. Se puede ser todo, con orgullo y sin pedir permiso.
En un momento donde se pronuncian discursos de odio desde tribunas parlamentarias, tertulias deportivas o redes sociales, el gesto de Iñaki tiene una dimensión mayor. Su capitanía es la resistencia, su voz es un altavoz contra el racismo y su liderazgo rompe con la imagen estereotipada del jugador negro que solo aporta fuerza física, obediencia y silencio. Iñaki no solo corre. Él también habla. Señala. Denuncia. Exige. El antirracismo no se construye solo con pancartas. Se construye con decisiones valientes, con ejemplos reales, con coherencia diaria. También, desde el deporte. Con brazaletes puestos con dignidad. Con discursos que incomodan. Con acciones que abren camino.
Su capitanía no un acto de caridad institucional. Es fruto de su talento, de su esfuerzo y de una evolución cultural que, aunque lenta y con resistencias, avanza en todos los ámbitos. Iñaki está abriendo caminos antes cerrados, marcando un antes y un después. El liderazgo negro no solo es posible, es necesario.
Iñaki Williams hizo algo más que cambiar una página en la historia del Athletic Club. Inició un nuevo capítulo en la lucha antirracista del deporte español. Su historia nos plantea, ¿quién tiene el derecho de ser, de soñar, de liderar?
Él ya ha respondido. Y lo demuestra cada día. Sin agachar la cabeza, con orgullo y mucha dignidad. Derriba barreras y calla bocas.

Yovanna Blasco López
Nacida en La República Dominicana. Escritora, activista y luchadora por los derechos humanos. Estudiante de Traducción y Mediación Interlinguisitica.
Instagram: @_melaninwoman_
Email: yovibl@outlook.es Interesada en la igualdad de los derechos humanos y comprometida con la concienciación sobre las personas negras, el racismo y la cultura afro.

Descubre más desde Afroféminas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
