Amiga, cuando te pido que no te hagas trenzas o rastas no lo hago de hincha pelotas, lo hago porque esas trenzas son las que marcaban caminos para escapar de la esclavitud, las que guardaban semillas para poder comer, ya que no nos alimentaban y tuvimos que agudizar el ingenio, convirtiendo el cabello en granero; lo hago porque sé que a mis pares lxs siguen oprimiendo por esa misma razón y hasta a mí me preguntan si me baño repetidas veces cuando me hago un par de trenzas. Me interrogan, me rebajan, me miran raro, me exotizan.
Amiga, cuando te digo que no podés usar turbante por todo lo que significa para la comunidad afro, te lo digo porque hasta el día de hoy, veo cómo a mis iguales se les paga aparte del sueldo, un plus para que se “arreglen el pelo”, como si al natural no fuera perfecto. Porque como ya te he dicho, el pelo afro no es lindo, no es estético, no es profesional. Lo tenemos que tener planchado para que nos tomen en serio, si no somos unas desarregladas mugrientas. (A las mujeres negras se las obligaba a usar turbante para no mostrar su pelo y también con el fin de distinguir entre mestizas y mujeres blancas)
Amiga, cuando te digo que no digas “me negrean, negrero, humor negro, trabajo en negro o negro de mierda” no te lo digo para molestarte, te lo digo porque me duele, porque me atraviesa, porque tuve que dejar de hablar con mi mamá por 3 semanas para que dejara de usarlo como insulto. Porque ya que estoy en un país racista, lo único que espero de vos en que me hagas sentir cómoda y en casa y que no tenga que repetirte las cosas ochenta veces, puesto que cuando vos tenés problemas yo escucho, te ayudo y pongo el cuerpo por vos, porque eso hacen las amigas. Porque te quiero y por eso espero que cuando te digo que no seas racista, no me mires como si te estuviera pidiendo un millón de pesos.
Porque el racismo nos atraviesa todos los días, estamos en un cambio en el que dejamos de naturalizar el racismo y lo vemos, todo los días, a toda hora. En el único lugar en donde no hay racismo es en nuestros kilombos, porque somos todxs negrxs.
Asi que amiga, la próxima vez que intentes decirme “dejá de hacer activismo porque te hace mal”, fíjate en qué posición social te encontrás para que sea tan fácil decir “dejá de hacerlo”, el privilegio que conlleva decirlo y que no te importe.
Porque el racismo, como ya dije, nos atraviesa el cuerpo, el alma, nos deja temblando y a veces, no sabemos reaccionar, otras veces, reaccionamos con violencia, en ocasiones, nos quedamos calladxs preguntándonos qué acaba de pasar, y no es raro que nos deje tiradxs en cama por días o qué se presente en forma de ansiedad y pánico. Amiga, no es fácil ser negra y pelearse con todo el mundo para que dejen de ser racistas, así que, amiga, por lo menos, intenta entenderme.
Jennifer parker
Mujer afroargentina
Música y activista
Instagram: @Jenniferpaarker
Descubre más desde Afroféminas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Pensé que sólo aquí en Venezuela se utilizaban el término “negrear”