viernes, noviembre 22

Ni mujer, ni madre, ni unívoca. Testimonio

Entendemos el género femenino dentro de una categoría de “mujer” inherente a lo femenino y naturalmente dado, toda nuestra vida construimos un ideal de género al que nunca llegamos completamente (la mujer debe ser de esta manera y debe responder a tales u otras normas) algunos ni siquiera llegamos a completar esa construcción de género heteronormativo, porque simplemente deseamos de otras maneras o nos percibimos alejados de eso.

Cuando era niña sentía deseos por otras niñas; de mi escuela, del barrio, o de la iglesia (a la que fui 10 años). A mi corta edad ya sabía que aquello estaba prohibido, por lo tanto no lo escribía en mi diario personal, por si alguien lo revisaba. Todo aquello lo viví en silencio, mi madre, que era lo único que tenía y nunca habló conmigo acerca de ese tema, pero creo que claramente algo presentía. Al entrar a la secundaria este deseo contranormativo se intensificó, aunque también me gustaban algunos chicos (lo recuerdo porque escribía en mi diario sobre ellos) siempre había una que otra adolescente dando vueltas en mi cabeza o en mi estómago. No paso mucho tiempo hasta que tuve mi primer acercamiento corporal con una compañera de aquella escuela, fue un beso que creó algunas dudas en mí, aunque trajo muchas respuestas.

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Yo que era hija de una madre “cabeza de familia” que además era cristiana evangélica (en aquellos tiempos) hija de padre abandónico, adolescente privada de bailar, escuchar música, o cantar cosas que no fueran de “Dios”, estaba cometiendo el peor de los pecados, ser “Arepera”(lesbiana) y no solo ser eso, sino también desear a los hombres, desear ambas cosas, ¡Que contradicción! En aquel entonces tuve algunos encuentros parecidos con varias compañeritas del colegio, también de la iglesia (compañeritas que por lo visto se estaban también explorándose) indague mi apena iniciada sexualidad con eventos efímeros y silenciosos, pero en el fondo sabía que iría al mismísimo infierno y ya iría prendida fuego, el diablo que me esperaba no entendería nada.

Seguí pecando y pecando, con unas y otros; besos, tocadas, encuentros sutiles, de adolescentes curiosos. Nunca se lo conté a nadie de mi familia porque no lo entenderían en su momento, aunque tuve algunos regaños porque descubrieron conductas “raras en mí”. También recibí miradas injuriosas a la cuales escuchaba como si hablaran con un volumen estridente: “Mírala, no es ni blanca ni negra, le gusta las nenas y los nenes, se viste como hippie y como satánica, lleva un zapato rojo y otro blanco”. Yo vivía el pecado como en una película de Stop Motion, en la que esas miradas aparecían gigantescas, intimidantes y babosas.

Hoy me pregunto ¿Qué pasa si interpelamos las construcciones esencialistas respecto a nuestro género impuesto? ¿Cómo sería el mundo si destruyéramos de una vez por todas el binarismo hombre-mujer y nos construyéramos múltiples? Preguntas que abren debates en discusiones sobre género y teorías feministas, en las que ahora estoy indagando.

Por eso ahora levanto mi voz, aunque temblorosa aun, por el miedo a no ser comprendida, levanto mi voz con llantos eternos de lucha que me acompañan, levanto mi voz y la voz de mis compañerxs que por revelar su deseo fueron silenciadxs, asesinadxs, excluidxs de sus familias. Hoy digo y me digo “No importa cuál sea tu deseo, si hoy te sientes de una manera o de la otra, nadie puede culparte de no poder leer en ti lo que le han enseñado las reglas”.

NI MUJER, si ser mujer implica dejar de lado mi sentir, mi manifestación interna de placer múltiple, si ser mujer significa sentirme inferior a o por debajo de, o creer que estamos hechas para unas cosas pero no para otras. Entrar en los estándares de bellezas en los que no me hallo, cumplir con un orden social del cual estoy harta, ser vista como un objeto que puede ser tocado, pues si fuera un hombre-macho al entrar a un bar nadie se atrevería a tocar mi pelo sin preguntar, pero no, no, soy mujer, afro y mido 1.50 de estatura, no intimido ni a mi sombra.

NI MADRE, si ser madre implica reproducirme de acuerdo a los mandatos sociales, que una mujer debe ser madre pues esa es su naturaleza, pues no, me niego rotundamente a creer eso, la mujer puede decidir no cumplir con esa norma y aun así sentirse hembra, humana, mujeraza, porque eso es una construcción del cuerpo en la que no creo, que se nos ha impuesto desde que el cuerpo es cuerpo social, público y del estado. La reproductividad es una norma heteronormativa, que funciona como mecanismo de control y poder, en la que los cuerpos “no reproductivos” ingresan como cuerpos patológicos “homosexuales” porque no se aceptan las uniones no reproductivas.

NI UNÍVOCA, porque creo que asumirse como una cosa o la otra categoriza el deseo de los cuerpos. Tengo dudas respecto a qué tipo de responsabilidad implica asumirse de una sola forma, ¿Y si mañana me levanto deseando otra cosa? Respeto a quien se asume como siente, como le da la gana, yo prefiero que el arcoíris de la comunidad atraviese mi cuerpo de punta a punta y me llene de todos esos colores, que no solo son colores, son sentires, son susurros de placer, porque en definitiva es un placer desear sin límites, hacer con tu cuerpo otra cosa que no sea lo que te enseñaron, arrancarte la ropa del estatus social, negarte a ser eso, o aquello, de esta forma o de la otra.

El juego está en deconstruirte y entender que somos repetición de normas, que nuestro género no es nuestro, nuestro sexo ya fue antes nombrado por no se sabe quién, nuestro deseo fue categorizado “si eres mujer debes desear a …” lo que nos salva es la construcción de la libertad, pues la libertad aún se está construyendo.

Por eso ahora levanto mi voz, aunque temblorosa aun, por el miedo a no ser comprendida, levanto mi voz con llantos eternos de lucha que me acompañan, levanto mi voz multicolor que nunca más será silenciada….

“Hoy me desperté con cuerpo de unicornio y cara de hembra, creo que saldré a la plaza y dibujaré mi rostro en todos los arboles”

 

L1007805Asami Ortiz es un afrocolombiana residente en la Patagonia de la Argentina


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3 comentarios

  • Ana Lucia Dos Santos

    …solo llevaremos estas ataduras mientras queramos… La decisión es difícil y parece inalcanzable, inexistente… Ser libres es parte intrínseca de nuestro organismo.

    • Nati

      En tu razón tienes razón, sin embargo, para poder expandir la vida por los universos es necesario la procreación, y la fuerza el y ella, es un principio original por el que fuimos creadores para poder vivir el milagro de la vida, que tú creas todo lo que escribiste aquí, que por cierto es muy bonito para algunos (lisonjeros versos) no quiere decir que sea una verdad,quizás tú verdad, pero si logras ver todo esto desde una lógica inteligente, y sin hacer uso de tanta razón, podrás encontrar respuestas maravillosas a la razón de tu existencia. Fuerte abrazo para ti recuerda que este cuerpo lleno de razones no implica la vida real…

      • Asami

        ¿Procreación? ¿El – Ella? y ¿El y El? y ¿Ella y Ella? y ¿Ellx y Elle? ¿De que hablas? No entendiste nada… beso

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