viernes, abril 18

No son datos, es racismo: cuando la extrema derecha se disfraza de feminismo


En los últimos años, la extrema derecha ha intentado (y en muchas ocasiones ha conseguido) camuflar su discurso de odio bajo una apariencia de preocupación por los derechos de las mujeres. Esta estrategia, cada vez más habitual en Europa y España, implica usar el feminismo como pretexto para acosar a los migrantes, sobre todo a los hombres racializados. Un ejemplo clarísimo de esta estrategia se encuentra en el artículo de la activista de extrema derecha Elena Ramallo titulado “No es racismo, son datos”, en el que se muestran estadísticas sobre agresiones sexuales en España para justificar un endurecimiento de las políticas migratorias.

Este tipo de retórica, que tiene un sustrato profundamente racista, es, además de manipuladora, tremendamente arriesgada. Se intenta quebrar el feminismo, utilizando la violencia que sufrimos las mujeres para impulsar una agenda autoritaria y xenófoba que nadia tiene que ver con los derechos de las mujeres.

El silencio ante la violencia que ejercen los hombres blancos

El llamamiento de Ramallo a proteger a las mujeres (se entiende blancas/españolas) de los hombres migrantes (principalmente africanos y de piel negra) parte de la idea profundamente racista de que el machismo es un producto importado. La verdad es que España es un país con una larga historia de violencia patriarcal, ejercida por hombres españoles, blancos, de todas las clases sociales. La violencia machista no es un fenómeno nuevo y está profundamente insertada en la cultura y la sociedad españolas. Lo que hace Ramallo, con un punto de vista claramente prejuicioso, es minimizar las agresiones cometidas por nacionales y señalar con el dedo las cometidas por foráneos para aumentar el resentimiento y el miedo al otro.

Ramallo y su feminismo a la carta, omite por ejemplo, a las mujeres migrantes, mujeres negras, gitanas, árabes o asiáticas, que residen en nuestro país, muchas de las cuales sufren violencias machistas, pero que además deben enfrentarse a un racismo institucional que las deja en el abandono. Las mujeres sin papeles, por ejemplo, normalmente no denuncian a sus agresores, muchos de ellos sus empleadores hombres blancos, por miedo a ser expulsadas. La violencia institucional es un factor que toda supuesta investigadora debe tener en cuenta en los datos.

Los datos, fuera de su contexto, son propaganda

Uno de las pruebas de Ramallo de sus tesis racistas, es la supuesta sobrerrepresentación de personas originarias de África en los datos de delitos de agresión sexual. Lo que no dice Ramallo, es que esos datos, en contextos de racismo estructural, no son neutrales ni fiables Quién trabaja con personas migrantes y en el antirracismo sabe, y hay estudios para demostrarlo, que en España, las personas racializadas tienen más probabilidades de ser detenidas, juzgadas y condenadas, incluso por los mismos delitos, que las personas blancas. El sistema judicial no opera ajeno a una sociedad a la que atraviesa el racismo, el clasismo y la islamofobia.

Datos:

-Un informe de SOS Racisme Catalunya (2019) reveló que una persona extranjera tiene siete veces más probabilidades de ser detenida por la policía que una de nacionalidad española, señalando una práctica habitual de identificaciones basadas en perfil étnico por parte de los cuerpos policiales en Cataluña.

-El Informe de la Federación SOS Racismo señala que, en 2023, se registraron 569 denuncias por incidentes racistas y/o discriminatorios en España. De estos, el 34% correspondieron a casos de racismo institucional, siendo el 83% de estos relacionados con actuaciones policiales, lo que demuestra una preocupante tendencia de discriminación en las fuerzas de seguridad.

Rights International Spain e IRIDIA hicieron en 2024 un análisis cualitativo del sesgo racial en las prácticas de identificación policial, evidenciando que las personas racializadas son desproporcionadamente objeto de paradas e identificaciones, lo que contribuye a su criminalización y refuerza estereotipos discriminatorios.

-A julio de 2024, el 31,6 % de las personas presas en España eran extranjeras (18.535 de un total de 58.937), mientras que los extranjeros representan apenas el 11,3 % de la población total del país. Esta sobrerrepresentación de casi el triple no puede explicarse por una mayor criminalidad, como sostienen los discursos racistas, sino que es un reflejo directo del racismo institucional que impregna el sistema penal. Las personas extranjeras, especialmente las racializadas, son objetivo preferente de controles policiales, más expuestas a la criminalización de la pobreza, con menos acceso a defensa legal adecuada y a beneficios penitenciarios, y a menudo enfrentan una doble penalización: prisión y expulsión.



Cuando Ramallo habla de «datos objetivos» sin analizar el contexto, algo que como supuesta investigadora debería hacer, lo que está intentando es propaganda. Ramallo obvia intencionadamente que las estadísticas están condicionadas por a quién se persigue y se detiene, a quién se vigila, quién tiene acceso a una buena defensa legal, y quién no. No es casual que las personas extranjeras y pobres llenen nuestras cárceles ya que es el resultado de un sistema judicial profundamente desigual.

Ramallo también acusa a los migrantes de proceder de «culturas que no respetan a las mujeres». Ramallo utiliza este estereotipo colonial, para mostrar su visión supremacista que se cree con autoridad para juzgar otras culturas desde una pretendida superioridad moral europea. Lo cierto es que el patriarcado es un sistema global, y está presente en todas las culturas. El machismo español, por ejemplo, no tiene nada de que presumir frente a la de otros lugares del mundo.

Lo que hay detrás de ese discurso es islamofobia y racismo cultural, utilizando el feminismo como excusa para imponer una jerarquía racial. Realmente, Ramallo, defensora de prohibir el velo en las escuelas, no está intentando proteger a estas mujeres, sino que intenta justificar la exclusión de ciertos cuerpos del espacio público.

El peligro de las políticas migratorias punitivas

Ramallo propone la deportación inmediata de personas extranjeras que cometan delitos o el control exhaustivo de antecedentes penales antes de permitir la entrada al país son políticas de castigo, no de prevención. No es verdad que se intente proteger a las mujeres. Estas medidas buscan que veamos a los migrantes como amenazas potenciales, pero al mismo tiempo, los que las promueven, minimizan, cuando no niegan directamente, la importancia de la violencia de género en nuestra sociedad

Este manera de abordar la migración convierte a millones de personas en sospechosas solo por su origen, su color de piel o su religión. Es un enfoque incompatible con los derechos humanos y con cualquier forma de feminismo que se diga inclusivo.

El verdadero feminismo es antirracista o no es

No nos podemos permitir como sociedad que el feminismo sea utilizado como un arma para propagar el racismo. El auténtico feminismo combate todas las formas de opresión: el patriarcado, el racismo, el colonialismo, la xenofobia. Ramallo no es feminista, es un agente de la extrema derecha que esta colaborando en criminalizar a los migrantes, con aquello que niegan la violencia de género. Ramallo es una herramienta del poder conservador para mantener el status quo.

No vamos a aceptar que se construya una sociedad más violenta, más vigilada y más excluyente en nombre de una falsa igualdad que solo pertenece a los privilegiados. Y no vamos a permitir que se silencie nuestra voz cuando denunciamos que sí, es racismo, aunque lo disfracen de datos.

Afroféminas



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