jueves, noviembre 21

Una reflexión sobre el último informe del impacto económico de la discriminación racial en el ámbito laboral y educativo en España


La humanidad de los migrantes se mide en función de su capacidad para sostener la economía en trabajos que los españoles no estarían dispuestos a realizar. A este Gobierno de Coalición debería caérsele la cara de vergüenza por la actitud racista y exacerbada que emplea al valorar a las personas migrantes únicamente en términos del impacto económico que generan.

No basta con seguir mareando la perdiz con planes antirracistas o nuevos reglamentos de extranjería. Aprueben la Ley de Regularización Ya, si realmente les preocupa el racismo y las personas que lo sufren.

El informe realizado por el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE), encargado por el Ministerio de Migraciones, es un reflejo directo del peso del racismo de Estado que recae sobre los cuerpos de las personas migrantes, racializadas y/o extranjeras.

El racismo ya no se mide en términos aproximados por el Estado; ahora se visibiliza abiertamente. Puede trazarse un paralelismo con la estructura creada en torno a la materialización de la trata transatlántica y la esclavización de personas del Sur Global hace 400 años.

Las medidas de aquel entonces eran económicas y deshumanizantes. Hoy en día, los inmigrantes siguen siendo considerados «bestias de carga» en sectores como el campo o el cuidado, fundamentales para sostener la economía. Si lo hacen en situación irregular, mejor, porque así su humanidad importa aún menos fuera de los espacios formales.

Cuando algunos consiguen acceder a esos espacios, muchas veces son derivados a Formación Profesional. No por el valor que tienen las enseñanzas técnicas, sino por el lugar que se les asigna en la balanza de la valía, marcada por el racismo que permea tanto las calles como las aulas.



Hay que empezar a citar las cosas por su nombre para enfrentarnos al reto de que a un Estado Racista se le combate sin medias tintas. Si no nombramos, no existimos, esto se aprende en primero de feminismo.

Retomo aquí las palabras del investigador José Antonio Piqueras, historiador y autor de Negreros. Españoles en el tráfico y en los capitales esclavistas:

«La última fase en la que se practicó la esclavitud en España y América coincidió con el auge empresarial y financiero que llega a nuestros días, y en el que, como demuestra Piqueras, el capital obtenido por la trata de esclavos fue clave».

España no puso fin a este comercio esclavista incluso cuando ya era ilegal. A partir de 1820, la trata continuó de forma clandestina hasta 1866, impulsada por la producción económica. Desgraciadamente, las instituciones tienen memoria, y su base sigue materializándose en las dinámicas que hoy señalamos y denunciamos. El racismo es estructural porque impregna todos los ámbitos, tanto materiales como sociales.

Las comunidades antirracistas, las personas migrantes y racializadas, y la diversidad en su conjunto, debemos redoblar y radicalizar la lucha contra el racismo en España, señalando sin descanso este racismo estructural e institucional de las Administraciones Públicas.

Los análisis para valorar a los extranjeros y a las personas de origen migrante beben de las estructuras esclavistas, que hoy persisten en forma de esclavitud moderna. Nuestra humanidad no debe seguir midiéndose en función del PIB que aportamos al Estado a través de trabajos precarios que no realizarían los autóctonos.

En España, los índices de racismo no se reducirán hasta que no se afronte con seriedad una lucha antirracista que incluya a toda la sociedad. Esto no ocurre porque el Estado practica el racismo como un mecanismo para sostener sus privilegios.

El supuesto plan de lucha contra el racismo impulsado por el Estado es una entelequia y una burla a la inteligencia de la sociedad y de las organizaciones.

Llámese reforma de la Ley de Extranjería, Acuerdo Europeo de Asilo y Migración, o una flamante Ley contra el Racismo que permanece sobre la mesa del Ministerio de Igualdad, «durmiendo el sueño de los justos». Esta ley, peleada por las organizaciones antirracistas, recoge gran parte de sus aportes y aparece en el Plan Anual Normativo, lo que indica que debería seguir adelante. Sin embargo, el Ministerio de Igualdad no la menciona siquiera.

¿Qué pasa con el proceso de Regularización Ya, por el que tantas organizaciones han dejado tiempo, esfuerzo y trabajo? Es hora de dejar de medir nuestra humanidad con conceptos economicistas: no solo somos brazos. Nuestros aportes son también culturales, filosóficos y humanistas.


Rita Bosaho

Activista afrofeminista y defensora de DDHH.
Primera diputada negra en el parlamento español y Ex-Directora General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial en el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España.



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