jueves, noviembre 21

¿De qué hablamos cuando nos referimos a la interseccionalidad?


*Texto publicado originalmente en Alas Tensas y republicado por Afroféminas por un acuerdo de colaboración.

Génesis del concepto interseccionalidad

Si bien se le atribuye a la teórica crítica de raza Kimberle Crenshaw el haber acuñado el término interseccionalidad en sus trabajos sobre las experiencias de las mujeres negras con la discriminación laboral y la violencia doméstica, existe un amplio reconocimiento de que los fundamentos de la interseccionalidad surgieron mucho antes en los trabajos pioneros de activistas negras y/o intelectuales como Sojouner Truth (1851), el colectivo de feministas negras lesbianas de Combahee River Colective (1977), el trabajo de Angela Davis titulado “Mujeres, Raza y Clase” (1981), los ensayos de Audre Lorde reunidos en «Sister Outsider: Essays and Speeches» (1984).

La génesis de la interseccionalidad se localiza en el contexto de las políticas feministas de mujeres negras estadounidenses, en el período de 1960-1970. Fue en el seno de movimientos de mujeres negras (que también incluían a mujeres chicanas, latinas y otras) que las ideas sobre interseccionalidad comenzaron a circular, una vez que todos estos trabajos apuntaban a que la emancipación de mujeres afroamericanas solo se daría si se combatían simultáneamente desigualdades de raza, clase y género. O sea, la emergencia de la interseccionalidad está ligada al movimiento social de mujeres negras. Dentro de estos activismos pioneros, se estableció que la emancipación de las mujeres negras requería una respuesta que abarcara los múltiples sistemas de opresión: sexismo, clasismo, racismo.

Posteriormente estas ideas, que ya estaban presentes en ensayos, manifiestos y articulaciones feministas negras, fueron sistematizadas y acuñadas bajo el concepto de interseccionalidad por la jurista e intelectual negra Kimberle Crenshaw en el año 1991, en su trabajo “Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color», publicado en Stanford Law Review.

Cuando hablamos de interseccionalidad, ello significa, entre otras cosas, un trabajo analítico sobre el modo en que la desigualdad es causada por la co-constitución de las opresiones. Igualmente, la interseccionalidad es una herramienta para articular proyectos de justicia social. Es decir, la interseccionalidad ofrece un lenguaje específico y un conjunto de principios por medio de los cuales es posible desarrollar estos análisis.



La interseccionalidad y su potencial analítico

De acuerdo con Crenshaw, la interseccionalidad se refiere al modo en que determinadas acciones y políticas específicas generan opresiones que fluyen a través de diversos ejes de dominación, constituyendo aspectos dinámicos o activos del desempoderamiento. O sea, la perspectiva interseccional se pregunta: ¿qué es lo que ocurre desde el punto de vista estructural – de la organización social – cuando dos o más ejes de subordinación interactúan?

Esta cuestión remite a las condiciones estructurales que, combinadas de formas complejas y diversas, producen jerarquías, exclusiones y por ende crean situaciones de injusticia social, especialmente para aquellas personas que no se encuadran dentro de parámetros normativos.



«La interseccionalidad no es una sumatoria de identidades, ni una enunciación de marcadores sociales sin ningún propósito. Por el contrario, la interseccionalidad permite mapear las discriminaciones y privilegios no tanto a nivel de la experiencia individual, sino a partir de los sistemas de dominación que las generan, tales como género, raza y clase».

Este potencial analítico de la interseccionalidad, se evidenció en las circunstancias que condujeron a su uso por parte de la jurista e intelectual estadounidense Kimberle Crenshaw. Como la propia autora ha afirmado “la interseccionalidad se articuló desde su inicio para capturar la negativa de la ley a ver una discriminación compuesta; es una imagen verbal para aclarar lo que la ley no vio”[1]1. Es por ello que la interseccionalidad no solo permite desentrañar los efectos de determinadas leyes, es decir, a quién ellas acogen y a quién no, qué modelos ellas refuerzan, sino también las zonas de invisibilidad que dichas leyes se rehúsan a contemplar.

Patricia Hill Collins

Por tanto, la interseccionalidad no es una sumatoria de identidades, ni una enunciación de marcadores sociales sin ningún propósito. Por el contrario, la interseccionalidad permite mapear las discriminaciones y privilegios no tanto a nivel de la experiencia individual, sino a partir de los sistemas de dominación que las generan, tales como género, raza y clase. Consecuentemente, como ha afirmado Patricia Hill Collins en varios de sus trabajos (que parafraseo): “utilizar la interseccionalidad como herramienta analítica […] arroja luz sobre la organización del poder. La interseccionalidad como herramienta analítica examina cómo las relaciones de poder se entrelazan y se construyen mutuamente”

Existen varios trabajos que, en el contexto latinoamericano, usan la interseccionalidad tanto como una herramienta analítica como una guía para la materialización de proyectos de justicia social. Uno de los que podemos citar es el libro de Karla Akotirene, feminista negra brasileña que discute la importancia de ese concepto para el análisis y transformación de problemas sociales presentes en el Brasil contemporáneo. Sobre el trabajo de Carla Akotirene, la feminista cubana Ivette Sóñora, escribió una importante reseña, que invitamos a leer[2]2 y del cuál comparto un fragmento:

  1. En el original: “intersectionality was from its inception articulated to capture law’s refusal to see compound discrimination; offered as a word picture to make plain what the law didn’t see” ↩︎
  2. https://periodicos.ufsc.br/index.php/ref/article/view/1806-9584-2020v28n164872/43520 ↩︎

Yarlenis M. Malfrán

Psicóloga por la Universidad de Oriente, Cuba. Máster en Intervención Comunitaria (CENESEX). Doctora en Ciencias Humanas (Universidad Federal de Santa Catarina). Investigadora de Post Doctorado vinculada a la Universidad de São Paulo, Brasil. Feminista, con experiencia en varias organizaciones y movimientos sociales.



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