Un baile de alta tradición en Panamá es el bullerengue: se escuchan mujeres cantando, una pareja baila, tamboreros tocan el máximo instrumento africano.
La danza que es producto de un pasado doloroso hoy continúa, ya no con tanto dolor aunque las heridas todavía afecten. La canción llora y el tambor le consuela. Alta tradición que ahora es puro orgullo, saber que la sangre que llevas en las venas sagrada es.
Para hablar de bullerengue hay que hablar también de bunde. Dos danzas de raíces africanas estrechamente vinculadas a la provincia del Darién, ubicada al sur de Panamá. También se baila en su país hermano Colombia, pero su evolución ha sido distinta en ambas regiones.
El bullerengue es un baile sensual que significa alegría y movimiento. Lo baila una pareja, generalmente un hombre y una mujer, los dos danzan al ritmo del tambor que va acompañado del canto de varias mujeres mientras ellas dan palmadas.
El bunde también es una danza del mismo origen que incorpora elementos de la religión católica y es predominante en Garaniché, distrito de Chepigana ubicado al suroeste del país.
Es un rito cantado al ritmo del tambor dedicado al niño Jesús, esto lo hacían en tiempos de esclavitud cuando un niño o niña moría antes de cumplir los siete años, entonces lo ‘bundeaban’ porque se creía que el infante fallecía en estado de inocencia e iba directo al cielo, reino de los espíritus.
Historia y ejecución del bullerengue
El bullerengue es una danza acompañada de un canto y forma parte esencial de la cultura darienita, es un baile que simboliza la sensualidad femenina. Sin embargo, en tiempos coloniales estuvo asociado a eventos fúnebres; pues al ser un baile de celebración y felicidad, a los muertos les cantaban y bailaban para que se fueran alegres. Incluso hoy, a las grandes cantoras que han perecido, se les arma un bullerengue en su casa como forma de amor y reconocimiento.
Bullerengue significa pollera o falda de maternidad, en su etimología la palabra viene de los vocablos africanos “bulle” que significa alegría y “rengue” que significa movimiento. Es posible que ambos vocablos desciendan de las lenguas nigerocongolesas que pertenecen a países de África Occidental.
La danza en su origen tradicional representa la celebración de un marido que regresa de una exhaustiva cacería en la selva, entonces la esposa organiza una fiesta porque su marido ha vuelto, no solo él, sino con varios animales muertos a la espalda, lo que significa que habrá alimento. Luego la esposa llama a los tamboreros de la comunidad y a las vecinas para iniciar la celebración del bullerengue. Danza, canto y toque de tambor.
Los tambores marcan el ritmo en su ejecución mientras que las mujeres se colocan una al lado de la otra y dan palmadas al ritmo de la música. Ellas, denominadas cantoras, cuando cantan y dan las famosas palmadas, quienes bailan en pareja lo hacen juntando los pies y flexionando las rodillas.
La mujer que baila se muestra altiva, conservando la compostura y donaire hacia el parejo. Mientras que él, flexionando rodillas, baila cerca de ella haciéndole reverencia y amagos de cortejo, pero nunca termina de hacerlo. El bullerengue es un baile de seducción que no se concreta.
La tradición de esta danza ha perdurado en el tiempo gracias a la enseñanza de madre a hija, abuela a nieta y así, de generación en generación.
Por tal motivo, es importante resaltar la herencia africana que llegó hasta Darién producto de la trata trasatlántica de personas esclavizadas que, con el tiempo, al liberarse a sí mismos en las Rebeliones de Bayano (1548–1558), se convertirían en cimarrones que habitaron los palenques de Mamoní y Mandinga.
Según datos del último censo realizado en Panamá en 2023 por el Instituto de Nacional de Estadística y Censo, 31,7 por ciento de la población panameña se considera afrodescendiente.
Para mantener viva esta expresión cultural característica de la provincia, todos los años se realiza el festival del bunde y bullerengue, además se han recopilado en discos y ahora en plataformas de transmisión digital como Spotify, canciones interpretadas por cantoras reconocidas que han contribuido al desarrollo del folclore darienita.
«Es importante rescatar el bullerengue para que no se pierda, enseñar a los niños y jóvenes el arte del bullerengue y que aprendan su historia y significado», afirma la profesora Digna Emérita Caraballo de Gómez, investigadora del Centro Regional Universitario de Darién, en una entrevista publicada en La Estrella de Panamá en 2018.
La profesora Caraballo de Gómez es conocida por resaltar la cultura darienita e incluso ha sido homenajeada por el festival anual dedicado a los dos bailes. «El uso del tambor, el canto y la voz son propias del ser humano… Por eso, cada vez que hacemos este festival celebramos la vida, la fe y la esperanza», manifestó.
Darién en la actualidad
El objetivo de ambos bailes es promover y resaltar la cultura regional de esta provincia muy vinculada a la población afropanameña, olvidada en la actualidad por la ciudad de Panamá. Es una de las provincias cuyo desarrollo, acceso a infraestructura de calidad y servicios básicos ha sido muy lento.
Darién está conectada con Colombia por el famoso tapón del Darién, una selva espesa y peligrosa que ha servido como ruta para miles de migrantes que viajan a pie desde distintas partes del continente y el mundo.
La provincia enfrenta una situación problemática con relación al paso de migrantes por esta selva, tan extrema que existen campos de refugiados al terminar la travesía y por supuesto, redes de delincuentes que aprovechan la selva para lucrar de forma ilegal.
Edelmira Sánchez, profesora, folclorista y cantora, explica que por Darién entraron los europeos al continente. Piensa que la provincia tuvo menor desarrollo que otras provincias del país porque Darién es un área inhóspita llena de accidentes geográficos.
Pero esto no significa que las tradiciones del Darién desaparezcan, sino que la región necesita atención urgente por parte de las autoridades; el bunde y el bullerengue son expresiones culturales que simbolizan resiliencia y sirven como alivio de todas las penas que enfrentan los darienitas.
Quien relata este artículo es descendiente de darienitas y toda la vida escuché a mi abuela decir que se iría de la ciudad de vuelta a su natal Chepigana, porque como la comunidad y alegría de su pueblo no hay ninguna.
Escuché y bailé bullerengue siempre, más en su ejecución no soy experta, mi abuela, definitivamente sí, cada que oye un bullerengue, sea donde sea, sus caderas se empiezan a mover.
*Texto publicado originalmente en Gobal Voice y republicado por Afroféminas por un acuerdo de colaboración.
Joan Collins
Periodista panameña y estudiante de español.
Ha publicado diversos textos en revista Afroféminas (España), periódico Capital Financiero y revista Concolón (Panamá).
Formó parte de la antología poética ‘Sanaré: Sanar juntxs desde la palabra’ (Puerto Rico,
2021).
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