Ata, migrante de origen ghanés y vecino de Lucena del Puerto (Huelva), ha sido hallado muerto el martes 9 de julio en la chabola en la que residía en el municipio.
Ata, que tenía solo 45 años, llevaba más de 15 años residiendo en España y tenía regularizada su situación. En los últimos años, había estado muy afectado por su salud, ya que había sufrido varios ictus y había desarrollado diabetes. No recibía ningún tipo de ayuda más allá de la atención médica, por lo que, mientras pudo, nunca dejó de trabajar.
Una llamada al Servicio de Emergencias 112, sobre las 17:00 horas, de residentes del mismo asentamiento avisaban de que no han visto a Ata en varios días. Su chabola permanecía cerrada desde la última vez que fue visto y, en esa tarde, notaron que desprende un fuerte olor, lo que les hacía temer lo peor.
Tras el aviso al 112, se movilizan efectivos de la Guardia Civil y emergencias sanitarias hasta el asentamiento. Según confirmó el112, la Guardia Civil procedió a la «apertura de puerta» y confirmó que Ata había fallecido.
Fuentes del propio asentamiento presentes durante la intervención de la Guardia Civil y de emergencia sanitarias aseguran que el cadáver se encontraba en avanzado estado de putrefacción, con lo cual demuestra que murió en completa soledad hacía varios días.
Ata residía en uno de los llamados asentamientos de la vergüenza, las pequeñas urbes de infraviviendas en las que centenares (miles en temporada alta de recolecta de la fresa) de trabajadores y trabajadoras agrícolas de origen subsahariano y magrebí se ven obligados a vivir ante la falta de viviendas y recursos habitacionales para este tipo de mano de obra que recibe la Provincia de Huelva.
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