domingo, diciembre 22

«Cuando lo intenté por cuarta vez nos ahogamos»: Los refugiados que no queremos ver


La editorial Capitán Swing acaba de publicar en castellano «Cuando lo intenté por cuarta vez nos ahogamos. La búsqueda de refugio en la ruta migratoria más letal del mundo», de la escritora irlandesa Sally Hayden, que relata de manera incisiva y dolorosa las penurias experimentadas por los ciudadanos africanos desfavorecidos y sin privilegios que inician el camino de la migración a Europa.

A lo largo de la obra, el lector se ve conmocionado al descubrir la falta de sensibilidad por parte del llamado Occidente liberal hacia los inmigrantes que sufren en el norte de África. El libro sirve como testimonio del fracaso colectivo en brindar apoyo a los migrantes por parte de la comunidad internacional. Destaca la vergonzosa negativa de ayuda hacia los menos afortunados por parte de instituciones en que confiamos, internacionales y europeas.

Las personas abandonan sus hogares en busca de oportunidades mejores, algo común a lo largo de la historia de la humanidad, generalmente por elección propia. Sin embargo, la migración a través del tumultuoso mar Mediterráneo, donde diversas amenazas acechan el viaje, no representa simplemente la búsqueda del paraíso occidental, sino más bien un intento desesperado por satisfacer nuestro instinto natural de supervivencia. Este éxodo se origina en la necesidad de escapar de los estragos de la guerra, eludir el servicio militar obligatorio, huir de persecuciones interminables por razones de carácter sexual, políticas o religiosas, paliar los sufrimientos del hambre y enfrentar un cambio climático cada vez más exacerbado. Aunque puede haber una disminución temporal en la llegada de inmigrantes a la fortificada Europa, el mundo contemporáneo se caracteriza en gran medida por la movilidad humana, tanto forzada como voluntaria, y esta tendencia parece destinada a persistir en el futuro cercano. Para aquellos que migran desde países del norte de África como Eritrea, Sierra Leona, Etiopía, Sudán, Níger y Libia, entre otros, el proceso resulta infernal de principio a fin, culminando en un callejón sin salida cuando son interceptados por los guardacostas libios en alta mar.

El enfoque principal del libro se centra en las personas que son desplazadas por la fuerza de los países del norte de África. A lo largo de la obra, la autora cuestiona el silencio hipócrita de algunos privilegiados en Europa y América del Norte a través de argumentos razonados, aunque de manera sutil en el trasfondo. Se explora detalladamente cómo Libia, un país marcado por una maquinaria estatal disfuncional, la presencia de bandas de mercenarios, milicias dispersas y señores de la guerra, enormes desigualdades y una historia de engaño, se convirtió en el epicentro para llevar a cabo la visión de la Unión Europea de frenar las migraciones a través del Mediterráneo.



La autora realiza una crítica contundente hacia las afirmaciones exageradas realizadas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y numerosas organizaciones no gubernamentales Se pone especial énfasis en la falta de capacidad, la incompetencia y la inexplicable ausencia del ACNUR en la zona central de los acontecimientos.

El habitual periplo de un desplazado africano se resume en el contacto con contrabandistas, la espera de meses, la separación de la familia, la travesía en precarios botes de goma, el hambre durante días, con muchos compañeros de viaje enfrentando la tragedia de ahogarse, y finalmente, la intercepción por parte de la policía y los guardacostas libios, quienes colaboran estrechamente con el Fondo Fiduciario de la Unión Europea. El libro detalla de manera exhaustiva cómo hombres, mujeres y niños son forzados a confinarse en lugares terroríficos como Triq-al-siqqa, Zintan, Abu Salim, entre otros, en Trípoli y Benghazi, así como en sus alrededores. Estos campos se caracterizan por ser verdaderos infiernos, donde prevalecen la brutalidad, la violencia sexual, la xenofobia, los asesinatos y la hambruna, con la ausencia total de organizaciones de ayuda. Paradójicamente, los principales beneficiarios de los millonarios acuerdos son los poderosos milicianos, los contrabandistas y los trabajadores de agencias de ayuda de las Naciones Unidas. El libro constituye un comentario revelador sobre las discrepancias entre las definiciones de palabras y frases como justicia, liberalismo, igualdad, rehabilitación, reasentamiento, etc., evidenciando la brecha entre la teoría expresada y la realidad que se vive y experimentan los migrantes.

La última parte del libro se enfoca principalmente en la política que rodea las problemáticas de la migración y la creciente polarización hacia la derecha del espectro político en naciones como Italia, Alemania, Hungría, Dinamarca, entre otras. Además, resalta el problema fundamental en la formulación básica de términos como refugiados, rehabilitación y contrabando.

La escritora anglosomalí Warsan Shire, en su poema ‘Home’, escribió: “Nadie sale de casa a menos que / la casa sea la boca de un tiburón. Solo corres hacia la frontera / cuando ves toda la ciudad / corriendo también”.

Estas palabras de Shire deberían estar en nuestras cabezas cada vez que cuestinemos la llamada seguridad de las fronteras. ¿O acaso queremos dejar de ser humanos?

Redacción Afroféminas



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