Carolina María de Jesús, residente de la favela Canindé en Minas Gerais, encajaría en las estadísticas actuales de personas que viven en condiciones precarias en las favelas de São Paulo. Como autora del conmovedor relato «Cuarto de Desechos» que acaba de publicar la editorial Txalaparta junto a otros textos de Carolina, ella describía de manera detallada la vida diaria de una madre soltera y recolectora de basura en la favela. Aunque han pasado más de 70 años desde entonces, muchas personas aún enfrentan situaciones similares y viven lejos de la atención de la sociedad. Casi todas ellas son negras.
Carolina fue «descubierta» (quién descubrió a quién) por un periodista que, mientras hacía un reportaje sobre la favela, conoció a la autora y sus escritos, y la ayudó a establecer contacto con un editor. Antes de eso, Carolina era una recolectora de basura apasionada por la lectura y la escritura, que utilizaba como una forma de hacer más llevadera su vida. Sus textos y poesías, impregnados de crítica y lirismo, alcanzaron reconocimiento mundial y le permitieron realizar su mayor sueño: salir de la favela. Sin embargo, Carolina murió en 1977, en la pobreza y olvidada por los medios.
«Cuarto de Desechos» mostró al mundo la vida de Carolina y la de otras personas que, aunque invisibles para muchos, enfrentan batallas similares a diario. El hambre se convierte en el protagonista del libro, presente de manera constante e irritante, otorgándole al texto un carácter dramático. Día tras día, Carolina sale de su casa con un solo objetivo: conseguir comida para ella y sus hijos, una tarea que a veces resulta imposible. No hay grandes expectativas ni planes a largo plazo, solo la presencia constante del hambre y la lucha contra él.
Los demás conflictos en la trama, como la indisciplina de los niños, los desacuerdos con los vecinos o los pretendientes, pasan a un segundo plano en comparación con el hambre. Este se convierte en el enemigo principal que debe ser combatido sin descanso, ya que solo entonces habrá una vida más allá de la supervivencia. Esta forma de existencia, basada únicamente en la supervivencia, es deshumanizante en la medida en que equipara a los seres humanos, a las personas negras con los animales, se vive pero que ellos. Carolina llega a tener envidia de los animales e incluso pide comida para sus hijos que cualquier persona que no ha pasado rechazaría, mintiendo para ocultar su vergüenza y diciendo que son para un perro.
En el libro se evidencia la condición de mujer y madre soltera en una sociedad deshumanizada. A pesar de que todos en la favela sufren, las mujeres negras se encuentran en una posición inferior y tienen que enfrentar el acoso, el abuso, la violación, la violencia doméstica y el juicio de los demás desde una edad temprana. Carolina nos habla de su hartazgo de ser mujer y, en medio de las disputas, rivalidades y juicios entre las mujeres de la favela (incluyendo a la autora misma), expresa el deseo de haber nacido hombre para tener una vida más fácil. Sin embargo, son sus hijos quienes la motivan. Aunque llega a pensar en el suicidio, le aterra la idea de dejar a sus hijos solos en el mundo, por lo que lucha y se esfuerza por ellos.
El lenguaje utilizado en «Cuarto de Desechos« emplea imágenes líricas y metáforas. Los editores deciden mantener el lenguaje lo más fiel posible al original, acertadamente, ya que corregir el estilo de Carolina no sería creíble para una escritora que apenas tuvo educación primaria. La fuerza del texto radica en su autenticidad. A pesar de su precaria educación, Carolina logra crear imágenes hermosas y poderosas. Carolina solía decir que escribía para alejar la tristeza, y su lenguaje reflejaba ese tono, a veces enojado, inconformista y otras veces profundamente triste.
Carolina describe la favela con palabras duras. Su perspectiva es muy crítica, retratando la favela como la «cuarto de desechos» humano de la ciudad. Su descripción puede incluso incomodar desde nuestro ojos contemporáneos, porque hoy la favela también se ve de muchas maneras, incluidas las expresiones culturales, la defensa de los residentes de su espacio y la identidad periférica. Sin embargo, para Carolina no hay ventajas en vivir en la favela. Puede haber solidaridad y comunidad, pero salir de la miseria es el motor que guía su vida, para poder criar a sus hijos lejos de ese agujero.
Sus duras palabras también van dirigidas a los políticos, que solo se presentan en periodos electorales, siendo egoístas, oportunistas y corruptos. Carolina demuestra una comprensión sensata de los mecanismos sociales y critica tanto a los gobernantes como a los individuos que no exigen cambios, reacciones o unión. Ella también contempla aprovechar el sistema. Las religiones no están exentas de sus críticas, especialmente en cuanto a la resignación al sufrimiento que predica el cristianismo, que no es una opción para Carolina.
«Cuarto de Desechos« es un libro fundamental. Las situaciones y los personajes pueden haber cambiado, pero circunstancias similares continúan ocurriendo más de 70 años después. La narrativa cotidiana de una vida marcada por la miseria, es cautivadora y al mismo tiempo perturbadora. Es incómodo enfrentarse a una visión no idealizada y muy cruda de las favelas, escrita por una mujer marcada por las cicatrices del hambre. Pero tenemos que sentirnos incómodas. En un momento de fragilidad universal, que acaba provocando una reacción conservadora por la pérdida de privilegios, es sano recordar que muchas personas no tienen planes para el futuro, sino que su día a día es buscar algo que llevarse a la boca. La mayoría de estas personas son negras.
El relato de Carolina María de Jesús es un poderoso testimonio de que todas las personas, sin importar su origen o circunstancias, tienen una voz. Esta mujer negra, pobre, madre soltera, ha transcendido en la historia.
Cuando tengamos poder, ¿que no seremos capaces de hacer?
Afroféminas
Descubre más desde Afroféminas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.