Vi que se hablaría de mangos y sin pensarlo me puse un capítulo más del podcast de Mara Torres (El Faro). No sé si es la primavera, las alergias, el sol…o quizá es que habiendo nacido en el Caribe, un mango es sinónimo de vacaciones y también de nostalgia por una niñez feliz. Probablemente fue por todo ello, que me despertó tanta curiosidad saber qué decían los oyentes de los mangos, de esa fruta tan rica, que no quieres que nunca se acabe.
Pues bien, mientras escuchaba los audios que enviaban los asiduos al programa, no podía salir del asombro. Sentí como una mezcla de decepción y enfado. Resulta que la mayoría de las personas entendían el término mango desde su otra acepción: mangar, robar. ¿En serio? Es como si un recuerdo precioso de mi negra y bella niñez, lo hubiesen metido en un saco de cosas muy feas.
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Pero hay más. Resulta que muchas de las personas que intervinieron comentaban cómo mangaron cuando eran jóvenes. Alguna lo decía con vergüenza y pudor y otra a modo de batallitas de juventud. Hubo alguien incluso que dio por sentado que todo el mundo de joven se apuntó alguna vez a robar en un Centro Comercial por hacer el gamberro. Mi pregunta era: pero ¿en qué mundo viven ésta gente?
Cuando eres una niña negra y naces en un contexto de opresión, es decir en un contexto en el que tienes que compartir espacio con personas blancas, recibes una educación rígida en la mayoría de las casos. Y esto es, fundamentalmente para prepararte para cuando seas mayor y ya seas una mujer negra. Frases como: «usted es pobre pero tiene que ir limpia», «a la escuela hay que llegar puntual», «aquí to’ el mundo tiene que estudiar así se caiga el mundo», «sea educada» o «ni se le ocurra coger algo que no es suyo», eran casi mandatos que había que seguir al pie de la letra. Nuestras madres y abuelas sabían muy bien cómo de dura iba a ser la sociedad con nosotras. Sabían que si entrábamos a esos mismos centros comerciales, el botón de la negrofobia se iba a encender aún teniendo dinero para comprar la tienda entera.
De aquí mi gran asombro. Las personas blancas no tienen que temer al juicio social o al menos eso parece. Saben que en la mayoría de los casos hallarán empatía, disculpa social y en ningún caso se le juzgará como colectivo. De este modo cuando un hombre blanco, por ejemplo, asesina a una mujer, nadie dice «todos los hombres blancos son asesinos». En cambio si la asesina es una mujer negra, todas, como colectivo, tendremos que padecer su falta.
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La hiperexigencia transmitida en nuestra niñez y adolescencia, nos conduce a un estado de búsqueda infinita de la perfección. Y esto es injusto. Lo tenemos que hacer todo bien porque como te equivoques, ahí estará el opresor/opresora esperando su momento para desligitimarte y darte hasta en el carnet de identidad si es necesario. Así, si aquella profe negra, dijo cosas incómodas, se convirtió en una pésima profe. Pero igual si la profe blanca te dice lo mismo, se entiende que es necesario al menos pensarlo. Es puro racismo, no hay más.
Los negros debemos crear nuestro mundo. Las personas blancas siempre van a oprimir, por lo tanto habría que tener con ellos una relación puramente comercial (tu creas productos con valor y ellos lo compran, trato cordial y hasta ahí). Afrocentrarte o afrosumergirte es casi una utopía. Sin embargo sí creo que por algo se puede empezar:
1- Desarrolla o participa de un ocio sin opresión
2- Deja de pedir migajas en forma de entrevistas en medios de comunicación blancos. Te tratarán fenomenal y te regresarán con una sonrisa al mismo sitio de donde partiste. A tí y a todo tu colectivo.
3- Desapégate de la aceptación blanca
4- Disfruta de las series afroamericanas y africanas. El cine africano está empezando a decir cosas muy interesantes.
5- Si puedes, crea tu propio espacio de trabajo. El emprendimiento para una mujer negra no es sólo una cuestión económica sino también política.
6- Y por último, permítete tener vista larga, y deja que el resto de tus hermanas y hermanos se desarrollen. Hay muchas formas de ser negro, deja de criticar y deja avanzar. Si cada cual según sus posibilidades avanza, todos ganaremos como colectivo.
En definitiva, proclamar a los cuatro vientos que has robado está muy mal visto en la cultura negra y probablemente esto es porque , efectivamente, detrás subyace una historia de injusticia y opresión. Dudo mucho que no exista un Sephora, un Zara o cualquiera de estos comercios donde predominantemente trabajan chicas jóvenes blancas, en los que las mujeres y niñas negras, sin ninguna razón, han sido percibidas como delincuentes potenciales en algún momento. Y todavía hay quien le queda fuerza para defender el eslogan «juntas somos más fuertes». La diferencia es que algunas se pueden permitir errores. No es nuestro caso…
En fin, el mango, en el mundo de los negros, seguirá siendo esa dulce y maravillosa fruta. Los negros no mangamos, los negros degustamos deliciosos mangos. Feliz día.
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