Siempre se habla de ellas, la putas. Se hacen leyes y prohibiciones para «salvar» a unas mujeres que no han pedido ese rescate. En este ejercicio abolicionista está la mirada condescendiente, cuadriculada y prejuiciosa del Feminismo Blanco. Muchas de ellas ejercen un trabajo sin derechos, que es lo que provoca su marginación, la misma de que pretenden salvarlas, sin hacer nada más que represaliarlas.
Hoy en Afroféminas hemos querido darle voz a ellas para que nos cuenten sus reivindicaciones y hemos hablado con AFEMTRAS, una asociación de trabajadores sexuales, muchas de ellas negras y racializadas que han decidido plantarle cara al sistema, a Carmen Calvo y a la ley que pretende poner en marcha el PSOE. Hemos querido hacer honor al lema Nada sobre Nosotras ¡Sin Nosotras!
–Para empezar. ¿Qué es Afemtras, por qué y para qué nació la organización?
AFEMTRAS es la Asociación Feminista de Trabajadoras Sexuales; es una organización compuesta por personas que ejercemos la prostitución o trabajo sexual en la calle, exactamente en el polígono de Villaverde, al sur de Madrid Capital, muy mal conocido mediáticamente como el Polígono Marconi. AFEMTRAS nació como una respuesta de reacción a la ofensiva institucional de la criminalización de la prostitución mediante la aplicación de la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida popularmente como la «Ley Mordaza», (2015) por parte del grupo XI de la UCRIF, Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales.
Esta ley contiene en sus artículos 37.5 “la realización o incitación de actos que atenten contra la libertad e indemnidad sexual, o ejecutar actos de exhibición obscena”. El artículo 36.11: “La solicitud o aceptación por el demandante de servicios sexuales retribuidos en zonas de tránsito público en las proximidades de lugares destinados a su uso por menores (…) o cuando estas conductas, por el lugar en que se realicen, puedan generar un riesgo para la seguridad vial. Pero la mayoría de multas que recibimos las putas* del lugar están invisibilizadas por el artículo 36.6 (desobediencia a la autoridad) que básicamente atañe a cualquier persona por cualquier motivo como el rodear el Congreso y hasta en los tiempos de pandemia a quienes quebrantaron el confinamiento.
*Utilizamos el término puta como expresión reivindicativa y de lucha contra el estigma.
-Muchas mujeres piensan que ser trabajadora sexual y feminista es un oxímoron. ¿Qué tenéis que decirles?
Evidentemente quienes piensan que es contradictorio ser prostituta y feminista parten desde el dogmatismo abolicionista de la prostitución, esa corriente putófoba y prejuiciosa de feminismo blanco, burgués que se arroga otorgar carnet feminista y atropella las demás corrientes de los feminismos. Con todas las interseccionalidades que nos atraviesan, las putas hemos comprendido que como mujeres necesitamos del feminismo para comprender los ejes de opresión y es una herramienta necesaria en nuestro día a día para detectar las situaciones machistas, las violencias tanto las que recibimos como las que pudiéramos realizar a otras compañeras debido a la discriminación interiorizada que llevamos como parte de la sociedad en que vivimos y del cual aprendemos. El feminismo nos sirve para combatirlas. ¿Con qué objetivo? ¡para vivir mejor!. De esta conciencia es que públicamente hemos declarado que las putas necesitamos del feminismo y el feminismo necesita de las putas porque un feminismo sin las putas, feminismo no será.
-La triste realidad del trabajo sexual es el estigma, la criminalización y la violencia que enfrentan las trabajadoras sexuales. Todas la mujeres racializadas enfrentamos violencia, pero las trabajadoras sexuales racializadas, las trabajadoras sexuales negras y, más aún, las trabajadoras sexuales trans negras corren un riesgo aún mayor de violencia. Habladnos un poco de esto.
Como bien hemos pincelado anteriormente, entre más cosas nos atraviesan, más opresiones nos afectan. El estigma es lo peor de los sufrimientos que nos toca vivir en nuestras carnes; es el causante de nuestros problemas de salud mental, el cuestionamiento sobre si somos o no buenas mujeres, buenas madres, buenas hijas, buenas esposas, buenas hermanas, etc. El estigma hace que el acceso a la salud se vea afectada la relación de confianza con los profesionales debido a los prejuicios hacia nosotras ya que la mirada que recibimos suele ser desde una óptica higienista como no sucede generalmente con otros pacientes. A una compañera gitana con una fistula perianal siempre le hacían reiteradas pruebas serológicas y recibía largas ante su problema; sin embargo cuando decidió omitir que era trabajadora sexual, fue cuando recibió al menos atención un tanto adecuada lo que esperemos que sirva para poder estar en la cola para una posible operación.
El «Armario Puta» existe y es tan real, que nos lleva a la soledad por no poder hablar abiertamente ni con nuestras amistades o familiares acerca de la fuente de nuestros ingresos. Es el estigma lo que peor llevamos y no precisamente la prostitución per se como lo quiere vender el abolicionismo.
Siendo mujer, racializada o negra ya es difícil y si además trabajadora sexual, tiene una carga más ya que éste último componente aporta una cruel violencia: la indefensión por la ausencia de derechos tanto civiles como laborales; y si a ello le añadimos la condición de migra, ya conlleva la suspicacia de haber sido todas ‘tratadas’, ‘traficada’; no dudamos que no exista esa realidad pero somos conscientes que las leyes de extranjería y, las políticas de controles de fronteras que las sustentan, son las que fomentan las mafias.
Para las mujeres trans trabajadoras sexuales, por lo general el estigma puta no se lleva tan mal como sí lo hace el estigma trans; para una mujer cis cuya maternidad, por ejemplo, se puede ver cuestionada; sin embargo el rechazo y discriminación en muchos sentidos como la discriminación laboral por ser trans es tal que la población trans representa el 80% de la tasa de paro en la comunidad LGTBQ… por ello el ejercicio de la prostitución es una tabla de supervivencia económica.
Si ya hablamos de la ausencia de derechos de las trabajadoras sexuales, el acceso a la vivienda es una realidad acuciante ya que al no estar reconocida la actividad como «trabajo», carecemos de nóminas que bien nos sirviera para la adquisición de una vivienda y o acceder a un alquiler; para las mujeres trans ni se diga, nuestros cuerpos e identidades disidentes nos relaciona directamente la prostitución, razón por lo que es fácil que se nos discrimine y se nos niegue la vivienda. Ser mujer trans, migra, racializada, trabajadora sexual han sido los componentes para ser hostigadas por los vecinos en los edificios dónde vivimos y conocemos casos en que este hostigamiento se ha extendido hacia nuestros caseros y de primera mano tenemos conocimiento de una compañera que cuando realizaba su cambio de domicilio en plena mudanza recibió en la zona común unos desdeñosos aplausos de los demás vecinos de la comunidad.
-¿La policía es aliada de las trabajadoras sexuales racializadas? Hablarnos un poco de cómo os tratan y qué persecución y violencia enfrentáis.
Jajaja… ¡jamás! La policía es un elemento represor del Estado y en nuestro caso, teniendo la corriente hegemónica abolicionista ocupando las administraciones públicas, con unos marcos teóricos que los esgrimen como dogmas y que resignifican, conceptualizan, demonizan a una escala infumable nuestra realidad y entorno, no; nos movemos en la dicotomía de víctimas y con Normativas Municipales y la Ley de Seguridad Ciudadana, en delincuentes. A las migras, racializadas por nuestros orígenes se nos lee y presupone como personas traficadas. En la calle, la policía de Extranjería nos tienen muy bien controladas, saben exactamente quiénes tenemos nuestra situación regularizada, quienes tenemos dni y quienes tienen que renovar su nie, por ello van directamente a por las compañeras intimidando cuando se encuentran vulnerables en este periodo de tramitación. En dichos controles por parte de la policía de migración en la zona del polígono de Villaverde, Madrid (mediáticamente ‘Marconi‘) nos registran un día sí y otro también pese a que hayan compañeras con dni, no se libran de tales registros, ellos nos conocen perfectamente.
-Desde Afroféminas tenemos la sensación de que el abolicionismo solo utiliza a las trabajadoras sexuales racializadas como token. Nos da la impresión de que no importa sus necesidades y no atienden a como se interseccionan las opresiones por ser mujeres, ser negras/racializadas y ser migrantes o ser trans. ¿Qué opináis de esto?
A estas señoras no les importa ninguna mujer que no pertenezca a su corriente burguesa de su feminismo blanco eurocentrista. El interés por romper sus techos de cristal y alcanzar una cuota de poder entre sus propios machos de su entorno es tal que no les importa el resto de mujeres porque saben bien que en el fondo para alcanzar tales objetivos necesitan de otra mujer, pobre con menos recursos y atravesadas por diversas realidades, para que ocupen sus puestos en los cuidados y las tareas del hogar. En el Estado Español poco han hecho para que el Estado cumpla con los compromisos de la OIT y ratifique el convenio 189 que amplía los derechos laborales de las trabajadoras del hogar, sino es gracias a la lucha incesante de las propias trabajadoras mismas tras más de 11 años batallando, reivindicando junto a otras corrientes feministas en el que ellas mismas, las trabajadoras del hogar, militan.
Las putas huyendo de la explotación, de trabajos precarios y mal pagados, no somos precisamente útiles para las pretensiones del rompimiento del techo de cristal de las mujeres blancas, por ello, demonizan la actividad que pudiera permitirnos una independencia económica y luchar contra la pobreza; nos declaran «víctimas» a la que deben salvar, mediante el lucrativo negocio subvencionado de la externalización de los servicios sociales, es decir, empresas privadas sean ONGs, asociaciones a las que la Antropóloga Laura Agustín llamó «La Industria del Rescate», así, entre más precarización, criminalización y hostigamiento a las prostitutas mediante políticas prohibicionista punitivista.
–¿La ley punitivista que quiere impulsar el PSOE cómo os afectaría?
Nos llevará a la clandestinidad, la prostitución no la erradicarán como pretenden hacer creer. Primero fueron a por la prostitución más visible, la callejera y quizás la más independiente ya que no necesita de anuncios ni Patronal como ocurre en otros espacios en los que se ejerce la actividad y es precisamente las Normativas Municipales como la Ley de Seguridad Ciudadana que persigue y prohíbe la actividad en el espacio público sin negociación de sitios seguros dónde se puede trabajar sin molestar ni ser molestadas, lo que favorecieron la actividad que se ejerce en clubes, macroclubes, pisos; ahora con la figura de la Tercería Locativa y la ampliación del Código Penal sobre el proxenetismo no coactivo y con un lenguaje ambiguo dejando a la interpretación, van a por las mujeres que alquilan un espacio para atender y con ello nos perjudican a quienes vivimos en alquiler porque nuestros caseros pasarán a ser proxenetas. Si ya el acceso a la vivienda es un problema que tenemos las trabajadoras sexuales que al no tener reconocida nuestra actividad como trabajo, carecemos de nóminas a la hora de acceder a la vivienda, con la nueva ley nos veremos despojadas. Si el acceso a la vivienda es un problema para quienes tenemos papeles, imagínense para las compañeras que no tienen papeles y que para compartir gastos vivimos juntas, la que tiene mejor posición sería acusada de proxeneta como ya hemos visto en otros países con leyes abolicionistas.
La quitas de custodia de menores de nuestras compañeras madres también aumentarán.
–Y que traería a las trabajadoras sexuales racializadas la regularización.
Nadie vive mejor sin derechos, más allá de nuestra actividad, a cualquier persona que pudiera regularizar su situación administrativa, tendría la tranquilidad de no ser expulsadas del país de manera abrupta como se está haciendo ahora mediante vuelos calientes en donde se vulneran todos los derechos; con la regularización se puede evitar la explotación y acceder a derechos laborales, atención sanitaria. Para las trabajadoras sexuales podrían acceder a otra actividad laboral si así lo desea, no dejarse coaccionar por la indefensión de no tener papeles, al igual que sucede con las empleadas de hogar que trabajan de interna (verdadera esclavitud del siglo XXI) a las que les retienen el pasaporte y las explotan y están siendo abusadas sin derecho alguno en dónde ni la policía ni Inspección de trabajo tiene acceso alguno.
Más allá de la regularización una parte fundamental de vuestra lucha es quitar el estigma del trabajo sexual. Siempre que se vea como un estigma no se podrá avanzar, porque incluso desde posiciones proderechos trabajo sexual se ve como un mal menor, ante una vida que siempre se vende como inelegible. ¿Qué pensáis de esto?
El estigma es una realidad que nos atraviesa y nos afecta a todas en diferentes medidas. Los estigmas de tantos colectivos son todos dolorosos pero evidentemente el estigma puta va más allá del sexo de pago, tiene que ver con la eterna división entre las ‘buenas’ mujeres y las ‘otras’, las malas mujeres. Tanto hemos interiorizado la culpa que no sólo terminamos culpándonos a nosotras mismas sino que juzgamos, cuestionamos a las demás compitiendo y comparándonos. En feminismo hemos comprendido la necesidad de romper con esta división entre ‘buenas y malas mujeres»; que hagamos uso de la libertad sin temor a ser cuestionadas, criticadas entre nosotras mismas en positivo y en sororidad.
Afroféminas y AFEMTRAS
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excelente entrevista, cuánto tenemos que aprender, gracias. Saludos desde Panama