El fútbol es un elemento cultural muy importante en la historia de los negros de todo el planeta, pero además reproduce los comportamientos positivos o negativos de la sociedad, y también ayuda a consolidar las estructuras sociales.
La inserción de los negros en las sociedades poscoloniales, y la lucha contra la estructura racista que permanece hasta hoy, tienen en el fútbol un camino para el cambio. Y, por supuesto, no es a través de campañas que abordan el tema de manera superficial. El fútbol y sus ídolos son, y siempre lo han sido, un medio de legitimación cultural.
Brasil, por ejemplo, se ha proclamado cinco veces campeón del mundo, con los títulos de 1958, 1962 y 1970, 1994 y 2002. Los protagonistas fueron siempre los negros: Pelé, Garrincha, Jairzinho, Ronaldo, entre muchos otros. Los ídolos negros brasileños han internacionalizado la cultura brasileña a través de su juego y habilidad, con títulos mundiales y giras por el planeta. De esta manera consolidaron el reconocimiento de Brasil como el país del fútbol. La popularización de un deporte implica la identificación del público con su cultura, y los propios ídolos construyen esta identificación.
Desde los cánticos racistas de los seguidores argentinos contra la selección francesa, hasta las oleadas de racismo desatadas en las redes españolas contra la selección Marroquí que acabó eliminando a los europeos, el racismo ha estado muy presente en esta Copa del Mundo de Qatar.
No es de extrañar, ya que el fútbol ha cobijado durante décadas a seguidores de tendencias racistas y fascistas, amparados en una afición deportiva que solo utilizaban para tener un vehículo seguro para manifestar su odio.
Todo esto es muy sorprendente, teniendo en cuenta, que aunque en los inicios de este deporte en muchos lugares no se permitía jugar a los negros, hoy la presencia africana y afrodescendiente es incontestable.
En este Mundial, aparte de las selecciones Africanas y Sudamericanas como Brasil, muchos países tienen jugadores afrodescendientes, o deportistas nacidos en África:
Francia con 14, EEUU con 12, España 3, Suiza 5, Canadá 14, Bélgica 6, Portugal 7, Inglaterra 7, y no parraríamos.
La importancia de esta presencia
El racismo sigue muy presente en la cultura futbolística mundial hasta hoy, y necesita ser debatido a través de sus estructuras. El racismo va mucho más allá del insulto del “mono” y hay que entenderlo así. Cuando un deportista, además de su rol de ídolo cultural, se manifiesta políticamente en una causa por su pueblo, puede cambiar parte de esa estructura. Cada vez más estrellas internacionales tienen esta actitud: Lewis Hamilton, Serena Williams, Lebron James, Naomi Osaka, entre otros.
El atleta, y especialmente el ídolo, tiene el poder de protestar, crear conciencia e incluso interrumpir eventos importantes. Un evento deportivo tiene su gran valor económico en las estrellas, por lo que las cámaras, patrocinadores e inversiones de un evento necesitan la presencia de ídolos. El fútbol está insertado en la estructura política, social y cultural de la sociedad y, por lo tanto, no puede disociarse de la política. Incluso lo apolítico es político, como en todos los eventos deportivos la estructura social estuvo presente.
El deporte reproduce estructuras sociales, pero también tiene el poder de modificarlas. El camino es muy largo, pero el fútbol es una parte muy importante de este proceso.
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