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sábado, julio 27

3 mentiras que a los políticos les encanta contar sobre la migración

La migración es un arma con la que la extrema derecha se está abriendo camino. La raíz es el miedo, pero también un importante déficit cultural, además de un racismo estructural que convierten este país en campo abonado para el odio y el resentimiento nacionalistas y supremacistas.

Valla de Melilla

A pesar de todo hay un número creciente de personas que se dan cuenta de que ya es hora de que forjemos caminos nuevos, más justos y equitativos hacia la ciudadanía y tratemos migración de todo tipo y origen con humanidad y respeto. Pero, lamentablemente, muchas de las conversaciones que estamos teniendo sobre los migrantes se basan en estereotipos falsos sobre quiénes son y qué impacto tienen en nuestras sociedades.

Todos los políticos, y no solo los de extrema derecha, han convertido nuestras conversaciones sobre los migrantes en una campaña de miedo.

La cara más notoria de estos mitos en España es VOX. Desde sus cuentas en redes y terminales mediáticas afines se dedican difundir bulos sobre la falsa inseguridad asociada a la presencia de migrantes, al pintarlos como criminales que debilitan nuestra economía y no contribuyen positivamente a nuestra sociedad. En lugar de abordar los problemas prefieren usar a los migrantes como chivo expiatorio para explicar la violencia y la inseguridad económica.

Pero VOX no está solo en sus creencias. Hay una parte considerable de la población que siente que la extrema derecha dice una verdad que otros no se atreven a decir. En otras palabras, hay muchos ciudadanos que piensan que las mitos asociados a la migración son realidades que se nos intentan ocultar.

Los mitos que vemos perpetuados sobre los «migrantes» y la «migración» a menudo están relacionados con el racismo, el clasismo y la xenofobia. Los políticos, los medios de comunicación e incluso la gente común perpetúan estereotipos dañinos sobre la migración. La idea de que los migrantes son vagos se deriva de ideas racistas sobre las personas racializadas . La noción de que los migrantes son peligrosos está ligada a la paranoia xenófoba que pinta lo “diferente” como lo “peligroso”, y ese tipo de pensamiento frena la diversidad y el multiculturalismo.

El miedo y la animosidad que los políticos tratan de inculcar sobre los migrantes, nos enfrenta entre nosotres, cuando los principios de justicia social nos recuerdan que lo que tenemos que hacer es unirnos para lograr una igualdad real para todes.

Invalidar las mentiras sobre los migrantes es una cuestión feminista interseccional y, armadas con la verdad, podemos hacerlo.

Mentira 1: Los inmigrantes viven de subvenciones que pagas tú y destruyen la economía.

Una mentira de siempre sobre los migrantes, especialmente los sin papeles, es que son una carga para nuestra economía.

Todos hemos escuchado estos argumentos: los migrantes vienen aquí para malgastar el dinero de los contribuyentes confiando en los programas de asistencia social; los inmigrantes indocumentados pueden ganar dinero sin pagar impuestos; los inmigrantes vienen para ganar dinero y enviarlo a otros países.

Pero los datos no respaldan estos argumentos. De hecho, los datos directamente los refutan.


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No, las personas migrantes no acaparan las ayudas sociales. El acceso a los servicios sociales es un derecho reconocido en todos los ámbitos administrativos –autonómico, estatal y europeo– y se rige por un mismo criterio: la situación socioeconómica personal o familiar, no la nacionalidad española. En cambio, pese a su elevada tasa de pobreza, el uso por personas extranjeras del Sistema Integrado de Usuarios de Servicios Sociales no pasa del 12,5%. Al ser una población mayoritariamente joven, apenas representan el 1% de las personas beneficiarias de pensiones en España, y más de la mitad proceden de la Unión Europea.

Mentira 2: Los inmigrantes nos roban el trabajo

Las conversaciones sobre migración a menudo conducen a conversaciones sobre el desempleo. Pero no, las personas inmigrantes no quitan el trabajo a las españolas. Y aún menos tras las crisis.

En la terrible crisis de crédito que azotó duramente España lo que pasó en realidad es que la tasa de empleo de la personas migrantes cayó 20 puntos entre 2007 y 2012, más del doble que la de la población nacional.

Su tasa de actividad es ahora del 59,46%, y su tasa de paro ( que llegó al 39% en 2013) ronda el 22%, mientras que de la nacional está en torno al 13,47%. Por si fuera poco, la paralela caída de salarios, y su reflejo de pobreza, también les golpea más, con el consecuente aumento de la desigualdad. Su situación se complica por la falta de redes familiares, menor protección social y dificultades para renovar su documentación, hasta el punto de forzar a casi un millón a abandonar el país durante la anterior crisis. Solo en la primera mitad de 2016 se marcharon 220.000. Y mucha gente ha olvidado que la llegada de inmigrantes fue clave para el espectacular crecimiento económico de los años de ‘vacas gordas’ (entre 2001 y 2006 aportaron el 30% del PIB), sobre todo en sectores como el turismo y la construcción. De hecho, las personas extranjeras que están cobrando el paro no reciben ningún ‘regalo’: simplemente tienen derecho a la prestación que generaron con sus cotizaciones cuando trabajaban. La realidad es que la inmigración ha asumido muchos empleos poco ‘atractivos’ para la población española. Y en ese contexto, las mujeres migrantes han ejercido un papel decisivo como cuidadoras de niños y niñas, mayores y personas dependientes, que ha permitido la incorporación laboral de muchas españolas. Se estima que hasta un 80% de las cuidadoras ‘internas’ son extranjeras, y que la mayoría son explotadas en la economía sumergida, sin cotizar, con largas jornadas y salarios muy bajos, sin días libres ni vacaciones pagadas.

Mentira 3: Los inmigrantes son criminales peligrosos y responsables de la violencia machista

Las extrema derecha lleva tiempo intentando atribuir las altas cifras de la violencia machista a la migración. Forma parte de su estrategia de negación del fenómeno, como si fuera algo ajeno a nuestra sociedad. Pero no, las personas migrantes no hacen aumentar la violencia machista. Esta lacra social no ha sido ‘importada’ por la gente llegada de sociedades más tradicionales y con menor desarrollo legislativo para combatirla. La desigualdad entre hombres y mujeres afecta a todas las sociedades, grupos, edades y contextos, y la violencia machista está ligada a relaciones de poder asimétricas que se traducen en subordinación y vulnerabilidad de las mujeres al margen de su situación económica o desarrollo del país; muchas migrantes sufren una doble discriminación como mujeres e migrantes.
las mayores tasas de violencia de género se registran en los países nórdicos.

El problema tiene carácter mundial, y la Europa desarrollada no es una excepción. De hecho, las mayores tasas de violencia de género se registran en los países nórdicos, a pesar de que invierten más en educación igualitaria. Así lo reveló en 2014 una macroencuesta de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE, que al preguntar a las encuestadas si habían sufrido violencia física y/o sexual alguna vez desde los 15 años, situó en cabeza a Dinamarca (52%), Finlandia (47%), Suecia (46%), Holanda (45%), Francia y Reino Unido (44%), muy por encima de España (22%). Además de confirmar la gravedad de la violencia machista, tan altos porcentajes tienen que ver con las condiciones sociales, políticas y culturales que permiten a las víctimas de esos países identificar la agresión y denunciarla con más seguridad. En España, algunos datos sugieren una sobrerrepresentación del colectivo migrante en la violencia machista (el 25-30% de las víctimas son mujeres extranjeras, y un tercio de condenados son hombres extranjeros), pero sería un error interpretarlos en clave de nacionalidad y cultura tradicional. Primero, porque en ambos casos hay un significativo número de víctimas y agresores de la UE. Y sobre todo porque el factor clave es el contexto social de soledad, desarraigo y situaciones límite que hace más vulnerables a las inmigrantes y que dificulta su acceso a los mecanismos de protección, incluso tras haber presentado denuncia. En 2014, por ejemplo, las extranjeras asesinadas habían presentado más del doble de denuncias que las españolas.

En cuanto al resto de delitos hay una enorme manipulación por VOX al manejar las cifras porcentuales, pues éstas muestran la sobrerrepresentación de los extranjeros frente a los españoles entre quienes delinquen. Por ejemplo, los inmigrantes solo están detrás del 35% de los delitos sexuales en España, según el informe sobre delitos contra la libertad e indemnidad sexual 2019, pero el partido señala que es una participación relativa muy elevada teniendo en cuenta que solo representan en torno al 11% de la población en España (datos del padrón en enero de 2020).

Sin embargo, ya hace años que los expertos advierten que no se trata de una mayor tendencia a delinquir por ser extranjeros, sino de la acumulación de otros factores que nada tienen que ver con el origen o la raza, como la «privación relativa». Según esta teoría, una persona se puede ver empujada a la delincuencia por la frustración que le genera el contraste entre sus condiciones de vida y sus aspiraciones.

La lucha por los derechos de los migrantes tiene mucho que ver con los feminismos. Estos derechos están entrelazados con temas como los derechos humanos, el clasismo y el racismo, y en este momento, la incapacidad de crear consensos en temas básicos de derechos humanos está sacrificando la posibilidad de tener una economía más justa y un futuro más diverso para todos.

Pero esta lucha también tiene mucho que ver con decir la verdad y con las personas que perpetúan voluntariamente los mitos sobre los migrantes para impulsar una agenda política de extrema derecha.

A medida que se acerquen las elecciones es muy probable que escuches estas mentiras hasta la saciedad. Cuando esto pase, asegúrate de hablar y decir la verdad, para evitar que la mentira y el odio ocupen posiciones entre nosotros.


Marián Cortés Owusu

Educadora.


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