Los maltratadores también fueron niños. Si, fueron niños que levantaban temprano, desayunaban, les daban un beso y los dejaban en el cole.
No son seres de Martes, ni tíos raros que se educaron en un sistema ajeno a la mayoría. Diciéndolo claramente: si tienes un hijo varón, podría convertirse en un posible maltratador.
Seguro que llegados aquí no pocas crearán una equidistancia con las que tenemos hijas, pero sintiéndolo mucho esto no va de fragilidad sino de ser conscientes de una cifras tan reales como preocupantes.
Tengo una niña de 9 años que poco a poco se va pareciendo a una preadolescente. Sin embargo la hemos acostumbrado a tener una relación normal y sana tanto con niños como con niñas. Comenzamos con los juguetes de los Reyes. Nuestro querido Baltazar siempre traía muñecas negras, pero también robots, coches azules o espadas de «caballeros valientes». Y si bien es cierto que a ella le encantaba, a mi marido y a mí nos sorprendía cómo cuando ella llevaba esos juguetes al cole, las niñas no se daban por aludidas. Era como si un gran muro emergiera en ese momento y Verona, mi hija, estuviese rodeada sólo de niños.
Con esto quiero decir que el sistema va amoldando y creando las condiciones para que más adelante unas sean las vulnerables y otros los caballeros valientes.
No se me olvida aquella docuserie llamada «Ni princesas ni superhéroes» cuando una niña que no pasaba de los 8 años comenzó a llorar cuando fue consciente que tenía más fuerza que algunos chicos de su clase. Mi atención no se detuvo en la fuerza sino en el llanto de la niña. Aquello representó un momento liberador para ella, y supongo que merezca al menos la reflexión sobre qué estamos haciendo como sociedad para que una niña reaccione de esa manera.
De cara a la representación se ha hecho mucho. Recientemente estuve realizando unas lecturas de sensibilidad a unos textos de juegos de rol y efectivamente había una intención de poner a la mujer en un sitio digno. Sin embargo hay algo que no acabo de entender: queremos representar a la mujer cómo ser en sí misma o como sujeto dual, es decir la mujer con respecto al hombre. Si representamos a las mujeres con sus éxitos y fracasos, virtudes y defectos la estamos humanizando. Si en cambio la comparamos todo el rato con los hombres, la estamos revictimizando. Es exactamente lo mismo cuando ves series empoderadas sobre familias negras: a mí como mujer negra me interesa disfrutar de su normalidad, de ver cómo gestionan la educación, de captar la alegría negra en todo su esplendor a pesar de los diferentes contextos racistas tan reales como la vida misma.
Educar en una sociedad patriarcal requiere de un esfuerzo extra de nosotros como padres y madres. Si rodeamos a nuestras hijas de brilli brillis, ¿qué más vamos a esperar? Por otra parte si ves que a tu hijo le gusta jugar con niñas, pues a diferencia a como manda la tradición, me parece genial. Si nos damos cuenta, no enseñamos a que niños y niñas se relacionen y normalizamos que jueguen por separado y hasta que rivalicen con el viejo cuento de la madurez. Con esa actitud hemos normalizado unas distancias que no tienen porqué existir. Cuando van llegando a los 9 años, queridos profesores y profesoras, por favor insistid en que se relacionen; cread iniciativas en las que siempre haya una niña y un niño. No sigamos el juego a la educación que como adultxs hemos recibido y rompamos de una vez esas absurdas reglas que más adelante nos guste o no, se convierten en violencia.
Antoinette Torres Soler
Fundadora de Afroféminas y de su marca green Afro & Eco
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