Mi vida, desde temprana edad, siempre estuvo rodeada de incómodos porqués que provocaron en mí una crisis de identidad tan fuerte que actualmente sigo sin haber resuelto de manera contundente. Primeramente, descubrí que todos estos porqués tenían en común que se desarrollaban en el contexto de mi sociedad mallorquina al cuestionarme a través de mi color de piel mi identidad. Esa sociedad mallorquina que me vio crecer desde apenas 3 meses de vida y me dio cosas maravillosas como mi familia, sus paisajes o su estilo de vida. También, había tomado la decisión de llamarme negra y usarlo como algo negativo y despectivo mucho antes de que yo decidiera tomar conciencia del verdadero significado de mi origen en Mallorca. Para que puedas entender por completo mi proceso y evolución en la definición de mi ser debes saber que mi nombre completo es Noemi Crehuet Comas, que nací en Brasil (Cuiabá-mato grosso) y que con menos de un mes de vida fui adoptada por mis padres mallorquines, Jordi Crehuet y Margarita Comas, los cuales se encargaron de mí y de mi gemela hasta día de hoy. Actualmente, por lo que respecta a mi familia biológica desconozco quienes son y jamás he tenido contacto con ellos. Así que estos, aparentemente, escuetos datos sobre mis raíces han sido importantes a la hora de definirme como mujer adoptada afrodescendiente mallorquina.
Mi proceso de autoidentificación como afrodescendiente mallorquina empieza a darse de manera abrupta hará un año a través de la celebración antiracista en Mallorca a principios de junio del 2020 a causa de la muerte de George Floyd a manos, más bien, con la rodilla de un policía de estados unidos. Este hecho, dio la vuelta al mundo y provocó un movimiento a nivel mundial para que nosotros nos juntemos y gritemos que ya estamos hartos de ser menos por ser negros. Bien recuerdo que el día que fui a la manifestación, fui con muchos nervios porque tenía rabia interna de saber que el racismo es un virus que nunca acaba y que era necesaria la reagrupación de personas afro y afrodescencientes en Mallorca. Ese día me sentí liberada y con la suficiente fuerza como para iniciarme en el activismo antiracista en Mallorca.
Pero, para llegar a ese momento de querer empoderarme como mujer afrodescendiente mallorquina tuve que analizar todas las vivencias de mi infancia que no había dado importancia hasta día de hoy. Porque descubrí que para avanzar, primero debo de entender mi propia historia y sanar mis heridas. Así que, un día decidí, recopilar algunos momentos claves de mi infancia relacionados con mi color de piel. De entre los cuales destaca uno muy revelador que veo necesario relatar.
Todo transcurrió un día de verano en mi colegio cuando cursaba 4º de la ESO salí al patio a jugar con mis compañeros como cada día de escuela y decidí ir a beber agua en esa fuente con colas interminables. Mientras esperaba mi turno recuerdo que me llamó especial atención un grupo de chicos que me señalaban y se reían gritando algo que no llegaba a comprender. Como yo no era tímida, decidí a cercarme de manera ingenua para ver que decían. Cuando me encontraba a medio metro esos chicos gritaron: “jajaja ¡negra! jajajaj” y acto seguido se fueron corriendo. Especialmente, recuerdo ese día con dolor, confusión y rabia porque no entendía porque me llamaban negra y causaba gracia. Sentí el paso de las horas y al mismo tiempo el aumento del significado de esa pesada palabra: NEGRA. Recuerdo preguntarme porque me sucedía eso a mí, yo que había decidido rechazar mi negritud por completo y dedicarme a explotar mi versión mallorquina con mi entorno para no llamar la atención. Así que, ese día al salir de clase le conté esa historia a mi padre y le pregunté por qué a lo que él me respondió: “Tú eres diferente y la sociedad no está preparada para ello. Eres mujer y negra y eso en muchas ocasiones te va a llevar a una situación difícil. Siempre vas a tener que luchar y demostrar más que otro hombre u otra mujer blanca. ¡Porque sí, el mundo desgraciadamente es así!”. Obviamente, esta vivencia fue tan impactante para mí que la semilla de búsqueda de mi identidad afrodescendiente que tanto me esforzaba en esconder en ese momento brotó.
Desde ese día, nunca volví a ver la sociedad mallorquina de la misma manera. De hecho, a lo largo de mi vida seguí sufriendo situaciones incómodas acusa de mi color de piel. Ya sea pasar por al lado de gente y que hablen mal de mí en mallorquín pensando que no puedo entenderlos o que vaya a una entrevista de trabajo y me confundan con la de la limpieza. Al final, con todas estas experiencias me sentía hundida y sin armas para poder enfrentarme a ello. Es decir, percibía que no pertenecía a esta sociedad porque me lo hacían saber de manera casi diaria, por lo tanto, siempre tenía dudas, pero también miedo a cuestionarme y a descubrir quién soy verdaderamente. Por eso, durante muchos años no quise ahondar en mi negritud. Pero las duras palabras de mi padre hicieron despertar en mí la necesidad de saber más sobre mí y mis raíces.
Pero, claro, yo me encuentro en la dicotomía de que mis referentes siempre han sido blancos porque soy adoptada. Además, en el seno de mi familia el ser negra fue algo positivo porque siempre me prestaban más atención. Mis padres me han colmado de amor desde el primer día que me interpuse en sus vidas. Pero claro, al final me ven blanca y no pueden llegar a comprender en su totalidad el verdadero significado de ser Negra. Y eso duele. Les duele a ellos por no poder estar en mi piel y me duele a mi por no poder tener ese referente Negro al que me gustaría acudir con mayor facilidad.
Por lo tanto, los afrodescendientes adoptados españoles siempre nos sentimos en medio de ambos mundos. Y nunca sabemos como exponernos en esos mundos por miedo a causar daño o a no ser aceptados. En mi caso, he decido explotar mi negritud y ser activista antiracista porque es lo que he rechazado ser a lo largo de mi vida por miedo a las críticas, pero sobre todo por miedo a no ser leal o demostrar que no tengo el mismo amor para mis padres blancos.
Está siendo un proceso bastante difícil porque no solo me estoy reeducando a mí, sino que también estoy mostrando una cara desconocida a mi familia y eso causa desavenencias. Entonces no trabajo solo para mí, sino también para mi entorno blanco para que puedan llegar a entender que la realidad social mallorquina yo la vivo y plasmo de otra manera.
¿Por qué? Porque los afrodescendientes como yo nos hemos cansado de sufrir en silencio discriminaciones y actitudes racistas por parte de nuestros propios compatriotas. Así que estoy segura de que si eres un lector afrodescenciente español adoptado, como es mi caso, mi historia será tu historia; si eres afrodescendiente español mi historia te sonará, pero si no perteneces a ninguno de estos grupos tal vez te cueste empatizar o ver el problema y dicotomía a la que nos enfrentamos las mujeres como yo. Te animo a que leas más historias y nos escuchéis porque nosotras tenemos una historia diferente que contar sobre España.
Noemi Crehuet Comas
28 años. Licenciada en filología española.
Activista antirracista.
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