domingo, diciembre 22

«Cállate y sonríe»

Aparentemente, las mujeres negras, tenemos momentos (no muchos) para quejarnos,  pero lo que no podemos hacer, bajo ninguna circunstancia es quejarnos siendo unas deportistas de élite, en medio de unos Juegos Olímpicos y justo, justo después de ganar una medalla de bronce, no… eso no es oportuno. Joder, has ganado una medalla, ¿a qué viene todo esto del racismo?  A nadie le importa del color que seas, todos somos iguales, dentro y fuera del deporte, nadie te ha juzgado por ello.  Agradece lo que tienes.

La noticia que clamaba la medalla de bronce  para la gallega Ana Peleterio en  la modalidad de triple salto, corrió por los medios de todo el país y por ello llovieron felicitaciones a montones.  Pocos días después, la noticia seguía en carne viva, pero los cumplidos cesaron  en gran medida  tras la publicación de varias declaraciones en que la misma atleta afirmaba que a muchas personas les podría  llegar a molestar que ella y su compañero medallista de plata en gimnasia artística, Ray Zapata, fueran negros. Aquellas declaraciones, lejos de generar una reflexión o cuestionamiento en la mayoría de la población blanca española,  provocaron una  oleada de críticas en que  se trató de  invalidar las palabras de la atleta  tildándola de  prácticamente de aguafiestas  y acusándola directamente de solo  querer llamar la atención y  autodiscriminarse. 

Así, pues este hecho, evidencia que seguimos en un contexto en que las personas blancas siguen atreviéndose (sin que les  tiemble el pulso) a  decirnos a nosotras,  las personas negras, como debemos sentirnos ante las situaciones y sobre todo,  cuando podemos  quejarnos de las cosas y cuando no.  Comentarios en respuesta a Peleteiro del tipo “antes te admiraba, ahora la has cagado” o “¿por qué tienes que sacar el tema de la piel?” nos demuestran que esas mismas personas que seguramente prefieren definir el mundo con un “yo no veo colores, veo personas” son parte del problema dado que la negación o banalización del racismo de de su posición de privilegio, es un acto de racismo y por lo tanto de violencia y superioridad.  

Y es que ¿con qué autoridad, más que con aquella impulsada por un supremacismo blanco impregnado, alguien se atreve cuestionar las palabras de una persona racializada que habla de racismo? Peleteiro, no habló de racismo porque sí, ni  “para llamar la atención”, como dijeron algunos y algunas.  Cuando Peleteiro, pronunciaba la frase “a mucha gente le joderá que los dos medallistas de España ayer fuéramos negros”  hablaba  de sus experiencias, dentro y fuera del deporte de élite, es decir,  de su vida y tenía todo el derecho a hacerlo en uno de los momentos cumbre de su vida, como el que supone ganar una medalla olímpica después de años de esfuerzo y lucha. Ella podía hablar de lo que quisiera, y decidió  hablar de racismo. Un racismo con el que todas nos sentimos identificadas y que nadie más que nosotras sabe como lo sentimos  y cuando queremos alzar la voz para contarlo.

Las personas que criticaron los comentarios de Peleteiro también parecen obviar  un contexto social y político preocupante.  Sin ninguna duda, las palabras de la atleta no  se pueden tomar al azar si tenemos en cuenta los problemas  que se perpetúan y proliferan en nuestra sociedad de hoy en día. Las ideologías retrógradas y discriminatorias  difundidas por algunos partidos políticos, obtienen cada vez más y más espacio en los medios de comunicación, en la política así como en las  calles. Por lo tanto,  delante los discursos de odio,  las denuncias de las personas que viven estas opresiones a diario, deberían ser escuchadas y no ignoradas o  bien ridiculizadas por aquellas personas que no se encuentran en esa posición y por lo tanto, deberían probar a callar y escuchar  si realmente quieren ser parte de la solución.

Entonces, este caso, nos deja bastante claro, hasta que punto las personas blancas se sienten incómodas ante las denuncias de  racismo  y cuál es su forma de lidiar con esta incomodidad. Sin embargo, quiero pensar que hay una parte de nuestra sociedad que se hace cargo del trabajo que nos queda y que entiende que la frase “cállate y sonríe” solo nos hace estar más furiosas, y con derecho.


Mònica Quilez

Estudiante de periodismo y de todo un poco, de origen mozambiqueño. La cultura es la luz o la oscuridad en una sociedad, cultivémosla y  cuestionémosla.

 


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