Lo personal es político. Entonces, las relaciones vinculares nucleares, los lazos de parentesco, las relaciones sexoafectivas y las decisiones y comportamientos que se desarrollen dentro y entre ellas son entonces también asuntos de cualquier feminismo.
Como feminista negra hay una inquietud que me aqueja permanentemente: la maternidad. Por que, si combatir cara a cara con el racismo muchas veces es desgastante y desalentador para nosotres adultes, ¿cómo será para nuestrxs niñxs? en un mundo en el que la violencia es pan de cada día, en el que cualquier acto cotidiano como correr por la calle, sacar el celular del bolsillo, intercambiar palabras con otrxs, puede esconder un potencial peligro y atentar incluso contra nuestras vidas.
Hoy, en pleno siglo XXI el pensamiento de Aimé Césaire está más vigente que nunca porque hoy más que nunca queda claro que el racismo es la expresión nata de la colonialidad actual y la base de toda barbarie.
Yo ya fui niña, ya lo viví, pero fue otra época y si hay algo que he aprendido en estos trece años de maternidad es que debo desaprender el adultocentrismo que me gobierna para poder ver a través de sus ojos.
El camino de la maternidad es sinuoso y por momentos se hace cuesta arriba, sobre todo cuando llega la adolescencia. ¿cómo criar desde el afecto y el orgullo? ¿cómo reivindicar el derecho a ser, estar, existir en un mundo hostil? El reto al que nos enfrentamos como madres y padres afro es nada más y nada menos que apostar a que nuestrxs niñxs desarrollen habilidades de sobrevivencia física, psicológica y espiritual ante los efectos del colonialismo que socava con violencia su andar en el mundo.
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¿Qué estará pasando por la cabeza de mi hijo adolescente al ver las imágenes de la brutalidad policial ejercida sobre hombres afro? ¿qué sentires le despierta a mi pequeño de seis años que comparen su piel con la mía y le digan que no es “tan negro”?
“Mamá, yo soy afro” me dijo un día caminando por la calle, así de la nada. “Por supuesto que sí” fue mi respuesta henchida de admiración, y acto seguido continuó diciendo “yo pensé que sólo los adultos podían ser afro, pero me di cuenta que yo también soy afro”.
Despertar la conciencia racial de nuestrxs niñxs puede resultar un asunto difícil, pero cuando comienzas a ver en ellxs esa sinceridad entrañable en el decir y en sus acciones, cuando te enfrentan a tus propias convicciones y certidumbres, cuando te interpelan de sorpresa porque nunca antes los consideraste sujetxs políticxs y sin embargo, ahí están: construyéndose, reconociéndose, descubriendo su propio camino y sólo nos piden estar ahí. Estar disponibles para escucharles y contenerles, para pensar juntxs, para accionar juntxs.
Maternar como una dimensión política más donde lo personal nos exige desaprender para emprender nuevas formas de conciencia y convivencia.
Fernanda Olivar
Licenciada en Antropología Social. Especialista en Políticas Sociales. Asistente departamento de medicina familiar y comunitaria,Fmed,UdelaR. Docente universitaria. Tallerista en afrodescendencia y derechos humanos. Integrante Grupo de Trabajo Crisis civilizatoria, reconfiguraciones del racismo, movimientos afrolatinos (Clacso 2019-2022). Integrante Colectivo de Estudios Afrolatinoamericanos de la Universidad de la República. Integrante del Colectivo Bloque antirracista.
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