domingo, diciembre 22

Ellos murieron víctimas del racismo estructural, pero ¿quién los mató?

El 25 de mayo fue Georges Floyd en Estados Unidos, el 11 de agosto fueron Juan Manuel Montaño (15 años), Jean Paul Perlaza (15 años), Alvaro José Caicedo (14 años), Jaír Andrés Cortez (14 años) y Leyder Cárdenas(15 años) en el barrio Llano Verde en Cali, Colombia. 

Georges Floyd fue asesinado por un policía que lo asfixió presionándolo contra el asfalto con su rodilla, el ex-policía se llama Derek Chauvin.

Los 5 jóvenes afrocolombianos fueron torturados y uno de ellos fue degollado. Aún no se conoce quienes fueron los responsables.

En ambas situaciones el racismo sistémico se robó las vidas de personas afrodescendientes en diferentes partes del globo. Luego del asesinato de Georges Floyd desencadenaron las marchas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) en Estados Unidos porque en efecto este caso era una prueba del racismo estructural que enfrenta el país. Sin lugar a dudas, las personas negras están más expuestas a la violencia policial por razones históricas.

Sin embargo, cuando entramos en el contexto latinoamericano, específicamente en el colombiano, no hablamos directamente de racismo estructural al referirnos a casos como la masacre en el barrio Llano Verde. Hablamos de violencia estructural ciertamente, pero hay que entender que el factor racial también tiene un lugar en estos casos. 

Recurrentemente nuestra visión del racismo puede llegar a ser demasiado «norteamericana», comprendemos como racismo solo aquello que pasa en Estados Unidos o lo resumimos a actos de odio explícitamente dirigidos a personas negras. Sin embargo, es importante comprender que el contexto histórico en cada país influye en lo que se vaya a denominar como «racismo sistémico». El racismo sistémico supone reconocer que el racismo está presente en todas las instituciones en las estructuras y en las relaciones sociales. 

«La realidad de las comunidades afro-colombianas o de los afro-descendientes está caracterizada por tres aspectos, a saber: la marginalidad, la pobreza y la falta de oportunidades»** 

Los afrocolombianos se encuentran en todo el territorio del país, pero están esencialmente concentrados en las regiones del Pacífico y el Atlántico. Estas zonas son marginales geográfica, social, político económica y culturalmente hablando. Pareciera que están marginados y condenados a la invisibilización. 

Las comunidades negras se encuentran particularmente en el Pacífico, lugar donde representan la mayoría de la población. Antes de la independencia de Colombia, bajo el poder de los españoles, estas zonas del país no fueron colonizadas agrícolamente, la actividad económica por lo mismo estaba basada principalmente en la minería en manos de dueños blancos que no habitaban estos territorios y era realizada por «negros libres» e indígenas quienes también aseguraban una producción agrícola mínima (tabaco, caña de azúcar y ganadería). 

Durante el siglo XIX, la costa pacífica se convierte en un punto de refugio para los antiguos esclavos, y los dueños blancos parten, luego de haber agotado los recursos mineros. Históricamente estos territorios han sido poblados en su mayoría por personas negras a quienes se les ha negado el acceso a la propiedad, y la riqueza ha estado estrictamente en manos de personas blancas.

Por otro lado, la historia de Colombia ha estado marcada por el desplazamiento forzado que es considerado una crisis humanitaria y que afecta principalmente a las comunidades afrocolombianas, específicamente en el Pacifico. Más de 252.541 personas han sido expulsadas en los 50 municipios de dichos territorios. Las comunidades afrocolombianas desplazadas se encuentran al igual en peores condiciones que otros grupos desplazados.

La preponderancia de la comunidad afrodescendiente en los desplazamientos forzados se debe, según la Corte Constitucional (Auto 005 de 2009), a tres factores:

– Exclusión estructural de la población que tiene como resultado la marginación 

– Existencia de procesos mineros y agrícolas que impone tensiones sobre los territorios ancestrales

– Deficiente protección jurídica e institucional que estimula la presencia de actores armados que amenazan a la población afrodescendiente para abandonar sus territorios 

Respecto a los desplazamientos, la Corte Constitucional ha incitado al Estado a desarrollar acciones prioritarias para la atención del desplazamiento y a diseñar una política publica de prevención y atención del desplazamiento forzado y la reparación de las víctimas. Sin embargo, estos procesos no han tenido una atención diferencial a los pueblos indígenas y a las comunidades negras que se ven más afectadas.

Entre los procesos de reparación se encuentran la constitución de barrios que son habitados en su mayoría por víctimas y victimarios del desplazamiento forzado, entre esos el barrio Llano Verde en Cali, Colombia, lugar donde ocurrieron los lamentables hechos del 11 de agosto. Este barrio es una prueba de la segregación que caracteriza ciudades como Cali, la capital del Valle. Si bien este tipo de barrios busca la reparación de victimas del desplazamiento forzado, la población está siendo constantemente re-victimizada.

Fuente el Tiempo

En esta ocasión fueron 5 jóvenes quienes fueron torturados y asesinados. Su muerte ha desatado comentarios del tipo “quien sabe que estaban haciendo”. Aquí viene de nuevo el racismo, esta vez no perpetuado por las instituciones, pero por las relaciones sociales, por la estigmatización. 

Primero que todo es inadmisible que ante tal tragedia se busque culpar a las víctimas o intentar buscar un porqué de su asesinato en lugar de culpar a los responsables. Es inadmisible usar la condición de estos jóvenes para justificar su masacre. 5 jóvenes negros, pobres y marginados fueron masacrados, no importa si su futuro era ser delincuentes o presidentes, lo que importa es que la juventud afrocolombiana no puede seguir entregando vidas, la violencia debe dejar de robar las vidas de las juventudes colombiana, de las juventudes afrocolombianas.

Además, la identidad de estos jóvenes no debería ser motivo de frases que normalizan la violencia. El hecho de que sean negros, pobres y marginados no debería parecernos más normal. ¿Dónde se queda que estos jóvenes son humanos? ¿enserio hemos normalizado tanto la violencia?

Fuente: El tiempo

Actualmente no se conocen los culpables de esta tragedia, los familiares de estos cinco jóvenes necesitan respuestas, algunos de ellos señalan a la policía nacional como culpables. Si es el caso, necesitamos que los culpables se hagan responsables, si no lo es, exigimos claridad y justicia. Las comunidades negras ya han entregado muchos muertos a una sociedad indolente e indiferente. No se puede continuar normalizando la violencia, no se puede negar la realidad. 

La masacre del 11 de agosto es una prueba del racismo estructural presente en Colombia, un racismo que se oculta bajo el abandono y la indiferencia del Estado y de la sociedad colombiana frente a las comunidades negras, sus jóvenes, sus vidas y sus muertes. Exigimos que se haga justicia por los que murieron asesinados, exigimos que las vidas de los jóvenes afrocolombianos importen.


Fuentes 

  • DeJusticia, César Rodríguez, Tatiana Alfonso, Isabel Cavalier, El desplazamiento afro, https://www.dejusticia.org/wp-content/uploads/2017/04/fi_name_recurso_203.pdf
  • La Silla Vacia, Laura Silva, 09 de abril de 2017, Llano verde: el barrio del futuro, https://lasillavacia.com/historia/llano-verde-el-barrio-del-futuro-60522

Gabriela Murillo Mena

Afrocolombiana residente en Francia, afrofeminista y antirracista. Estudiante de lenguas extranjeras aplicadas. Vivo para desaprender y escribir es mi resistir.



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