En 1874, durante el imperialismo o neocolonialismo, momento en que los países ricos dominaban y explotaban impunemente, económicamente y políticamente otras naciones, un «comerciante» de animales salvajes, el alemán Carl Hagenbeck, creó la primera exposición en Europa con personas de Samoa y Laponia. Y la idea tuvo éxito.
Los pueblos perseguidos de todo el mundo, principalmente de países colonizados, eran llevados a las grandes ciudades europeas. Persuadidos, tales personas firmaban contratos injustos y que los harían vivir en jaulas, en pésimas condiciones de vida.
Estas atracciones existían para entretener al público blanco europeo y exponía negros africanos, aborígenes australianos y esquimales. Los zoológicos humanos eran una opción de diversión dominical para un público sediento de «exoticidad». Países como España, Francia, Italia, Inglaterra, Alemania y Bélgica exponían esas personas porque las consideran salvajes, seres inferiores. Los visitantes les tiraban alimentos, comentaban sus fisonomías y comparaban a los negros con los primates – la jaula de las personas traídas de países africanos era la que más tenía éxito.
Si piensan que eso era algo que sólo ocurría por los años 1800, se equivocan, la foto de arriba fue tomada en Bélgica en 1958. Si considerarmos que en términos históricos los finales del 50 fueron ayer, se puede decir que el el racismo y la idea de la superioridad caucásica sigue en los inconscientes colectivos. Las personas que nacieron en esa época actualmente tienen 60 años y han educado hijos que ahora tienen 30…
El racismo sigue muy vivo y perpetuándose. Es un problema estructural y intentar destruirlo es una lucha ardua y diaria. El racismo está enraizado en la cultura y en las instituciones y circula libremente, tiene sus espacios seguros. Los afrodescendientes vivimos el microrracismo nuestro de cada día. Somos educados para internalizarlo y así dejar de percibirlos, y dejando de percibirlos no tenemos cómo combatirlos. Pero se equivoca quien piensa que no estamos ni atentas, ni fuertes.
Vivimos amores, somos hijos e hijas. El racismo nos quita humanidad, nos pone en exposición en zoológicos humanos en 2019 cuando mira con extrañeza nuestras narices, comenta sobre nuestro cabellos y dice: ¡Qué exótica eres, morena!» Nos niegan derechos básicos de seres humanos, y es por eso que seguimos bravamente intentando derrumbar/romper todas y cada una de las formas de opresión.
Mariana Torres
Brasileña viviendo en España, psicóloga, especialista en género, promoción de la salud y desarrollo social.
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