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viernes, julio 26

En Colombia, comunidades negras conservan su ancestralidad y cultura (II)

PRESERVACIÓN DE LOS SABERES TRADICIONALES

Integrantes de las comunidades NARP,  al  igual  que  algunos  sanadores  tradicionales  son  poseedores  de  una costumbre milenaria en el cuidado de la salud y gozan del reconocimiento y confianza de sus   comunidades,   pero   son   desconocidos   e   ignorados   por   las instituciones de salud y el mundo profesional[1]”.

La sanación tradicional es comprendida como un fenómeno holístico o tridimensional que envuelve  la  recuperación  del  equilibrio, la  armonía  en  el  cuerpo, la  mente  y  el espíritu, o entre la persona y el ambiente, sin enfocarse en síntomas o enfermedades sino que trata al ser humano en su totalidad[2]”.

Como en el caso de doña Nohelia, son muchos los y las integrantes de las comunidades NARP y, la mayoría de estas destrezas se aprenden desde la niñez como una especie de “don especial” y por aprendizaje.

Es tan importante la cultura ancestral y las prácticas de los sanadores tradicionales, que el 80% de los habitantes de los países en desarrollo confían principalmente en la medicina tradicional para satisfacer sus necesidades primarias en salud [3].

Se advierte que en todo caso es necesario tener en cuenta la concepción que las comunidades afrodescendientes tienen sobre las enfermedades y recomienda que las instituciones prestadoras de salud tengan   en cuenta sus percepciones, creencias y necesidades.

El sanador tradicional o remediero, como se conoce en el departamento del Cauca de donde  vienen  la  mayoría  de  habitantes  de  Río  Negro y del resto de los municipios con presencia de comunidades NARP en el departamento, conjugan  en  sus  prácticas diversas formas de sanar utilizando hierbas, oraciones secretas, actos de hechicería y adivinación,  entre otros [4]”.

Lo aprendido por sus mayores les indica una manera particular de concebir el funcionamiento del cuerpo para actuar en consecuencia al momento de realizar los tratamientos de  sanación,  que  en  su  gran  mayoría  son  heredados  gracias  a  la tradición oral.

Aunque  “los  sabios”  de  la  tradición  negra  suelen  ser  sobanderos,  curanderos  o remedieros, el oficio de la partera es tal vez el más extendido y se calcula que el 30% de los nacimientos en zonas rurales marginadas y rurales sin cobertura de salud, son atendidos por estas mujeres con edades superiores a los 55 años.[5]

La  partera no solamente se encarga de hacer seguimiento del proceso de gestación     y nacimiento, sino que generalmente aseguran también la atención en otros aspectos de la salud, que incluyen por ejemplo, el consumo de infusiones, el uso de calor seco, lavarse y frotar la zona con preparados de distintas hierbas.

Como lo cuenta doña Nohelia y los y las integrantes de las organizaciones NARP del departamento al hacer la larga lista de plantas usadas para atender toda clase de enfermedades, el estudio destaca que las matronas y especialistas en atender la salud de la población alejada, se ve privilegiada por un ecosistema rico en diversidad, como ocurre en Río Negro,  zonas rurales y poblados del departamento de Caquetá.

UNA APUESTA PARA QUE LAS TRADICIONES SE MANTENGAN

Es necesario  reiterar  que  las  tradiciones  ancestrales,  las  rutinas,  las  costumbres,  los hechos que cohesionan la realidad social de los habitantes de esta zona se han soportado de alguna manera en la presencia magnífica de matronas como doña Carmelina Caracas García.

Carmelina vive en la vereda El Arenoso y siendo muy niña llegó desde Timba, Cauca hace 35 años a la zona y en este territorio se crío, formó su familia y ahora es una dinamizadora de todos los procesos tendientes a preservar su cultura y tradiciones.

En los últimos años se ha empeñado en mantener la tradición de las plantas medicinales, sus efectos y sus contraindicaciones para atender las enfermedades de las personas  del  lugar;  habla  con  propiedad   del  unamú  y  sus  características, del prontoalivio, limoncillo, de la yerbabuena y el poleo, que como dice doña Carmelina, sirven para muchas cosas.

Por la costumbre aprendió a conocer cada planta y sus efectos curativos y cuenta que con el anamú se pueden atender las inflamaciones, para ello es necesario cocinar la planta  en un poco de agua y tomarla.

Para atender las gripas se puede hacer una preparación con hojas de limoncillo y pronto alivio,  cogollos  de  mango,  marañón  y  otras  plantas  tropicales  y  se  toma  el agua como un remedio infalible contra los problemas respiratorios[6].

Al igual que Carmelina, los y las integrantes de las organizaciones NARP, conocen las dificultades que los habitantes de Río Negro y en general de las zonas rurales siempre han tenido para recibir atención médica y por eso tiene claro que esta medicina ancestral sirve para atender de manera primaria las emergencias que se presentan, “mientras se llega a dónde haya un médico o un puesto de salud “.

Siempre hay un legado de todas estas tradiciones y Carmelina cuenta que fue su madre quien le enseñó todos los secretos de la medicina natural. “Ella llegaba y nos cocinaba esas aguas y nos decía que las tomáramos, que eran buenas y uno lo hacía, entonces eso me quedó para siempre”, relata.

Pero la medicina tradicional no es la única herencia, sino que también queda el uso de las trenzas como un referente de las costumbres de los afrodescendientes  asentados en estas tierras.

”Con nuestro pelo nos hacemos muchas clases de peinados y con los modelos que usted  quiera,  siempre  pensando  en  que  no  podemos  olvidar  nuestra  tradición”, asegura Carmelina, quien cuenta que ella misma se peina y que diariamente atiende en su casa a una o dos personas que llevan sus propios materiales cuando se acaban los suyos.

Así como el secreto de las aguas medicinales, también los peinados los aprendió viendo a su mamá mientras peinaba y ponía las extensiones. Es una experta de esta práctica y habla con propiedad de cómo se ponen las trenzas, bien  sea  en  torcidos  o  en  tropas  o  la  enriñonada  y  sabe  hacer  el descubrimiento o cubrimiento, dependiendo como lo quiera el cliente.

La casa de Carmelina, es el punto de encuentro de las mujeres de la zona rural de Río Negro, para peinarse, ya sea con trenzas o extensiones

Este es un ejercicio de paciencia porque dependiendo de la clase de peinado el proceso se demora entre dos y seis horas y cuando el cabello es delgado se requiere menor tiempo y con un cabello grueso el proceso es más complejo y demorado.

Las mujeres afro de las organizaciones NARP del Caquetá,  reafirman que los peinados les hace sentir más en su cultura;  “el cuerpo y la corporalidad afro, es decir, esa manera de ser y de relacionarse con el espacio corporal, representa la recuperación de la cultura y la lucha contra los estereotipos, porque se sienten bellos con elegancia, se sienten únicos con las formas de vestirse y de embellecerse[7]”.

Carmelina al igual que las mujeres y hombres de al organizaciones NARP, desean  que  los niños  continúen  con  la  práctica  de  todas  estas  tradiciones,  pero también que preserven costumbres que se les ha inculcado sobre el mantenimiento del hogar y que confía que no las dejen acabar; y  cita por ejemplo, lo que llama una cocina bien organizada en la que todo esté lavado y se destaquen las ollas brillantes y una buena loza, así como las habitaciones confortables en las que no pueden faltar las camas con un buen tendido.

Su cocina tiene el piso de tierra y se hace necesario tener botas para caminar por este espacio en el que las paredes de madera han sido adecuadas para colgar cuidadosamente las ollas relucientes y hay mesones de madera para ubicar los pocillos, platos, recipientes de plásticos y termos.

Por momentos parece desmedida la presencia de tantos implementos y todo insinúa como si fuera la cocina de un batallón, pero el cuidado y el esmero con lo que todo se ubica podría explicarse en que “para las comunidades afrocolombianas la casa constituye  un  espacio  para  estar en familia,  para  encontrarse,  transmitir  sus  saberes teniendo en cuenta que sus características responden a los espacios que tenían algunos en los territorios de origen”, según el estudio sobre los saberes de los Pueblos afrocolombianos[8].

Se destaca en consecuencia la importancia que tiene la comida en la preservación de la cultura como un mecanismo de integración de la familia y una vinculación con el entorno y la tierra de donde obtienen los alimentos para cocinar.

Y sobre los sabores ancestrales, también las organizaciones de comunidades NARP, afirman que es necesario fortalecer este legado ancestral; “sus saberes sobre la comida trascienden  el  saber  hacer  de  la  preparación  o  cocción,  e  incluso  de  la siembra y todo el proceso que implica la producción de un alimento; éste tiene que ver con el sentido de vida que les genera porque expresan que pueden tener autonomía,   seguridad   sobre   la   procedencia   de   lo   que   comen,   tranquilidad, abundancia y diversidad”[9].

Esta relación con los alimentos y las plantas se determina desde su siembra y aprovechamiento y podría decirse que para ello se establecen roles particulares que solamente pueden desarrollar quienes poseen algún tipo de conocimiento.

Se establecen ciertas prácticas como contemplar, hablar y admirar las plantaciones y frutos, además de protegerlos de manos que no poseen el conocimiento, no se pueden coger los  frutos  a  cualquier  hora,  debe  ser  cuando  el  palo  esté  fresquito  y descansadito, además no cualquiera lo puede hacer, porque lo secan y lo acaban, no todos tienen buena mano[10].

Yohaysa Perea Rentería
Comunicadora Social y Periodista
Esp. Informática de la Administración Educativa



[1] LÓPEZ  LUCERO,  Cataño  Nhora,  López  Heddy  y  Velásques  Vilma.  Diversidad  cultural  de  sanadores  tradicionales  Afrocolombianos  y conciliación de saberes. Trabajo enmarcado en los proyectos del grupo de investigación Cuidado cultural de la Salud. Pág. 1

[2] Ibid.., pág. 2

[3] Ibid.., pág.3

[4] Ibid.., pág.4

[5] Ibid.., pág.4

[6] Entrevista con Carmelina Caracas García, en el marco de la construcción de la Política Pública comunidades NARP. Corregimiento de Río Negro, vereda Arenoso Oriente. Octubre 10 de 2018.

[7] Gómez Esperanza, Vásquez Gerardo y otros. Diálogo de saberes e interculturalidad. Indígenas, Afrocolombianos y campesinado en la ciudad de Medellín. Pág 71

[8] Ibid., Pág. 72

[9] Ibid. Pág. 74

[10] Ibid.. Pág 75


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