África no es un país

Puede parecer una obviedad o algo innecesario a recalcar, pero no lo es en absoluto. Cuántas veces habré escuchado decir –África como respuesta a qué país se quiere visitar. Con una respuesta como ésta únicamente se perpetúa la actitud imperialista del siglo XIX en la que se trazaron las delimitaciones geográficas dónde más les pareció menester a los colonizadores europeos, sin tener en cuenta la identidad propia de cada región. La colonización era negocio y punto, todo lo demás claramente carecía de importancia.

África es tratada en incontables ocasiones cómo un bloque homogéneo. Sin embargo, el continente está formado por ni más ni menos que 54 países –5 más que en Europa-. Asimilarlos todos a lo mismo sería tan absurdo como igualar, hablando de manera estereotipada, la tradición de tomar el té con pastas, de comer paella y tapas o de comer Bratwurst a todos los países de Europa por igual. ¿Suena incoherente verdad? Pues la misma práctica puede ser extrapolada al continente africano, metiendo en el mismo saco distintas nacionalidades, culturas y etnias que poco más tienen en común que estar bajo el mismo sol.

Como breve apunte histórico, los países que fueron colonizados por los franceses siguieron la norma de la colonización directa por la cual Francia quería asimilar sus colonias a la metrópolis. Las decisiones se tomaban desde París y se estableció una misma distribución administrativa con respecto al territorio entre otras medidas –los famosos arrondissements que se encuentran en la capital francesa u otras ciudades. Incluso se decidió aplicar la misma moneda para todas las colonias y se firmaron acuerdos militares en los que Francia intervendría con su propio ejército de manera directa puesto que atacar una colonia francesa era como atacar Francia por sí.

Los ingleses utilizaron la regla de colonización indirecta en la que el control de las colonias se hacía directamente desde las instituciones situadas en las colonias, con las herramientas que éstas disponían pero bajo mando británico. En ningún momento el Reino Unido pretendió asimilar las colonias a la metrópolis y en el trato empleado siempre se tuvo en cuenta esta idea. La distintas maneras en las que se dirigieron los países ha influido de manera directa el porvenir de los mismos, incluso una vez lograron la independencia.

De los 54 Estados Africanos, hay quienes gozan de estabilidad política, quienes tienen un presidente que lleva décadas en el gobierno y cuya legitimidad se cuestiona a diario y hay países cuyos nacionales practican religiones distintas. ¿Cómo se van a pasar por alto todos estos aspectos? Haciendo un análisis a menor escala para sacar a relucir el grave error de la asimilación, en Ghana conviven más de 52 grupos étnicos y se hablan más de 250 lenguas y dialectos diferentes siendo un territorio ni la mitad de grande que España. Todos estos elementos se obvian de manera discriminatoria al considerar África como un país.

Si bien es cierto que el Panafricanismo defiende la unidad de África, la defiende desde el punto de anclaje de tener una herencia histórica común. Se trata de diferentes países que deciden unirse sin obviar el hecho que efectivamente, son diferentes.

Podría achacarse esta mala costumbre de asimilación a la ignorancia, sin embargo me abstengo a calificarla como tal. Desde mi punto de vista se trata de un desinterés que crea una ignorancia intencionada –el no querer aprender o no querer admitir que el continente africano presenta tanta variedad y riqueza cultural como cualquier otro continente; que puede ofrecer y que es mucho más de cómo se pinta en los medios occidentales y mucho más que safaris lujosos y rutas con Quads por el desierto.

Así que es por ese motivo que es necesario dejar de mantener esa actitud neocolonialista y empezar a reconocer y a llamar las cosas por su nombre.

Paula-Adjo Soli 

Española y ghanesa nacida en Barcelona. Graduada en Derecho y Relaciones Internacionales. Escritora ocasional. En busca de mi negritud de la mano de la lucha antirracista y feminista interseccional.

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