¡No hay racismo en el mundo!, mis amistades y familiares no se distinguen por el color de su piel o por su tipo de cabello. Que maravilloso era mientras duró, mis padres se encargaron en mi educación de mostrarme un mundo bello, ajeno a la realidad que impacta a cualquier familia negra en cualquier parte del mundo, y yo con la ingenuidad e inocencia que caracteriza la mente de los niños, vivía sin ver los males raciales de mi sociedad.
Desafortunadamente debemos crecer, y con ello va cayendo el velo negro que todo niño lleva en sus inocentes ojos que no le permite ver. Ya no eran tan agradables mis anécdotas cuando regresaba del colegio. De una etapa a otra en el periodo de la adolescencia, mi vida comenzó a cambiar, los nuevos compañeros del colegio ya no eran simples niños, eran niños negros, niños mulatos y niños blancos, también eran niños ricos y pobres, de momento comencé a ver a las personas con colores, colores que nunca había visto, y en toda esta gama de tonalidades empecé a verme negra, con labios y ojos negros y pelo ridículo.
Mis amigas la mayoría mestizas con el pelo rizo pero de piel clara, comenzaron a alisarse los cabellos para parecer cada vez más blanca y yo sin embargo, cada vez más negra. Mi impaciencia por estar hermosa y verme aceptada en mi nuevo grupo de amigas me hizo tomar la decisión de desrizarme el cabello. Recuerdo lo primero que dije cuando salí de la secadora eléctrica y me desmontaron los rulos, -¡Mamá mi pelo está muerto!, recuerdo que me entristecí, todos me decían que estaba bella, lo bien que me había quedado el cabello, pero yo solo me miraba una y otra vez y lo único que sentía era el dolor de las quemaduras de mi cráneo y el deseo de salir inmediatamente de ese lugar, donde había perdido la mitad de mi día entre crema desrizadora, rulos, torniquete y secadora.
Con el tiempo mi cabello comenzó a perder fuerza, aunque me empeñara una y otra vez en dormir con torniquete y usar aceites y shampoo para la caída del cabello, mi pelo seguía deteriorándose cada vez más, y al año de haberme hecho el desriz, no tenía casi pelo, mis amistades se burlaban de mí y me decían cosas como: -¡las negras son calvas!, ¡qué pelo más malo!
Después de eso tuve que empezar a ponerme trenzas, las cuales me recordaban los tiempos en que tenía un cabello fuerte y vigoroso. Me encantaba hacerme distintos tipos de peinados y ponerme bellos adornos, así transcurrieron varios años en los que de igual manera comencé a interesarme por los temas de diversidad y equidad de género.
Un buen día encontré a Afroféminas y me dio satisfacción saber que no estaba sola en este mundo, que a diferencia de lo que había visto cuando niña este si es un lugar muy cruel para las personas negras, pero que existe toda una comunidad luchando contra ello para hacer nuestras sociedades mejores. Afrofeminas me mostró mujeres negras igual que yo, orgullosas de su cabello, de su piel, de su identidad. Recuerdo lo sola que me sentía antes de conocer este proyecto y lo segura y fuerte que me siento ahora.
Hoy me suelto el cabello, ya no lo uso solo trenzado, lo llevo muchas veces estilo bum, otras me lo trenzo, me pongo turbantes, adornos y ¡me veo tan bella! Es cierto que debo peinar, ponerle muchos productos para darle brillo y suavidad, pero no cambiaría ninguno de mis esfuerzos actuales para mantener mi pelo nutritivo, suave y brillante, por los antiguos métodos de secadora, rulos y torniquete que tanto tiempo me hacían perder.
Ahora llevo un look que defiendo, que dice mucho de mí, de la mujer negra que soy. A veces me dicen que soy radical, que mi actitud es un acto de rebeldía. Pero yo entiendo que esa no es mi lucha, mi lucha es para que yo y todas las mujeres negras podamos lucir el pelo natural, que se vea igual de bello que el pelo desrizado y sea un estilo de peinado más, que deje de parecer exótico. La idea no es marcar la diferencia, quiero que mis diferencias se vean como algo natural y se respeten.
Lisandra Landrián Torriente
Graduada en Ciencias de la Información
La Habana (Cuba) 21 años
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Muy buen texto, felicidades!!!