Mucho se ha hablado de las diferencias de trato que existen entre las mujeres blancas y las no blancas, diferencias que solo algunas ramas del feminismo parecen tener en cuenta. Mucho se ha hablado de la representación de los cuerpos de las mujeres negras en los medios de comunicación, pero poco se ha tratado el tema de la violación y cómo se muestra o no el asunto en los medios, cuando el color de piel de la víctima no es blanco.
Durante la esclavitud, las mujeres negras tuvieron que trabajar tanto o más duro que los hombres, y muchas sufrieron violaciones por parte de sus “amos”, las mujeres negras no eran femeninas, carecían de valor y tampoco merecían ser protegidas como las mujeres blancas, quienes eran el epítome de fragilidad, pureza, inocencia… Esto, con el tiempo, acabó por convertirse en un estereotipo perpetuado por el cine, la televisión, la literatura y otras manifestaciones culturales.
En el imaginario colectivo, las mujeres negras no somos “posibles” víctimas de violación, y eso es algo que aprovechan muchos violadores para cometer sus crímenes contra nosotras, porque no se les va a responsabilizar de sus actos. Así lo demuestra el caso Holtzclaw, en el que un oficial de policía estadounidense abusó sexualmente de 36 mujeres, todas ellas negras, de clase baja y con algún tipo de problema con la ley. Las víctimas estuvieron mucho tiempo sin ver a su abusador en el banquillo, y aun así, los medios de comunicación de masas se mantuvieron en silencio. Me pregunto cómo hubiera cambiado el asunto si las víctimas fueran blancas.
Algo parecido sucedió con las acusaciones de secuestro, pedofília y acoso sexual que recibió el cantante R. Kelly en agosto de este año, y sobre el que solo se habló en las redes sociales puesto que los medios mainstream no lo consideraron digno de ser relatado, ya que las víctimas, de nuevo, eran negras.
A las víctimas negras, se les niega su dolor, se les condena al silencio, no solo fuera sino dentro de las comunidades negras. Es genial que ahora se esté hablando de acoso sexual y que las mujeres que lo han sufrido se atrevan por fin a denunciar, es genial que por fin se esté empezando a ver a la víctima como lo que es, una víctima; pero yo pondré en duda la supuesta conciencia social que están creando el #MeToo u otros movimientos contra la violación hasta que no se trate a todas las víctimas por igual.
Aida Diakhate Kebe
Tiene 20 años y es estudiante de Traducción y Mediación Interlingüística en la Universitat de València. Está muy interesada en la diáspora africana y en el diálogo cultural que establecen los afrodescendientes de la diáspora con los africanos continentales y viceversa.
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