Ha quedado más que demostrado que Viola Davis es una actriz talentosa, una trabajadora incansable y gran profesional, pero para mí es algo más, algo distinto a todo eso. Hay una escena que es la viva ejemplificación de lo que quiero contarte, la misma sucede en la primera temporada de la serie How to get away with murder.
Viola interpreta a Annalise Keating una abogada defensora de éxito y profesora universitaria, una mujer fuerte, de semblante serio y carácter notable, con buena posición económica y una elegancia indiscutible, lo que se nota ante todo en un vestir impecable: alta costura y casi siempre de sastre.
La escena en cuestión sucede con Annalise viéndose al espejo, tras enfrentar una revelación importante sobre el pasado de su marido que se relaciona con infidelidad y otras cosas más oscuras. Viola protagoniza una escena de Annalise frente a su propio reflejo, vulnerable, retira su peluca de pelo liso y se desmaquilla. Lentamente, esta mujer se despoja de su propio personaje.
Ya no es Annalise Keating la mujer que mantiene una inmutable apariencia de serenidad, un personaje adaptado por propia fuerza a una sociedad preparada para pisarla, una sociedad que insiste en que todo lo que es y lo que tiene no es algo que le corresponda naturalmente.
Annalisse y Viola vuelven a ser al mismo tiempo esa mujer vulnerable, quien solo por ser mujer y negra sabe de antemano que debe demostrar el doble, esforzarse el doble y endurecerse el doble. Una mujer que lucha cada día, una lucha a veces invisible para los ojos que no tienen que enfrentarla, la mujer que tiene que vivir con la máscara de una personalidad inquebrantable porque de otra manera no sobreviviría en una sociedad que se empecina con que ocupe otra posición, otro lugar.
Cuando veo actuar a Viola Davis, y especialmente en escenas como esta, siento que más allá de lo que dicta el guión, esta mujer está transmitiendo un mensaje, colándolo en un mundo que no suele representarnos como es debido.
Por eso me gusta pensar que fui capaz de leer su mensaje, me gusta pensar que Viola me ha dicho algo más allá del guión y me lo ha dicho a mí. Me dice que eche pecho y saque fuerza, que entre en una sala y brille a pesar de los prejuicios porque yo soy fuerza, soy poder y lo valgo, que no importa si llego a casa y tengo que desmaquillarme llena de llanto para volver a reconocerme si es que en algún momento debo crear un personaje que me ayude a sobrevivir de una sociedad que se empeña en pisarme.
No importa porque ahí estará ella guiándome con una antorcha, una mujer negra y majestuosa que no se ha detenido, que ha ganado un Emmy, un globo de oro y un Óscar , que ha llegado al punto más alto de su carrera, que ha superado y continua superando las piedras del camino . Ahí está Viola que es mujer y es negra, que pasa de los 40, que es humilde, que sonríe, que es fuerte y transmite fuerza, que es luz y es faro.
Georgina Marcelino
Creativa multidisciplinar, artista Visual y publicista.
Genial!
Gracias por compartirlo. Muchas a veces nos perdemos y, como dices, mujeres como Viola se convierten en faro para iluminarnos y permitirnos ver nuevamente el camino. Un abrazo!