jueves, diciembre 18

Furcia

Fotografía de la Gran Vía. http://misgalgasyoy.blogspot.com.es/

Estaba contenta. Salía del trabajo tras 12 horas pero había cumplido objetivos. Al día siguiente podría entrar más tarde.

Los relojes marcaban las 22:00 y del asfalto de la Gran Vía madrileña salía fuego. Turistas y locales ocupaban la calle tratando de encontrar el aliento que sus hoteles y viviendas les negaban. La calle estaba en plena ebullición.

Yo iba hablando por teléfono mientras me dirigía a la boca de metro, contando mis andanzas diarias a una amiga cuando, de repente, un tipo pasó por mi  lado, muy cerca  y me llamó furcia. No lo dijo muy alto pero a mí me sonó a alarido furioso. Quizá porque su ojos y su voz rebosaban asco y lujuria. Después, giró la cabeza de nuevo y continuó su tranquilo paseo como si yo fuera una estatua de piedra con los mismos sentimientos que una ídem…

Tardé en reaccionar, pero lo hice, dejé el teléfono a la altura del pecho y le espeté, “¡furcia tú, cabrón,machista!”.

Yo sí grité pero él, que me oyó, ni siquiera se dio la vuelta.

Mi amiga no cesaba de preguntarme que qué me sucedía y me instaba a parar. Cuando le conté lo que me había pasado me dijo que “sería un loco”.

“¡Qué casualidad que yo haya dado con tres y tú con ninguno!” “Y si es un loco, ¿por qué me duele tanto?”, pensé.

Porque era la tercera vez que alguien se dirigía así a mí en esos términos y en ese lugar. En una de las ocasiones, incluso, uno llegó a preguntarme que cuánto cobraba.

Lo cierto es que Gran Vía, una de las grandes arterias de la capital, es un reflejo de las bondades y miserias de la ciudad. Ahí se concentra el arte, el ocio, la prostitución y la mendicidad. Es un todo y la nada.

Buena parte de las mujeres prostituidas (y digo prostituidas porque considero que son víctimas ya sea de tratantes de vidas,  de un sistema patriarcal o de una situación económica) que apoyan sus espaldas cargadas de sueños rotos y presentes duros en las esquinas de esa calles durante horas, son negras. Pero eso, sé que sobra decirlo, no significa que cada negra que pasa por ahí  lo sea. Ellas deben aguantar improperios y cosas peores a diario. De hecho, mi enfado y mi pena, no son más que granos de arena en sus desiertos.

Por eso me arrepiento de haber llamado “furcia” a un cobarde, a un infrahombre, a un bobo sin cerebro. Por eso no querría dedicarle ni una más de mis palabras a él ni a los que son como él pero me siento en la obligación de hacerlo, aunque sólo sea un poco y condenar, de nuevo, la versión simplista que tienen ciertos hombres de las mujeres negras. Para algunos, somos  “algos”, no somos “alguienes” y unos “algos”, además, cargados de connotaciones sexuales.

Esa hipersexualización viene de antaño y afecta también, aunque de diferente forma, a los varones negros, quienes se cansan de escuchar estupideces relativas al tamaño de su pene como si fuera una verdad absoluta y como si se tratara de su única virtud.

En su origen está la justificación de la esclavitud basándose en las diferencias existentes entre seres humanos con diferentes fenotipos (aunque es práctica, a veces me resisto a utilizar la palabra “raza”, por todas sus implicaciones excluyentes y porque se ha demostrado que solo existe una, la humana). Según los malos, los vendedores europeos de cuerpos y almas de hace unos siglos, unos estaban hechos para pensar, inventar y crear y otros para fornicar, reproducirse y trabajar. Unos eran inteligencia y los otros fuerza bruta. Los primeros eran cabeza y los segundos deseo.

Por suerte, ha pasado un tiempo, sin embargo, hay estigmas que nos acompañan y que me  hacen reaccionar de forma virulenta. Quizá yo sea muy susceptible o, quizá, aunque sea un poquito, conozco parte de nuestra historia y eso me hace pensar que, en este caso, la casualidad no existe pero la causalidad sí.

 

Lucía Asué Mbomío Rubio

Periodista graduada en la Universidad Complutense de Madrid. Máster en Desarrollo y Ayuda Internacional (Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Diplomada en Guión y Dirección de Documentales (Instituto de Cine de Madrid). Ha trabajado en varias cadenas de televisión como reportera y, en la actualidad dirige y escribe guiones para documentales sobre proyectos humanitariios por todo el planeta.

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16 comentarios

  • Lucía, además de lo que ya has expuesto yo añadiría también que esta actitud machista e ignorante está relacionada a una situación cultural propia española. A ver si consigo explicarme.

    – Está claro que muchos hombres siguen considerando a la mujer como un objeto que no piensa y solamente existe para su beneficio y placer. Gracias a dios, aquí en España las mentalidades están cambiando rápidamente pero siguen existiendo neandertales que se siguen agarrando a esta escala de valores porque es lo único que les han enseñado y que ellos han vivido. Recordemos que la incorporación de la mujer al mercado laboral, a la política, a puestos de responsabilidad es algo relativamente reciente en esta sociedad (cuando en el resto de Europa era algo ya establecido desde hace algún tiempo). Así que siguiendo esta misma lógica, la mujer negra para algunos no puede ser más que una sirvienta.
    – Cuando las llegadas masivas de pateras a las costas españolas, los medios de comunicación se han esforzado en difundir una imagen nefasta y una visión única (consciente o inconsciente – yo me inclino por lo último) a la hora de retratar el inmigrante negro: el de un analfabeto, ignorante, a duras penas capaz de expresarse coherentemente y sin ninguna formación académica (cuando sabemos que esto no es cierto). No es de extrañar pues, que muchos/as sólo consideren al negro/a como poco más que una bestia de carga con poco intelecto. Sigo encontrándome con gente que se queda sorprendida y/o incrédula al oírme expresarme en castellano (mi lengua materna es el francés) o al leer textos redactados por mí. Recuerdo una anécdota en la que yo había escrito una carta al director de un periódico quejándome de no recuerdo qué asuntos. Mi pareja de la época – español – les enseñó todo orgulloso mi escrito a unos amigos suyos (españoles también) y le felicitaron a ÉL por tan buena redacción (dando por sentado que yo no habría sido capaz de expresarme de esta manera sin su ayuda). Por lo tanto, algunos piensan que la mujer negra no es capaz de desarollar su intelecto o, directamente, no posee ninguno.
    – Existe una paradoja y una fascinación tremenda con la mujer negra AMERICANA: ésta sí puede ser admirada, incluso emulada. Se le admira cantar, actuar, se copian sus peinados, su manera de vestir, se compran sus libros, se leen sus manifiestos, sus hazañas a la hora de defender sus derechos se relatan una y otra vez e inspiran… Pero si se revela que el objeto de admiración no procede de dicho lugar (EEUU), las caras de admiración enseguida se transforman en decepción. La mujer afro no puede ser digna de admiración y respeto. La presencia intelectual de la mujer negra en este país ha sido ignorada y por eso muchos (ignorantemente) presumen que simplemente tal figura no existe.
    – Si eres una mujer negra que se pasea sola por la noche, directamente algunos asumen que eres una prostituta. Esto de que estés tomando el aire, descansando sentada en un banco, esperando unas amigas o simplemente volviendo a casa no es algo factible para algunas mentes estrechas/retrasadas. En estas fechas, a mí me gusta salir a caminar cuando ya se ha puesto el sol y la noche refresca. Aquí en Palma, directamente hay zonas por las que no paso porque la cantidad de coches que se paran o ralentizan para soltarte todo tipo de adjetivos soeces, lascividades o directamente pedirte cuando cobras es alucinante. No, no todas las mujeres negras solas son prostitutas!!!! Para muchos la mujer negra solamente se contempla como objeto de deseo, o peor, de lascivia.
    – Contacto con el otro. Durante mucho tiempo, España ha sido un país homogéneo en cuanto a razas. Comparado con otros países europeos donde el contacto con el otro es algo que ya se produce desde hace décadas (con sus éxitos y fracasos), en España la llegada de gente con culturas y costumbres radicalmente diferentes es algo bastante nuevo (no más allá de año 2000). Hasta finales de los 90, los únicos extranjeros que mucha gente habría visto u oído hablar, eran los procedentes de Europa Central y del Norte, que venían a pasar sus vacaciones en sus casas de verano. Y con eso, muchos ya se creían auténticos cosmopolitas, jajaja.
    – Exotismo. Cómo ya expuse anteriormente, esta mujer es objeto de deseo pero también de fantasía. En la cabeza de muchos está esta imagen fantasiosa de la negra ardiente e insaciable. Existe la misma postura hacia los hombres cuando no paran de hacer hincapié en el tamaño de su pene.

    Todo esto es lo que, en mi opinión, motiva este tipo de comportamientos que describes. Aún queda mucho por hacer para que las cosas evoucionen y se cambie la percepción de la mujer en general, y de la mujer negra en particular. Estamos en ello :).

    PD: Felicidades por tu blog.

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